Sincronía. Paula Velásquez "Escalofriada". Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Paula Velásquez "Escalofriada"
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788418013300
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Patrick.

      Ella los miró, todo rastro de diversión se borró de su rostro.

      —No voy a hacerlo.

      —Pero ¿qué dice? —preguntó Layla.

      Les dio una mirada a todos antes de leer.

      —«Besa en la boca a todas las personas de tu sexo opuesto que estén contigo».

      Patrick soltó una risa, Elijah se cruzó de brazos y se recostó en su silla.

      —Supongo que no has bebido lo suficiente.

      Contuvo el aliento. La tensión se acumuló en la sala como una neblina. Su mejor amiga clavó sus ojos oscuros en su

      hermano como una serpiente a punto de saltar sobre su presa. Rogó mentalmente que no discutieran en su cumpleaños. Antes que pudiera decir algo, Patrick respondió:

      —Vamos, ni que fuéramos tan feos que tuviera que emborracharse para besarnos.

      Negó con la cabeza. No podía culpar a Patrick, él no sabía lo que había pasado.

      La primera y única vez que Macy Hudson besó a Elijah Bramson estaba borracha. Para ella fue apenas una cosa de una noche, pero para él, que lo había deseado por años, lo fue todo. Al día siguiente, le confesó sus sentimientos y ella contestó apenada: «Si hubiera sabido lo que sentías por mí, nunca te habría besado».

      —No es eso —dijo Macy poniéndose de pie finalmente y caminando hacia la cubeta—. La única persona a la que quiero besar no está aquí.

      —Lo siento, no sabía que estabas enamorada, Macy —dijo Patrick.

      Ella tomó un huevo y lo agitó junto a su oído, le dio una sonrisa triste.

      —Él viaja mucho por su trabajo con escritores, así que es... complicado.

      Fue todo lo que dijo al respecto.

      Así era Macy, no daba explicaciones muy largas sobre su vida, ni se entretenía con detalles. Esa era la razón por la que habían simpatizado en primer lugar. Elijah tenía una mueca de disgusto en el rostro. La morena se golpeó la cabeza con el huevo y cerró los ojos.

      —¡Mierda! —exclamó y se sobó la cabeza. Luego procedió a pelar el huevo para comérselo, era uno de los duros—. Es tu turno, chef Patrick.

      Él trotó hacia el computador y le dio clic al generador. Apenas leyó, se rio y leyó su reto.

      —«Cuenta una historia asquerosa de alguien que esté contigo para avergonzarlo».

      Él la miró directamente.

      —No te atrevas, Patrick Foster.

      —Lo siento, Layla, pero después de ver la cara de Macy, no quiero enfrentarme al huevo. Tengo un cráneo sensible.

      —Sí, claro.

      —Déjame decidir cuál de todas las historias que se vienen a mi mente...

      —Ni que fueran tantas.

      —Era el almuerzo de fin de año en el Gaia’s Restaurant...

      —¡No! ¡Esa historia no! —pidió.

      Él rio.

      —Todos sabemos que Layla es un poco impresionable, ¿no? Uno se da cuenta después de tener unas cuantas conversaciones con ella. Pero en esa época, nosotros no hablábamos. De hecho, Layla no hablaba con nadie a menos que fuera de trabajo. Así que yo no sabía que a ella no se le pueden hablar de ciertas cosas.

      »Ese almuerzo, todos estábamos reunidos alrededor de una mesa ovalada y nos pusimos a hablar de cosas nuevas que habíamos probado ese año. Contamos experiencias buenas y desagradables. Cuando llegó mi turno, les hablé de ciertos gusanos, ¿de dónde eran, Layla? ¿Filipinas?

      —Te odio.

      —Ah, ¡no! ¡Eran de Tailandia! Ya lo recordé. Allá comen unos deliciosos gusanos de bambú. Yo les describí cómo eran con lujo de detalles ¿Sí saben cuáles gusanos son? Son unos blancos que...

      —Sin detalles, Foster —reclamó.

      «Sin detalles» era su frase más usada.

      —Por supuesto todos me dijeron «hey, ya basta, ya entendimos». Pero Layla... ¿cómo decirlo? Dejó más claro su desagrado.

      Macy se encogió en su asiento.

      —No quiero escuchar esto.

      —No, créeme —terció ella.

      —Se quedó con la vista fija en el plato como si hubiera visto algo un bicho ahí flotando. Estática. —Imitó sus movimientos y la expresión que hizo—. Estaba justo frente a mí en la mesa y recuerdo que miré hacia su plato para ver qué estaba mirando. Entonces ella vomitó en su comida.

      Macy y Elijah se echaron hacía atrás en sus puestos.

      —Uughhh —dijeron al unísono.

      —Todos nos quedamos en silencio. Faggot, la chica más buena onda de la cocina estaba sentada a su lado, así que puso la mano en su hombro y dijo: «¿estás bien?», y Layla la esquivó, tomó su plato y le dijo: «déjame en paz».

      Se cubrió el rostro con las manos. Ese era un recuerdo que había enterrado en el cementerio de su memoria; para su mala suerte, Patrick era un asaltatumbas, siempre estaba trayendo historias de momentos que creía olvidados.

      —No recordaba eso.

      —Entiendo por qué no era muy popular en el restaurante —dijo Elijah.

      Le dio una patada desde el sofá. Cambió el tema rápido antes de que evocara el sabor de los gusanos de bambú.

      —Es tu turno, cabeza de nabo.

      Su hermano fue al computador y probó su suerte.

      —A ver, dice: «cumplirás la penitencia que te ponga la persona mayor con la que estés». —Él frunció el ceño—. ¿Quién es el mayor aquí?

      —Layla cumple veinticinco, ¿no? —dijo Macy, ella asintió—. ¿Tú cuántos tienes, Pat?

      —Veintiséis.

      —Igual yo —dijeron Macy y Elijah al tiempo.

      —Tú no cuentas, no te puedes poner tu propia penitencia

      —dijo Macy—. ¿qué mes, Patrick?

      —Julio.

      —Mayo —dijo Macy—. Soy la mayor —concluyó, con una ceja levantada. Una sonrisa malévola de medio lado se formó en sus labios gruesos.

      Layla rio por lo bajo. No iba a tener misericordia.

      Macy entrelazó los dedos detrás de su nuca.

      —Quiero que nos cuentes toda la trama de Harry Potter y el prisionero de Azkaban en un minuto.

      Layla soltó una carcajada.

      —¡Eso es injusto! Qué estupidez —reclamó Elijah poniéndose de pie.

      —Espera, no he terminado. Quiero que lo hagas saltando en un pie.

      —Eres malvada —dijo Layla.

      Patrick ajustó su reloj.

      —¿Vas a hacerlo?

      Elijah rodó los ojos.

      —Cuando me digas.

      —Ya.

      Se tomó una pierna y empezó a saltar.

      —Harry Potter es un tonto niño mágico cuatro ojos que siempre se la arregla para meterse en problemas y tiene un amigo pelirrojo con cara de bobo y una amiga sabionda que nunca se peina.

      Patrick se rio.

      —¿No le gusta? —le preguntó