En un intento por competir con las divas italianas y con las estrellas de Hollywood, los cineastas nacionales se volvieron sobre temas deliberadamente nacionales y nacionalistas. Aparecen películas que reivindican también lo campesino como Alma provinciana (Rodríguez, 1925), Allá en el trapiche (Saa, 1943) y Flores del valle (Calvo, 1941). De 1922 a 1942 se realizaron veinte películas en Colombia, algunas de las que ni siquiera fueron exhibidas, y en ellas fue recurrente la mirada idealizada, romántica y algo ingenua del país con un notorio subdesarrollo técnico, si se considera que a nivel mundial el lenguaje cinematográfico mostraba ya un alto grado de madurez y riqueza visual hacia 1925 en la época del cine silente, y en países como Chile, por ejemplo, se produjeron quince largometrajes en 1925 y once en 1926.
El primer largometraje colombiano del que se tiene registro es El drama del 15 de octubre (1915), filmado por los Di Doménico, una historia de realidad reconstruida que representa el asesinato del caudillo liberal y general de la guerra de los Mil Días, Rafael Uribe Uribe, ocurrido el año anterior en Bogotá. Lo interesante de esta primera producción es que los realizadores pagaron a Galarza y Carvajal, verdaderos asesinos de Uribe Uribe, para que aparecieran en la película reconstruyendo el homicidio antes de ser ejecutados. Esta decisión generó gran polémica en el país y llevó a que se prohibiera su exhibición en algunos teatros. La película, además, incluye escenas reales del funeral del general y una reconstrucción de la cirugía con la que intentaron salvar su vida.
Resulta significativo que sea la violencia la que defina el tema y el tratamiento de la primera película colombiana, pues esta ha estado presente a lo largo de la historia del cine colombiano. Es curioso, igualmente, la gran afinidad entre esta película y la mexicana El automóvil gris (Rosas, 1919), que sigue los pasos de una banda criminal de la Ciudad de México e incluye tomas reales de la ejecución de varios de sus miembros. En ambos casos, se trata de la reconstrucción de crímenes de la vida real, con dosis de violencia y sin tomar posturas políticas o morales. Es de resaltar que la violencia, como en el caso colombiano, es parte fundamental de la narrativa de las películas mexicanas.
De la mayoría de aquellas películas no quedan más que fotogramas o referencias, y solo dos, Bajo el cielo antioqueño (Acevedo, 1925) y Alma provinciana (Rodríguez, 1925), se conservan casi completas. Como en otros países, la inspiración de algunas de estas primeras películas fueron las obras literarias nacionales, como María de Jorge Isaacs y Aura o las violetas de José María Vargas Vila. De este periodo merecen una mención especial las películas Bajo el cielo antioqueño y Garras de oro (Jambrina, 1926).
La primera fue una iniciativa promovida por Gonzalo Mejía, millonario antioqueño, quien convocó a socios del Club Medellín para que aportaran capital a una producción que exaltara el progreso de la ciudad y los valores de la alta sociedad medellinense. La producción no utilizó actores profesionales y fueron los aportantes o sus familias quienes interpretaron los distintos roles de la película, proporcionalmente a su aporte económico.
A inicio de la década de 1920, ya había cierta infraestructura de exhibición y los exhibidores pensaron en empezar a producir películas nacionales para hacer contrapeso a la gran oferta europea y norteamericana. El primer largometraje de ficción fue María en 1921, producido por el español Máximo Calvo (quien trabajaba para la Fox) y dirigido por Alfredo del Diestro, que tuvo una gran aceptación de parte del público, lo que motivó a otros realizadores a hacer películas. Esta película, basada en la obra homónima del escritor colombiano Jorge Isaacs, es un buen reflejo de lo que sería el cine colombiano de los primeros años: un cuadro costumbrista y romántico de un país fundamentalmente rural.
A pesar de la considerable cantidad de películas de este periodo, que llevó a que algunos críticos hablaran de una “edad de oro” del cine colombiano, la pobre recepción del público frente a películas como La tragedia del silencio (Acevedo, 1923) llevó a que los Di Doménico y los Acevedo se desanimaran y cambiaran de rumbo hacia los noticieros y la exhibición. La empresa de exhibición fundada por los hermanos Di Doménico, Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana (Sicla), fue vendida al grupo de empresarios antioqueños que participó en la producción de Bajo el cielo antioqueño y este fue el germen de Cine Colombia, la más importante compañía de exhibición hasta nuestros días.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.