El porqué del presente. Jorge Illa Boris. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Illa Boris
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786123182571
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también a la línea del pensamiento del poder teocrático, en la que la fuente del poder ya no era divina ni se correspondía más con la Corona o la persona del monarca, sino que procedía del pueblo, o nación, el cual a partir de ese momento se instituyó como el soberano. La base del postulado de la soberanía popular procede del pensamiento de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) y se fortaleció con Emmanuel Joseph Sieyès (1748-1836) en el marco de la Revolución francesa (Hobsbawm, 2003, p. 64; Fioravanti, 2014, p. 39). En esta línea, se sostiene que el pueblo nunca debe ceder su poder soberano, únicamente lo debe delegar de forma temporal a través de gobiernos representativos y, por ende, podrá reclamarlo cuando los gobernantes instituidos como tales, por el contrato social, traicionan la voluntad general, los intereses comunes. Por ello, como afirma Fioravanti (2014), uno de los mayores aportes del pensamiento revolucionario de Rousseau radicó en que el pueblo siempre debe estar activo, es decir, en constante alerta y desconfianza hacia sus gobernantes, para que evite la imposición de voluntades o intereses particulares.

      1.4 El sufragio restringido

      En la implementación de los gobiernos representativos, tras las revoluciones liberales burguesas, la participación política se restringió solo a algunos sectores de la sociedad. Así, hace cien años en la mayoría de los países occidentales el sufragio era restringido únicamente a ciertos sectores socioeconómicos de la población. Se debía cumplir con una serie de requisitos constitucionales y legales para poseer y ejercer el derecho de votar, como ser varón, poseer propiedades o pagar contribuciones al Estado, tener alguna característica racial o cultural particular, como ser blanco o tener la condición de alfabeto. La defensa de la igualdad, uno de los principios del pensamiento ilustrado del siglo xviii, no se sustentaba en una igualdad económica o social8, sino que se circunscribía al ámbito de lo político, donde los burgueses se percibían en desventaja frente al clero y, sobre todo, frente a la nobleza, desventaja que daba lugar, entre otros aspectos, a amenazas contra su propiedad.

      Es importante anotar también la diferencia entre la regulación del sufragio activo (quiénes votaban) y la del sufragio pasivo (quiénes podían ser votados); en este último caso, los requisitos eran mayores y más exigentes porque idealmente se buscaba que gobiernen los mejores o los más capacitados por condición de edad, conocimiento o cultura, y riqueza9. Otra forma de limitar la participación de la población de estratos populares fue la inclusión de un sistema electoral indirecto, es decir, de la votación de electores intermediarios a través de colegios electorales. De esta manera, la participación en elecciones era amplia en los primeros grados de votación, es decir, en la elección de electores, y reducida en la elección de las autoridades y de los cargos públicos. Siguiendo este modelo, el voto indirecto se mantuvo vigente en el siglo xix en varios países latinoamericanos como el nuestro.

      En línea con el pensamiento político de Immanuel Kant (1724-1804), la necesidad de restringir el voto a ciertos sectores de la población se justificaba en buena parte en el hecho de que no todos podían hacer uso de su razón y alcanzar, por ende, la mayoría de edad y una independencia civil. Es probable, como sostiene Fioravanti (2014, p. 38), que Kant haya arribado a esta conclusión al ser espectador contemporáneo de la etapa más radical de la Revolución francesa, la jacobina, en la que participaron los estratos sociales más bajos y que implicó un periodo de terror o violencia incompatible con los ideales y las garantías de las libertades individuales y de la protección a la propiedad. En este escenario, los hombres sin propiedades, sin educación o “incivilizados”, los hombres sin libertad y las mujeres10 no podrían —o “no debían”— participar en la elección de representantes ni en la toma de decisiones políticas. Como recuerda Przeworski (2019),

      la relación entre [la propiedad] y el poder era íntima […]. No se puede confiar en el pueblo porque puede “errar”: lo dijo James Madison, lo dijo Simón Bolívar, y también Henry Kissinger. Y el peor error que podía cometerse era utilizar los derechos políticos en la búsqueda de la igualdad social y económica, asociarse con el fin de conseguir salarios más altos, condiciones de trabajo dignas, seguridad material y atacar la “propiedad”. Incluso cuando las clases más pobres no podían ya ser excluidas del voto, surgió una plétora de ingeniosos dispositivos para neutralizar los efectos de sus derechos políticos (p. 39).

      El sufragio restringido fue incluido en las constituciones que sucedieron a las revoluciones liberales y se mantuvo aproximadamente hasta mediados del siglo xx en el mundo contemporáneo occidental. De ahí que, en sus orígenes, los primeros gobiernos representativos no fueron plenamente democráticos, pero constituyeron los marcos políticos sobre los cuales se dieron los movimientos sociales obreros y feministas de los siglos xix y xx que buscaron y lograron la ampliación de sus derechos políticos, en particular del sufragio universal masculino primero y del femenino después.

      2 Revoluciones y constituciones liberales

      Las revoluciones liberales burguesas llevaron a la práctica, aunque no de manera uniforme, los aportes teóricos del pensamiento político moderno e ilustrado que postulaban la igualdad, la libertad y la protección de la propiedad de los individuos. Se trató de puntos de partida para la formación de las constituciones políticas del mundo contemporáneo que hoy en día nos rigen y que conllevaron al establecimiento de gobiernos representativos, si bien en un principio no de carácter democrático (ver gráfico No 1). Estas revoluciones implicaron el tránsito del declive del armazón ideológico del Antiguo Régimen a un nuevo horizonte político al que progresivamente, desde entonces, se aspira llegar: de una comunidad de súbditos basada en la tenencia de privilegios a una comunidad política de ciudadanos con derechos constitucionalmente establecidos. Así, entre otros, se observarán, como principales consecuencias de las revoluciones liberales, la caducidad del absolutismo como teoría y práctica política, y el desplazamiento del dominio de la nobleza en el campo político por parte de la burguesía.

      Cabe anotar ante todo que la Revolución inglesa de 1688 —también conocida como la Revolución Gloriosa— fue la primera en eliminar el absolutismo, y su justificativo teocrático, en un territorio europeo. Por ello, sirvió como campo de análisis y reflexiones del pensamiento político moderno11, cuyos aportes serán importantes para el desarrollo del pensamiento ilustrado del siglo xviii. Desde la época bajomedieval, en Inglaterra ya se habían establecido límites a la monarquía12. En la época moderna, el Parlamento, con representación del clero y de la nobleza (Cámara de los Lores) y de la burguesía (Cámara de los Comunes), era relevante para la toma de decisiones políticas, por ejemplo, con respecto a la agregación de impuestos o a la participación en una guerra. No obstante, algunos monarcas de la dinastía de los Estuardo, que reemplazó a la dinastía Tudor desde la primera mitad del siglo xvii, se enfrentaron al Parlamento13. La oposición de estas dos fuerzas, es decir, el enfrentamiento entre el rey y el Parlamento, dio lugar al estallido de una guerra civil; y, tras un breve ensayo republicano que condujo a un momento dictatorial con Oliver Cromwell a la cabeza, tanto la burguesía como la nobleza acordaron primar el restablecimiento del orden con la aceptación del reinado de Guillermo de Orange, rey protestante que debía reconocer el poder del Parlamento con la firma de la Declaración de derechos en 1689 (Spielvogel, 2014). De esta manera, se restableció y fortaleció el sistema de la monarquía parlamentaria inglesa, el cual continúa hasta el presente. Esta revolución influyó en el desarrollo del pensamiento político moderno que más tarde constituiría parte del marco ideológico de las revoluciones liberales de fines del siglo xviii e inicios del xix.

      Gráfico N° 1. Revoluciones liberales burguesas, siglos xviii-xix

      Fuente: elaboración propia

      2.1 Revolución de las trece colonias

      La primera revolución que buscó aplicar los principios liberales, gracias a la divulgación de las ideas de la Ilustración, implicó, además, el primer proceso de descolonización en el mundo occidental. Desde el siglo xvii, las colonias británicas habían ejercido prácticas de autogobierno y regulación local, lo cual favoreció su unificación y resistencia frente a los ingleses cuando vieron mermados sus derechos e intereses. En este contexto, se generalizó el descontento en las trece colonias británicas con respecto al aumento de impuestos como