Viruela en Colombia. Luis Carlos Villamil Jiménez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Carlos Villamil Jiménez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789585486966
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la vacuna impactó la historia política y la salud pública, desde la perspectiva del conocimiento, la tecnología, el poder, la cultura y la tarea estatal.

      La fundación de la Escuela Veterinaria y su aporte al conocimiento de la bacteriología, la investigación en enfermedades animales y la producción de la vacuna contra la viruela empleando modelos animales, es el siguiente aparte del escrito. En la opinión de un visionario, el médico Juan de Dios Carrasquilla, contar con un centro de formación de veterinarios era una necesidad. La aparición de enfermedades en los animales y la sospecha de que algunas de ellas pudieran afectar a los humanos marcaron las gestiones para contar con profesionales idóneos que afrontaran esos desafíos. Los escritos de Carrasquilla y sus argumentaciones generaron la autorización gubernamental para que el médico José Jerónimo Triana, destacado en el consulado de Colombia en Francia, pudiera adelantar el proceso de contratación de un doctor en veterinaria con experiencia en bacteriología y conocimientos sobre el cowpox y las linfas vacunales; luego de dos años seleccionó a Claude Véricel, quien llegó a Colombia en 1884. La Escuela Veterinaria dirigida por Véricel, se adscribió a la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, iniciando, de esta manera, un interesante proceso de investigación interdisciplinar en la formación de los primeros médicos veterinarios, entre los que se destacaron Jorge Lleras Parra y Federico Lleras Acosta, quienes desempeñaría importantes labores en la salud pública colombiana: el primero como fundador y director del Parque de Vacunación, y el segundo como impulsor de la bacteriología.

      A continuación, se presentan los antecedentes y procesos que culminaron con la creación del Parque de Vacunación en 1896; uno de ellos, en 1897, el nombramiento del médico veterinario Jorge Lleras Parra como director de dicha institución. El joven director comprendió el momento político y sanitario, y también su responsabilidad histórica al iniciar la producción de vacuna contra la viruela de los humanos empleando modelos animales. La Junta Central de Higiene, liderada por Pablo García Medina, había hecho una apuesta estratégica, para muchos temeraria: implementar un proyecto con cobertura nacional apoyado en un único laboratorio central; así inició la producción continua de vacuna contra la viruela, mediante la inoculación de terneras, eliminando así la vacunación brazo a brazo.

      Lleras Parra asumió el reto, comenzó su labor de investigador con escasos recursos presupuestales e infraestructurales que afinaron su espíritu autodidacta; era el ambiente ideal para forzar la innovación y la creatividad. Habló y escribió poco, pero trabajó mucho. Diseñó su propio instrumental y algunos equipos: escarificadores, curetas, molinos eléctricos para las pulpas vacunales, máquinas neumáticas para el llenado de los recipientes de la vacuna en condiciones de esterilidad. La rigurosidad y la innovación caracterizaron su trabajo para lograr una vacuna de alta calidad bacteriológica, proceso en el que se tuvo que adaptar los escasos recursos locales mediante originales protocolos para la obtención de la vacuna glicerinada y la pulverizada, diseñada para solucionar el problema de viabilidad en climas cálidos y viajes largos.

      La lectura de las obras de Edward Jenner, Giuseppe Negri, Ernest Chambon y Gustave Lanoix, del Instituto de Vacuna de París, se constituyó en la inspiración para la adopción y la adaptación de los métodos y técnicas empleados en el Parque de Vacunación. Lleras Parra, al igual que otros investigadores, asumía que los agentes y las enfermedades presentes en el viejo continente se replicaban con exactitud en las condiciones tropicales y que en el país no existía el cowpox, sino que el horsepox era el causante de la enfermedad de las vacas. También, se afirmaba que para la producción de la vacuna se había utilizado siempre —desde 1897 hasta los años cuarenta del siglo XX— el mismo virus horsepox y no cowpox.

      Cien años después, los historiadores de la medicina en Colombia y los virólogos genómicos del grupo de investigación —coordinado por José Esparza— sobre virus vacunales del siglo XIX y XX, al analizar el genoma de una vacuna producida en el Parque de Vacunación durante la primera mitad del Siglo XX, comprobaron que Lleras Parra estaba parcialmente en lo cierto. Dicha vacuna estaba elaborada con un virus cercano al horsepox (Delwart, Dámaso y Esparza, comunicación personal, 2019), muy similar al genoma del virus de una vacuna de 1902 denominada Mulford, preparada en los Estados Unidos (Schrick et al., 2017); por lo anterior, en Colombia no se había realizado vacunación, sino algo que podía denominarse equinación.

      Para concluir, se señala la actividad alrededor de lo que se denominará bacteriología durante la primera mitad del siglo XX, momento en el que los investigadores reclamaban la creación de una institución similar al Instituto Pasteur que diera respuestas y herramientas para la lucha contra las enfermedades. Así, surgió el laboratorio Samper Martínez como iniciativa privada, llenando un vacío en la actividad de investigación y diagnóstico. En sus laboratorios realizaron sus prácticas los estudiantes de la Escuela Nacional Veterinaria de la Universidad Nacional, que reiniciaban labores luego del cierre de la Escuela por la Guerra de los Mil Días, pues se creó una sección de veterinaria para la producción de biológicos y el servicio de diagnóstico. De esta manera, la institucionalidad para la salud pública se comenzaba a consolidar con el papel estratégico del Samper Martínez.

      Por la calidad de sus invenciones y los aportes al conocimiento, Jorge Lleras Parra se convirtió en uno de los científicos colombianos más importantes del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Entró a la lista de investigadores innovadores que dieron soluciones sostenibles para problemas sentidos de salud pública, junto con Edgar Rey Sanabria, Oswaldo Borraes, Salomón Hakim, Jorge Reynolds y José Ignacio Barraquer. Ellos tuvieron la capacidad de innovar gracias a su imaginación y sus habilidades manuales para fabricar aparatos e instrumentos, que contribuyeron al desarrollo tecnológico en el área de su especialidad y, por consiguiente, a la ciencia.

       Presentación

      HE TENIDO EL HONOR DE ser invitado por los autores para escribir la presentación de su libro Viruela en Colombia. De la Real Expedición de la vacuna al Parque de Vacunación, al que le hubiese ampliado el título adicionando: …y más allá.

      Este libro es fruto de una rigurosa investigación que permite recrear los acontecimientos científicos que comprometieron no solo a autoridades sanitarias y políticas, sino también a la sociedad en su conjunto; además, nos enseña cómo, ante una enfermedad devastadora, la tenacidad, la perseverancia y la sapiencia de grandes hombres supieron encauzar la investigación y la innovación en salud pública para lograr erradicar este evento, que, para el escenario colombiano, registró el último caso en 1962.

      Como en las famosas películas Regreso al futuro, este libro nos permite entender que la historia es el vehículo que nos facilita visitar el pasado, pero también, con un poco de esfuerzo, prever el futuro. En este caso especial, conocer las proezas, primero en la época de la Colonia —a inicios de 1800— del primer programa global de salud pública en Suramérica, que recurrió a 22 niños huérfanos, hasta las aventuras vividas por los autores para develar aspectos filogenéticos de la vacuna.

      En el texto se señala como, luego de cuarenta años de la llegada de la vacuna a la Nueva Granada, se pierde el virus vacunal como consecuencia de los conflictos civiles de la época, lo que inició un proceso de importación desde Inglaterra y Francia, pero no siempre se conseguía recuperar el virus vivo. Mientras tanto, la enfermedad continuaba con su paso por el territorio colombiano. Así, luego de muchos años matizados por complejas situaciones, intereses y conflictos, la Junta Central de Higiene decidió crear un laboratorio central para la producción de vacuna contra la viruela.

      La anterior determinación constituye uno de los puntos centrales del libro. En la opinión de los autores, casi un siglo después de la llegada de la vacuna de Jenner a Colombia, con el Parque de Vacunación se inició una original experiencia de ciencia y tecnología, pues a partir de 1897, con escasos recursos y la dirección del joven médico veterinario Jorge Lleras Parra, comenzó un perseverante proyecto en el que la invención y la experimentación facilitaron la producción eficiente de la vacuna de viruela empleando modelos animales. De esta manera, el virus en glicerina y seco llegaron a la Colombia