La Tirana. Bernardo Guerrero. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Bernardo Guerrero
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789567628445
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      La Tirana. Así pasen los años (1891-1973)

      © Bernardo Guerrero Jiménez. 2019

      Registro de Propiedad Intelectual: N° A-304952

      ISBN impreso: 978-956-7628-43-8

      ISBN digital: 978-956-7628-44-5

      Primera edición: 2019

      Iquique, Chile

      Ediciones El Jote Errante

      Diseño de portada: Estudio Vicencio

      Diagramación: Elba Peña

      Fotografías: Archivo Fundación Crear (www.crear.cl)

      Obispo Labbé 1235. Iquique. Chile

      Fotografía del quiosco en el capítulo 7, aparece Rita Barría Barría y María Gaete Silva, ambas vecinas de la plaza Arica. Iquique.

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

      www.ebookspatagonia.com | [email protected]

      Proyecto financiado con recursos del 6% del FNDR 2019 del Gobierno Regional de Tarapacá.

      Investigación realizada en el marco del proyecto “Nuevas miradas sobre la religiosidad popular en el Norte Grande”, financiada por la Fundación Crear.

      Este libro fue sometido a referato externo.

      Correspondencia: [email protected]

      Disponible en e-book

      A

      Eduardo Carrión Rivera

      y

      Arturo Barahona González

      ÍNDICE

       INTRODUCCIÓN. La fiesta de nunca acabar: La Tirana. Así pasen los años

       CAPÍTULO 1 La Tirana 1891-1904

       CAPÍTULO 2 La Tirana 1905-1915

       CAPÍTULO 3 La Tirana 1916-1926

       CAPÍTULO 4 La Tirana 1927-1937

       CAPÍTULO 5 La Tirana 1938-1948

       CAPÍTULO 6 La Tirana 1949-1959

       CAPÍTULO 7 La Tirana 1960-1973

       CONCLUSIONES. Fiesta, historia y memoria

       BIBLIOGRAFÍA

      INTRODUCCIÓN

      La fiesta de nunca acabar: La Tirana. Así pasen los años

      A través de estas notas de prensa ofrecemos a los estudiosos del fenómeno de La Tirana un panorama de su desarrollo por 82 años.

      La prensa de Iquique nos informa desde 1891 acerca del desarrollo de esta festividad religiosa profundamente arraigada en el Norte Grande de Chile1. Son notas periodísticas que permiten trazar un largo camino en que los bailes religiosos han tenido que movilizar sus mejores recursos para poner en valor el culto a la virgen del Carmen. No es la voz de los peregrinos la que se expresa en estos medios. Lejos está de ser así. Muy a menudo, la prensa construye un cuadro de esta fiesta desde el lente del espíritu ilustrado de la época. Ven a la fiesta de La Tirana como un resabio de viejas tradiciones o bien como un simple hecho folklórico que hay que mantener en el estado de mayor pureza que sea posible. Los más, francamente ironizan con estas prácticas religiosas, y claman por su pronta desaparición.

      ¿Qué tiene de común la prensa analizada? Comparten todos el espíritu de la élite de la época. Un espíritu moderno e ilustrado que viene de la Europa del siglo XIX, que bajo el lente de la razón pontifica acerca de lo que debiera ser, de aquello que no. Liberarse de la tradición para dar paso a un hombre autónomo fue uno de los predicamentos, entre otros de la Ilustración. Este pensamiento ilustrado arribó al Norte Grande a través de los migrantes atraídos por la riqueza del salitre. Masones, anarquistas, comunistas entre otros, aparte de sus pertrechos trajeron estas ideas que no tardaron en divulgar en los puertos y en las oficinas salitreras. Fundaron periódicos en la que propagaron sus ideas. Civilizar y chilenizar fueron los ejes de estas empresas, que felizmente no fueron exitosas como se pretende hacernos creer. Y en esta empresa tanto la izquierda como la derecha, coincidieron. Una nota del año 1937 es elocuente:

      Las pintorescas comparsas de bailarines, o para ser más exactos de bailadores, que tuvieron a su cargo el “Clou” del programa, sumaban un total de más de 600 integrantes, disciplinados en alrededor de 20 conjuntos con sus respectivos jefes, y caporales.

      Describe sus atuendos:

      La abigarrada variedad de los disfraces, perceptiblemente trabajados con una dedicación estupefectante, las máscaras estrambóticas, la música, el ritmo y el baile. Extrañamente evocadores de la expresión exterior, elemental e instintiva del sentimiento religioso que tienen otros pueblos, todos constituía un conjunto fuertemente inusitado para el espectador que por primera vez hubiese asistido a presenciar estos actos.

      Y hace un llamado a entender estas fiestas:

      El giro peculiarismo que toman las fiestas, su poder de atracción sobre la masa popular y las reacciones que en ello provoca, las oscuras y curiosas tradiciones que se descubren entre los participantes, a título inmemorial, el aguafuerte, por así decirlo, que forma el pequeño e improvisado comercio de medallitas, escapularios, baratijas, fruta, limonada, comida, etc. El crudo colorido pictórico que imprime a toda la agitada escena la refracción violenta de un sol vertical sobre los más absurdos colores, serían dignos de ser interpretados en toda su riqueza por alguna pluma o pincel, de verdadero valor, que tendrá en este “pandemonium” una copiosa cantera de humanidad estruendosa y elemental.

      Sin embargo, alaba la fiesta:

      Hermosa fiesta sin duda, dándose naturalmente a la palabra, una significación condicional. Desde luego extraordinariamente típica y por desgracia desconocida en absoluto en el resto del país. Sin duda la serie de actos a que da origen la festividad de La Tirana constituye un conjunto de costumbres, tal vez de las mas interesantes que hayan en Chile.

      El Tarapacá

      17 de julio de 1937, página 4

      Impresiones de un ilustrado

      En el 1911, el corresponsal de la revista Caras y Caretas describe así su llegada al pueblo de La Tirana:

      Entusiasmados por el contraste de ver árboles en medio de una esterilidad manifiesta, apuramos nuestros caballos lanzándolos al galope, llegando después al terreno en que comienzan a verse diseminados, en forma de alameda: unos frondosos tamarugos cuyas ramas se inclinaban a merced del suave viento como saludando a los viajeros que tanto a nosotros como a los de diferentes direcciones, veíamos llegar a caballo, en carreras, a pié en demanda de La Tirana. A poco oíamos el eco monótono de unos pitos i tamboriles que cada vez se hacía más sonoros.

      Era que llegábamos, pues al doblar un recodo de tapias viejas desembocamos a una calle que hallamos