Un curso de amor. Mari Perron. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mari Perron
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874935250
Скачать книгу
Sin embargo, ahora comenzamos a retirar del amor el juicio de la vida, los juicios adquiridos por tu experiencia, el juicio basado en cuánto amor has recibido y en cuánto amor te ha sido denegado. Comenzamos simplemente por aceptar la prueba de la fortaleza del amor que se nos ha dado. Porque a ella volveremos una y otra vez, a medida que vayamos aprendiendo a reconocer lo que es el amor.

      CAPÍTULO 4

      4.1 ¿Es necesario que ames a Dios para saber qué es el amor? Cuando amas con pureza, conoces a Dios, ya seas consciente de ello o no. ¿Qué significa amar con pureza? Significa amar por amar. Simplemente amar. No tener falsos ídolos.

      4.2 Antes de que puedas amar por amar, es necesario llevar los falsos ídolos ante la luz para poder verlos ahí como la nada que son. ¿Qué es un falso ídolo? Aquello que crees que el amor te conseguirá. Tienes derecho a todo lo que el amor te quiere dar, pero no a lo que crees que te aportará por medio de su adquisición. Éste es un ejemplo clásico de la falta de reconocimiento de que el amor es.

      4.3 El amor y el anhelo están íntimamente ligados porque quedaron vinculados en el momento de la separación, cuando nacieron al unísono la opción de alejarse del amor y la opción de regresar a él. Por tanto, el amor nunca se perdió, sino que quedó ensombrecido por el anhelo que, interpuesto entre tú y tu Fuente, ocultó Su luz al mismo tiempo que te alertaba de Su presencia eterna. El anhelo es lo que te demuestra que el amor existe, pues aun aquí no anhelarías lo que no recuerdas.

      4.4 Toda tu larga búsqueda de pruebas de la existencia de Dios termina aquí, al reconocer qué es el amor. Y con esta prueba también se demuestra tu propia existencia. Pues en tu anhelo por el amor, reconoces también tu anhelo por tu Ser. ¿Por qué habrías de preguntarte quién eres y cuál es tu propósito aquí, si no fuera porque reconoces –y así lo atestigua tu anhelo– aquello que temes no ser, pero que seguramente eres?

      4.5 Todo temor acaba al quedar demostrada tu existencia. Todo temor se deriva de tu incapacidad de reconocer el amor, y con ello quién eres tú y quién es Dios. ¿Cómo no tener miedo ante una duda tan poderosa? ¿Cómo no regocijarte cuando la duda desaparece y el espacio que antes ocupaba se llena por completo de amor? Desaparecida la duda, ya no quedan sombras. Nada se interpone entre el hijo de Dios y la propia Fuente de ese hijo. No quedan nubes que oculten el sol, y la noche da paso al día.

      4.6 Hijo de Dios, aquí eres un extraño, pero no necesitas ser un extraño para tu Ser. Al conocer tu Ser, se desvanece toda amenaza de tiempo, espacio y lugar. Aunque sigas caminando por una tierra extraña, no lo harás envuelto en una niebla de amnesia que oscurece lo que sería una breve aventura y la reemplaza por pesadillas de terror y confusión tan desenfrenadas que es imposible tener la más mínima seguridad, y el día se vuelve noche incesantemente, en una larga marcha hacia la muerte. Reconoce quién eres y la luz de Dios irá delante de ti, iluminando cada sendero y disipando la niebla de sueños, de los que te despertarás sin alteración.

      4.7 Sólo el amor tiene el poder de transformar este sueño de muerte en la percepción consciente de la vida eterna.

      4.8 Anhelar, aprender, buscar, adquirir, la necesidad de poseer, la necesidad de guardar, la llamada codiciosa, la fuerza impulsora, la pasión elegida… todas estas cosas que has elaborado para reemplazar lo que ya tienes te llevarán de vuelta, de la misma manera que te pueden llevar por el mal camino. El destino final al que llegues depende exclusivamente de tu decisión. Tu decisión, disfrazada de múltiples formas, es simplemente ésta: avanzar hacia el amor o retirarte de él, creer que el amor te es dado o creer que te es denegado.

      4.9 El amor es lo único que cumple la ley de Dios en tu mundo. Lo demás supone que lo que uno tiene le es denegado a otro. Aunque no se pueda aprender ni practicar el amor, hay una práctica que debemos realizar para reconocer su presencia. Consiste en vivir de acuerdo con la ley del amor, que es una ley de ganancias, y no de pérdidas, una ley que dice que cuanto más das, más recibes.

      4.10 No hay perdedores ni ganadores bajo la ley de Dios. A nadie se le da más que a otro. Dios no puede amarte a ti más que a tu prójimo, ni puedes hacerte merecedor de más amor de Dios del que ya tienes, ni ganarte un lugar mejor en el cielo. La mente, bajo la dirección del ego, ha prosperado a base de ganadores y perdedores, a base de esforzarse y de ganarse un lugar mejor. El corazón no sabe de estas distinciones, y quienes penséis que las habéis aprendido a través de los golpes y los abusos de la experiencia vivida aquí, regocijaros al saber que no es así. Esta aparente ilusión goza de credibilidad porque la mente ha hecho que sea así. Tus pensamientos han pasado revista una y otra vez a todo el dolor que el amor ha traído. Se detienen en aquellas ocasiones en las que el amor ha fallado, porque no reconocen que el amor no puede fallar.

      4.11 Son tus expectativas y falsas percepciones de tus hermanos y hermanas las que te han llevado a creer que el amor puede fallar, perderse, retirarse o convertirse en odio. La falsa percepción de tu Padre es la causa de que todas las demás percepciones sean falsas, incluida la que tienes de tu propio Ser.

      4.12 Cuando piensas en actuar por amor, tus pensamientos de amor se basan en el sentimiento, y deben ser cuestionados. El amor no consiste en mostrarte amable cuando te sientes malhumorado. No consiste en hacer buenas obras de caridad y servicio. No consiste en tirar la lógica por la borda y hacer tonterías que, aunque parezcan divertidas, no pueden hacerse pasar por alegría. Todos tenéis una imagen en la mente de alguien que, según vosotros creéis, sabe qué es el amor. Tal vez se trate de una persona mayor, siempre amable y bondadosa, que no se enoja con nadie y que no se preocupa por sí misma. Quizás sea una madre, cuyo amor es ciego y sacrificado. Otros a lo mejor imagináis un matrimonio de muchos años en el que cada cónyuge está entregado a la felicidad del otro, o un padre cuyo amor es incondicional, o un sacerdote o pastor siempre dispuesto a guiar. A todas y cada una de estas personas a las que admiras, les otorgas atributos que tú no tienes y que piensas que a lo mejor puedes llegar a adquirir algún día, cuando sea el momento oportuno. Porque crees que esa actitud amable y bondadosa ahora no te sirve, que el precio que hay que pagar por la ceguera y el sacrificio es demasiado elevado, que estaría bien entregarse a una pareja que fuera más amorosa que la tuya, que el amor incondicional es extraordinario, pero ¿no ha de atemperarse con el buen criterio? Y que, sin duda, para guiar a otros es necesario primero acumular una sabiduría que no está a tu alcance.

      4.13 Por lo tanto, tu imagen del amor se fundamenta en la comparación. Eliges a alguien que demuestra aquello de lo que más careces, y utilizas esa imagen para castigarte, mientras afirmas que eso es lo que quieres.

      4.14 Otra categoría muy distinta es la de tus ideas acerca de lo que es estar enamorado. En este contexto, el amor no sólo está lleno de sentimiento sino también de romance. Esta etapa del amor no suele considerarse duradera, ni algo que pueda mantenerse. Es el dominio de los jóvenes y la ensoñación de quienes van envejeciendo. Es sinónimo de pasión y de un desborde de sentimientos que van en contra de todo sentido común. Estar enamorado es ser vulnerable, porque en cuanto el sentido común deje de hacerte actuar según lo previsto, puede que te olvides de proteger tu corazón o de mantener tu verdadero Ser escondido. Y eso es, sin duda, peligroso en un mundo en el que la confianza se puede transformar en traición.

      4.15 Cada uno se ha formado un ideal sobre qué es lo que constituye la pareja perfecta, un ideal que ha ido cambiando con el tiempo. Los que están más atados al ego podrían pensar en la posición social o la riqueza, en la belleza física y en los elementos que acompañan a una buena educación. Los más inseguros creerán en una pareja que los colme de alabanzas y regalos, y que les preste una atención que no flaquee. Quien valore la independencia, buscará una pareja con buena salud, no demasiado exigente, compañera y amante, que encaje bien en una vida ajetreada.

      4.16 Crees que te puedes enamorar de la persona equivocada y elegir mejor basándote en criterios más importantes que el amor. Crees, por tanto, que el amor es una elección, algo que se les entrega a algunos y no a otros. Confías en ser un ganador en este juego, un elegido al que se le devolverá en especie cada gramo de amor que él entregue. Así, haces malabarismos con el don más sagrado de Dios, y te sientes contrariado si das amor y recibes poco a cambio. Sin embargo, en esta contrariedad reconoces la