Los del grupo de sabiduría tenían más conciencia espiritual diaria que los del grupo comparativo, tanto antes como después del mentoring de sabiduría (figura 1.3).13 Además, en cuanto a experiencias espirituales diarias, el grupo de sabiduría mostró una mayor tendencia estadística creciente que el grupo comparativo.
Quizás el descubrimiento más importante tiene que ver con lo que se llama “pensamiento post-formal”, que es la capacidad de pensar temas complejos de manera flexible. En lugar de llegar a conclusiones simples y limitadas por las reglas, el pensamiento post-formal exige matizar y entender la complejidad de las situaciones. La sabiduría crítica de Jesús, de la que hablamos anteriormente, es un excelente ejemplo de pensamiento post-formal. Del mismo modo, el ejemplo de una niña de catorce años que quiere casarse (ver el cuadro 1.1) requiere un pensamiento post-formal complejo en vez de reaccionar con un “No” inmediato.
Las experiencias espirituales diarias se midieron con el Nivel de Experiencias Espirituales Diarias. Las puntuaciones más bajas reflejan una mayor conciencia en experiencias espirituales. El grupo de sabiduría informó de más experiencias espirituales que el grupo comparativo antes y después de los grupos de edad de sabiduría, y el grupo de sabiduría también mostró una tendencia a tener más experiencias espirituales que el grupo comparativo. Ver Lynn G. Underwood y Jeanne A. Teresi, “The Daily Spiritual Experience Scale: Development, Theoretical Description, Reliability, Exploratory Factor Analysis, and Preliminary Construct Validity Using Health-Related Data,” Annals of Behavioral Medicine 24 (2002): 22–33.
Figura 1.3 Experiencias espirituales diarias
Dos de las tres escalas secundarias en nuestra medida de pensamiento post-formal mostraron cambios significativos en el curso del mentoring de sabiduría (ver figura 1.4).14 Estos jóvenes adultos aprendieron a pensar de manera más compleja y matizada.
También entrevistamos a los participantes varias semanas después de la conclusión del mentoring de sabiduría. Muchos participantes hablaron de cómo habían aprendido a afrontar la complejidad de las situaciones de la vida a medida que crecían en sabiduría. Resaltaron las oportunidades que habían tenido de ver la sabiduría en sus mentores y practicarla en sus grupos. Una joven se expresó así:
Lo que realmente me gusta de nuestro estudio sobre la sabiduría es que no nos limitamos a sentarnos intentando debatir: “la sabiduría es tal o cual cosa”. Es más bien […] experimentarla […] ser parte del grupo es experimentarla, porque creo que una cosa que he aprendido sobre la sabiduría es que es algo que se adquiere estudiando de verdad la Palabra de Dios y también escuchando a los demás […] Por eso creo que es una combinación de lo que la Palabra de Dios enseña y lo que el Espíritu Santo hace y cómo puede obrar en otros creyentes. Creo que eso fue algo de lo que saqué, me sentí realmente animada escuchando […] lo que otras personas pensaban, dándome cuenta que la sabiduría […] no tiene que ser algo abrumador […] Ha sido más bien tener la oportunidad de sentarme y contemplar, teniendo unas buenas charlas que realmente creo me han ayudado a entender más.
El gráfico superior muestra la capacidad de ver la complejidad subyacente en las situaciones de la vida. El gráfico inferior muestra la capacidad de reconocer que múltiples “lógicas” diferentes pueden ser aplicables en un problema complejo. Ambos se midieron con el Cuestionario de Pensamiento Complejo Post-formal. El grupo de sabiduría informó incrementos frente a la disminución en el grupo comparativo. Ver Kelly B. Cartwright y otros, “Reliability and Validity of the Complex Postformal Thought Questionnaire: Assessing Adults’ Cognitive Development,” Journal of Adult Development 16 (2009): 183–89.
Figura 1.4 Pensamiento post-formal
Como experto en ciencias sociales, este estudio me ha alentado de muchas maneras y me anima a estudiar más sobre la sabiduría en los próximos años. Como creyente, me ha bendecido profundamente. El mentoring de sabiduría en la iglesia funciona y podemos mostrar al menos algunos de sus efectos a través de la investigación científica. Esta cooperación entre la psicología y la iglesia es exactamente la clase de trabajo que promueve un diálogo significativo sobre la virtud en la sociedad actual.
REDIMIR LA SABIDURÍA
Como se explica en la introducción, el propósito de este libro es redimir la virtud de cuatro maneras: ayudando a los creyentes a entender lo que es la psicología positiva, entendiendo cómo el pensamiento cristiano puede mejorar la psicología positiva, animando a la iglesia a servirse de la psicología positiva como ciencia, e implicándola en la consejería cristiana. Veamos cada uno de estos puntos.
Aprender de la psicología positiva
Me encanta la psicología de la sabiduría, y espero que este capítulo también genere curiosidad en los demás. Una de las razones por las que me parece interesante como educador es que la labor educativa ha cambiado radicalmente a lo largo de mi carrera. Acostumbrábamos a resaltar el conocimiento, y ahora enseñamos sabiduría. O al menos lo intentamos.
Cuando hice mi doctorado en la Universidad Vanderbilt, en la década de 1980, pasé cientos de horas en la biblioteca de la universidad, leyendo y memorizando información para poder aprobar mis clases de psicología y bioquímica (cursé estudios de bioquímica en la facultad de medicina mientras completaba el doctorado en el departamento de psicología). Pasé mucho tiempo introduciendo información de memoria en mi córtex, repitiendo y estudiando para los exámenes. Una versión más actual de esa misma información está ahora a disposición de los estudiantes en diez segundos si mueven sus pulgares con la suficiente rapidez tecleando en sus iPhones. Para pasar el rato, calculé la cantidad de información existente en la biblioteca Vanderbilt cuando estudiaba allí, y descubrí que toda la información de una impresionante biblioteca universitaria de investigación cabe ahora en un disco duro que puedes comprar por 99 dólares en Amazon.com.
Hace poco comencé a dar una charla sobre sabiduría en la capilla de la Universidad de Le Tourneau, mostrándoles a los estudiantes una imagen de verticilosis, un problema que Lisa y yo tuvimos hace unos años en nuestro parterre de tomates. Los reté a sacar sus teléfonos y ver cuánto tardarían en descubrir si la verticilosis está causada por bacterias, hongos, insectos o por falta de agua. Para hacer una investigación así en la década de 1980, había que tomar una fotografía, pasar el rollo de película al laboratorio local para revelarla, ir a por las fotografías unos días más tarde y después pasar el día en la biblioteca buscando en libros de consulta sobre enfermedades de las plantas. Con suerte encontraríamos la imagen y diagnosticaríamos la enfermedad, pudiendo encontrar otros libros donde descubrir qué tipo de problema es y la mejor manera de tratarlo. Por supuesto, los alumnos de Le Tourneau son listos, y muchos de ellos estudian ingeniería, en treinta y dos segundos diagnosticaron correctamente la verticilosis como un hongo, enviaron sus respuestas a un sitio de votación en línea y vieron sus respuestas en la pantalla de la capilla. Hoy en día, el objetivo de la educación no es introducir mucha información en el cerebro, como en mis tiempos, sino discernir adecuadamente qué información es buena y valiosa y cuál no. Hoy se nos bombardea con información, pero, unas afirmaciones son más creíbles que otras. ¿Cómo sabemos la diferencia? Hoy se educa más en sabiduría y menos en conocimiento. Pero la sabiduría es tan antigua como la historia humana. Es fascinante sentarse donde se cruza lo muy viejo y lo muy nuevo y ver qué podemos aprender.
Como psicólogo, también la sabiduría me resulta fascinante, quizá porque la psicología me halaga. En varios estudios procedentes de Alemania el nivel de sabiduría de los psicólogos parece ser bastante alto. Los investigadores piensan que puede deberse a que son los psicólogos quienes hacen los estudios y de alguna manera condicionan la forma de evaluar la sabiduría. Pero con un grupo que no era de psicólogos, propuestos por otros como ejemplos de sabiduría, los psicólogos seguían mostrando más sabiduría.15 No estoy seguro de por qué es así —tal vez por sentarse año tras