El árbol de los gatos. Marcelo Motta. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Marcelo Motta
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789878346175
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      Motta, Marcelo

      El árbol de los gatos / Marcelo Motta. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : El guardián literario, 2020.

      (Biblioteca de autor)

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      ISBN 978-987-8346-17-5

      1. Narrativa Argentina. I. Título.

      CDD A863

      © 2018, Marcelo Motta

      Diseño de cubierta e interior: Departamento de arte de Editorial Bärenhaus S.R.L.

       El guardián literario es un sello de Editorial Bärenhaus

      Todos los derechos reservados

      © 2020, Editorial Bärenhaus S.R.L.

      Publicado bajo el sello El guardián literario

      Quevedo 4014 (C1419BZL) C.A.B.A.

       www.editorialbarenhaus.com

      ISBN 978-987-8346-17-5

      1º edición: diciembre de 2018

      1º edición digital: mayo de 2020

      Conversión a formato digital: Libresque

      No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

       Sobre este libro

      Francisco Pereda, un reconocido oftalmólogo, aparece muerto en el interior de su auto. Para los peritos sería un caso más de homicidio, excepto por un detalle que les llama extremadamente la atención: los ojos de la víctima fueron extirpados.

      Este macabro hallazgo tendrá consecuencias inesperadas, tanto para Iván Roverez –el policía que llevará el caso–, como para su gran amigo Mateo Luján –un escritor amante del género policial que busca material para su primera novela–. Ambos emprenderán una escabrosa investigación, llena de mentiras y engaños, de celos y venganzas, que terminará por hacerlos descubrir que cualquiera puede ser un potencial sospechoso. Pero, más que nada, tomarán conciencia de que muchas veces las respuestas que se puedan hallar no siempre son las esperadas.

      El árbol de los gatos es una novela cargada de intriga y suspenso, en la que el policial de enigma se entremezcla y se confunde, en muchos casos, con un espeluznante thriller.

       Sobre Marcelo Motta

      Nacido en Quilmes, es profesor de Castellano, Literatura y Latín. Autor de 13 cuentos oscuros, Liposo, una épica del futuro, Otros 13 cuentos oscuros, y del poemario Vértigos. En 2013 realizó lectura de cuentos oscuros en Argentina, Italia y España. La revista Animamediática Internacional publicó dos de sus cuentos oscuros en versión castellana e italiana. Participó en la Mesa Redonda La Creatividad y sus contrarios, convocado por la revista Animamediática Internacional. Este año la revista eñe de Madrid publicó su cuento de terror El muñeco, y el sitio Leemur app le publicó su historia chat de terror Puedo leer tu mente. El árbol de los gatos es su primera novela.

       Índice

        Sobre este libro

        Dedicatoria

        Intro caso Pereda

        1

        2

        3

        4

        5

        6

        7

      Por muy disparatadas que creamos que son nuestras invenciones, nunca pueden igualar el carácter imprevisible de lo que el mundo real escupe continuamente.

      Paul Auster.

      Según parece, Francisco Pereda cruzó la calle y caminó doscientos metros hasta la cochera en busca de su Audi.

      A las ocho y cuarto de la noche la ciudad era un caos de tránsito: los coches casi tocándose, como si todos fueran un eterno gusano interminable. Oficinistas corriendo para llegar a la vereda sin mojarse, protegiéndose de la lluvia, bocinazos insoportables, y los vehículos avanzando lentos a esa hora, en aquel oscuro lugar de la ciudad. Y la lluvia que no paraba de caer. Hacía tres días que caían soretes de punta, y todos apuraban el paso para no mojarse, o tal vez para mojarse menos.

      Según el playero del estacionamiento, el médico llegó a la cochera cuando el ringtone de un teléfono antiguo activó el celular. Nancy, su secretaria, lo llamaba de la clínica. Eso lo corroboramos más tarde. Ella habría dicho algo como:

      “Doctor, la operación de córneas del señor Zamora está confirmada para mañana a las dieciocho”

      Pereda le agradeció la información y colgó.

      El doctor Francisco Pereda se había peleado con su colega y amigo, Marcelo Correa. Los dos son oftalmólogos. Competían sin desearlo, pero lo hacían. Tal vez, inconscientemente, también lo deseaban. A veces se iban de boca, o no se hablaban por una semana, y luego volvían a hacer las pases, se tomaban unas Wasteiner en el bar de la esquina, y todo quedaba en la nada. Pero dicen las malas lenguas que se echaban en cara asuntos privados. Francisco se quejaba de ciertos excesos nocturnos por parte de Marcelo —para decirlo más claro, alcohol y putas compartidas—.

      Correa, sin embargo, no se daba por aludido y le recriminaba a su colega la poca seriedad en ciertos asuntos médicos que requerían una supervisión o consulta por parte de otro médico, pero Francisco menoscababa o simplemente rechazaba las quejas de su amigo, sin más preámbulos.

      Pero esta vez había sido diferente.

      Esa tarde, y según algunos practicantes, Pereda y Correa habían discutido en voz alta, casi a los gritos. Los practicantes, que oían de lejos la discusión, vieron cómo los dos oftalmólogos se empujaban, casi a punto de irse a las manos. Miguel Suárez, uno de los custodios de la clínica, los tuvo que separar.

      Por eso Francisco llegó a la cochera, subió a su auto y, quizá intentando olvidarse del mal día y del trabajo, se instaló en la butaca de su Audi cero kilómetro, se colocó el cinturón de seguridad, seguramente encendió el mp4, y Sebastián Bach hizo lo suyo. Lo sabemos porque el pen drive estaba cargado con tres gigas de música de ese autor. Lo cierto es que Francisco tal vez se acomodó en la butaca, cerró por