Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales. Carlos Alejandro Cordero García. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Alejandro Cordero García
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786078616787
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allá de la existencia o no de consenso, es importante destacar que la discusión que ha tenido lugar, si bien ha sido estimulante, ha resultado en gran medida trivial en tanto a la búsqueda de una alternativa viable de desarrollo. La reflexión en torno a lo anterior, con la finalidad de aportar al vigente, pero sobre todo urgente debate sobre el desarrollo, constituye el objetivo central del presente trabajo.

      Con esa intención, el texto se divide en cuatro apartados. En el primero se revisan una serie de indicadores con la finalidad de ofrecer al lector un esbozo general que sirva para dimensionar el notable avance logrado por el país asiático en el periodo posterior a la reforma y la apertura. En seguida, se aborda la discusión en torno a la existencia o no de un “modelo chino” de desarrollo (Zhongguo mushi) o del multicitado “Consenso de Beijing” (Beijing gonshi), para posteriormente identificar algunos de los aprendizajes que arroja la experiencia de China que pudieran ser relevantes para otras economías en desarrollo. Entre tanto, en el tercer apartado se lleva a cabo un primer acercamiento a la ecología política, cuya perspectiva puede ofrecer un encuadre distinto para reflexionar con respecto al estudio del caso chino, en lo particular, y el desarrollo, en lo general. Finalmente, se exponen las conclusiones del trabajo.

      CHINA TRAS LAS REFORMAS: UN ESBOZO DEL ÉXITO

      A fines de la década de los setenta del siglo pasado, el régimen comunista encabezado por Deng Xiaoping dio un vuelco radical a la estrategia de desarrollo económico de China. En este sentido, el sustento ideológico que durante la etapa maoísta (1949–1976) había conducido al país a la búsqueda de la autarquía, al establecimiento de una economía centralmente planificada y un mercado controlado, a la construcción de un sector público extenso y la eliminación del sector privado y al aislamiento internacional en términos de comercio e inversión, comenzó a debilitarse ante un contexto, interno y externo que demandaban un mayor crecimiento económico (MacFarquhar & Schoenhals, 2014).

      Es decir, la segunda generación de líderes comunistas enfrentó un contexto doméstico e internacional complicado que urgía la necesidad de importantes cambios. Por un lado, en el ámbito interno, la muerte de Mao Zedong en 1976 trajo consigo la intensificación de la lucha entre grupos rivales por el control del PCC, lo que puso en entredicho no solo la estabilidad del régimen sino la de un país entero que se encontraba dividido y sufría aún los estragos de las políticas maoístas más radicales, pero, sobre todo, de la Revolución Cultural (1966–1976) (Anguiano, 2001; Zweig, 2010). Por otro lado, el escenario internacional se había trasformado. En el marco de la llamada fase de tripolaridad de la Guerra Fría en Asia Pacífico (1971–1989), la Unión Soviética, otrora importante aliado de China, se había convertido en su principal enemigo, al tiempo que otras economías rivales en la región —Japón, Corea del Sur y Taiwán— experimentaban tasas de crecimiento muy por encima de las alcanzadas por China, lo que suponía una seria amenaza para la continuidad de los comunistas (Yahuda, 2011). En consecuencia, una nueva estrategia de desarrollo económico se convirtió en la condición sine qua non para avanzar en el proyecto de nación que, desde tiempos del propio Mao Zedong, consistía en la construcción de un país socialista, próspero y poderoso (White, 1993). La reforma y la apertura eran pues impostergables.

      Para dimensionar lo anterior, sirva decir que en el mismo periodo (1978 y 2014) el PIB de México pasó de $138 MMDD a $1.2 billones, según datos del mismo organismo internacional, y el ingreso per cápita se incrementó en 2.8 veces de 1990 y 2014, pasando de $6 mil a $17 mil dólares anuales. En Brasil, por otra parte, el PIB fue de $200 MMDD en 1978 a $2.4 billones en 2014; mientras que el ingreso per cápita casi se triplicó entre 1990 y 2014: de $6 mil a $15 mil dólares anuales.

      Para continuar con la comparación, en términos de IED captada, según datos de UNCTAD, México obtuvo 1.8% del total de los flujos en 2013, lo que se traduce en un aproximado de $22 MMDD. Brasil, por su parte, recibió 5% en el mismo año ($62 MMDD). La suma alcanzada por ambas economías, otrora principales receptores de IED entre los países en desarrollo, es de $84 MMDD, lo que representa 65% de la IED que llegó a China en 2013. Aún más, la inversión que México y Brasil realizaron en el exterior en 2013 no representó ni 1% del total anual mundial (los recursos chinos, como se dijo antes, fueron 8.5%).

      En cuanto al comercio internacional, tanto México como Brasil han agrandado su volumen total. No obstante, sus números se mantienen bastante alejados de las cifras alcanzadas por China. Por ejemplo, en México el comercio total creció 16.28 veces entre 1980 y 2013, yendo de $50 MMDD a $814 MMDD. En Brasil, el aumento fue de $49 MMDD a $607 MMDD, lo que refleja un aumento de 12.3 veces en ese periodo. Entre tanto, el comercio chino se incrementó en 107 veces en el mismo número de años, tal como se vio anteriormente.