Sincronía. Paula Velásquez "Escalofriada". Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Paula Velásquez "Escalofriada"
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788418013300
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tocó su hombro.

      —La próxima vez no seré tan gentil de traer tus audífonos hasta aquí. Casi se congela mi trasero en el camino, ¿sabes?

      Miró a su hermano de pies a cabeza. Se había vestido como si fuera a esquiar. Sostenía la cámara en el cuello y el trípode, guardado en el forro, colgaba en su hombro. Sus ojos verdes rodeados por unas buenas ojeras.

      —Eres un dramático.

      Frunció el ceño y secó la lágrima que había derramado hacía unos momentos con el dedo.

      —¿Estabas llorando?

      —Sí, extrañaba mucho mis audífonos.

      Él sonrió y pasó el brazo por sus hombros, ella abrazó su

      cintura.

      —¿Qué se siente saber que tu foto está en el metro? —le preguntó a su hermano.

      Se encogió de hombros.

      —No lo sé... Es como orgullo y felicidad mezcladas, pero... Es algo más... Definitivamente no es algo que se pueda describir con palabras, ¿sabes? Esas cosas solo puedes sentirlas.

      Ella asintió.

      Si le frustraba algo acerca de su don, no era que pudiera sentir las palabras, sino que no pudiera elegir qué sentir. Podía evocar las sensaciones adversas de cualquier extraño, pero no los sentimientos sublimes de las personas que amaba si ellos no los ponían en palabras. A veces, en las noches de insomnio, se imaginaba que se sentiría tener el poder total sobre su don, ser capaz de finalizar las evocaciones cuando quisiera. Miró sus audífonos blancos. Como no podía ponerle filtros a su don, ella le ponía filtros a la vida misma.

      En su camino de vuelta a la plataforma, pasaron por la banca donde había estado sentada. Estaba vacía, a excepción de unas gafas que quedaron abandonadas. Se separó de su hermano

      y caminó hasta la silla para recogerlas. Tenían el marco negro y las patas mordisqueadas. Intentó ver a través de ellas, pero el aumento hirió sus ojos. ¿De quién eran? ¿Serían del hombre que estaba hablando cuando se sentó allí? Las giró entre sus dedos. Lo mejor sería que las cubriera con algo, por si el dueño volvía por ellas. Él le recordó a la única persona que le había transmitido sus sentimientos de una forma tan poderosa pero que no había conocido jamás.

      Zack Hawkins.

      1 Península y distrito comercial de Vancouver, Canadá. Es reconocida por su mercado público.

      2 Planta de tallo rojo y verde, muy similar al apio, que es usada en repostería por su peculiar sabor ácido.

      3 Ubicada en la costa del condado de Antrim, Irlanda del Norte. Consta de 40.000 pilares hexagonales de basalto de origen volcánico. La leyenda dice que dos gigantes la formaron al lanzarse rocas entre sí.

      4 «Para amar realmente a una mujer, deja que te abrace. Hasta que sepas cómo ella necesita ser acariciada. Tienes que respirarla, realmente saborearla. Hasta que puedas sentirla en tu sangre».

      Él quería saber qué sentían sus personajes

      (Dos años y tres meses antes)

      —Kárpáthy, soy el padre Kárpáthy de la iglesia St. Michael.

      —Nunca había escuchado de esa iglesia —le contestó el joven acólito. Tenía una voz aguda, las mejillas cubiertas de acné y el cabello castaño rojizo adherido a su cabeza con varias capas de gel. No debía sobrepasar los veinte años.

      —Es porque está en Budapest, hijo. Pensé que por su nombre en inglés la reconocerías, pero tal vez su nombre en húngaro se te haga familiar: Belvarosi Szent Mihaly Templom.

      El joven apenas parpadeó.

      —No he tenido la fortuna de visitar Budapest, padre.

      —Es una lástima. Deberías visitarme cuando tengas ocasión, hay un altar barroco precioso y ofrecemos unos increíbles conciertos de música clásica. La entrada no es gratis, por supuesto, pero podría conseguirte boletos.

      Se dirigió hacia el altar, pero el acólito se interpuso en su camino.

      —Padre, eso suena maravilloso... —Se aclaró la garganta, la voz trémula—. Perdón, no quiero importunarlo, pero, como notará, estamos por oficiar una boda y estamos un poco atareados con los preparativos, así que usted no puede... Am... El padre Ross no nos avisó de su llegada y...

      —Sé lo que estás pensando y, créeme, estoy tan conmocionado como tú. Vine a visitar al padre Ross para sorprenderlo y el sorprendido he sido yo cuando vi que había llegado a las vísperas de una boda. No imaginas cuál fue mi asombro cuando él me

      pidió en persona que dijera algunas palabras para elevar el espíritu de nuestros invitados.

      El acólito se veía perplejo.

      —¿Él dijo eso? Será mejor que vaya a consultarlo con él, todavía hay cosas que preparar y...

      —Él está ocupado revisando los votos y me pidió que cerrara la puerta al salir. No considero sabio de tu parte interrumpirlo, los votos son una parte crucial en una boda. ¡Ni tiempo tuvimos de hablar! No sabes cuánta alegría le dio verme. Anoche estuvo rezando sin cesar a nuestra Reina del Santísimo Rosario y tuvo un sueño en el que un turul se posaba sobre el altar de esta iglesia. Cuando me vio supo qué significaba: era el deseo de la Madre de la Divina Gracia que yo compartiera un mensaje con esta comunidad. ¿Quiénes somos nosotros, humildes pastores, para contrariar sus designios y rechazar su beneplácito?

      El chico balbuceó un poco antes de poder responder.

      —¿Qué... qué es un turul?

      —El animal nacional de Hungría, por supuesto. Ahora

      —puso la mano en su hombro—, puedes seguir preparando el altar para el matrimonio mientras yo doy unas cuantas palabras. No me tomará mucho tiempo. El padre Ross me dijo que en cinco minutos estaría aquí.

      Pasó saliva y asintió, una gota de sudor bajaba por su frente. Antes de que el chico pudiera decir que el padre no tenía que revisar los votos, bajó del altar y se arrodilló frente a una estatua de la Virgen, luego, ante una de Cristo en la cruz y, finalmente, se dirigió al atril y le dio un beso. Se puso el micrófono de diadema.

      —En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

      —dijo persignándose, con su voz gruesa y calmada.

      Más de doscientos pares de ojos se fijaron en él. Tomados por sorpresa con su presencia, solo una cuarta parte de los invitados replicó:

      —Amén.

      Se pusieron de pie uno tras otro, la madera de los asientos formó un rumor que se escuchaba por todo el lugar. Inhaló profundo para tranquilizarse. Había una cúpula sobre su cabeza decorada con las imágenes de los doce apóstoles. Las paredes azul pálido estaban habitadas por decenas de frescos de historias bíblicas. El Arcángel Rafael y Tobías, Daniel en el foso de leones y la túnica de José fueron algunas de las que pudo reconocer. El piso estaba cubierto por un tapete rojo vino. En general, la iglesia era ostentosa y debía tener siglos.

      Solo había un término que describía su presencia allí: profanación.

      Extendió sus brazos para saludarlos.

      —La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión con el Espíritu Santo esté con todos ustedes.

      Al