Biblioteca Studio Ghibli: La princesa Mononoke. Laura Montero Plata. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Laura Montero Plata
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417649524
Скачать книгу
con árboles de cedro a Uruk. De este modo, después de la unificación de la ciudad-estado de Uruk, la primera empresa de Gilgamesh fue matar al espíritu del bosque Humbaba. Según Umehara, permitir el asesinato del espíritu guardián del bosque fue una línea de pensamiento fundada en la civilización sumeria –que vino a forjar la fundación de la civilización occidental– y una forma similar de pensamiento se reflejaría después en los trabajos, por ejemplo, de Platón y Descartes, convirtiéndose gradualmente en el principio básico de la civilización occidental (Ishida y Furukawa, 2013: 136).

      Todo este planteamiento en torno a la figura del asesinato del espíritu del bosque deriva en cuestiones ulteriores sobre por qué la tecnología ha separado al hombre de la Naturaleza y ha provocado su progresiva degradación, una serie de interrogantes vinculada a la asunción de que el ser humano puede controlar la Naturaleza. Por lo tanto, con su versión de Gilgamesh, Umehara llegó a la conclusión de que la civilización europea acarrea con el pecado original de la destrucción de la Naturaleza (Piven y Goldberg, 2003: 245). La puesta en marcha de la civilización urbana pasa por talar bosques enteros, dejando detrás un espacio tragado por el desierto18. La civilización moderna no ha acabado solo con la foresta de sus propios países sino que también ha arrasado con la selva en parte de Asia y de la Amazonía. Según el filósofo japonés la tradición occidental ha jugado un rol determinante en la racionalización de los medios que han provocado esta catástrofe (Sleeboom, 2004: 52-53).

      Este análisis, como bien apunta la investigadora Margaret Sleeboom, nos lleva a una encrucijada en la que hay que preguntarse por la causa y el efecto: ¿fue el asesinato de Humbaba la causa de esta deforestación o es más bien un efecto inevitable del desarrollo de la civilización urbana? ¿Fue este acto una elección o realmente Gilgamesh no tuvo otra opción? La estela de todas estas cuestiones queda patente en la trama de La princesa Mononoke, la cual aunque se desvía de la premisa inicial planteada por Takeshi Umehara, sí mantiene todo el trasunto filosófico pergeñado por el dramaturgo. Éste fue el motivo por el que Studio Ghibli le pidió que escribiera un texto para el libreto promocional de la película. Miyazaki le explicó a Umehara en una entrevista conjunta, recogida en Turning Point: 1997-2008, que le había comentado a Toshio Suzuki el influjo que Gilgamesh había tenido en el largometraje y que quería rendirle un homenaje (Miyazaki, 2014a: 97). El resultado no satisfizo a Takeshi Umehara, quien consideró, acertadamente que Hayao Miyazaki debía haberse puesto en contacto con él para explicarle la situación antes del estreno del filme.

      Dentro de la relectura que Umehara hace sobre el mito de Gilgamesh, llama la atención su insistencia en señalar a la cultura occidental como la culpable de la ruptura de la relación entre hombre y Naturaleza. Es evidente que en Occidente, la visión del mundo se contempla desde una perspectiva antropocéntrica en la que el ser humano está por encima del ecosistema. Sin embargo, está posición planteada por el intelectual japonés parece remontarse a un periodo anterior, basándose en el tipo de actividad agrícola que las culturas occidental y oriental habían desarrollado a lo largo de los siglos. El investigador especializado en ciencias medioambientales, Yoshinori Yasuda, postuló una diferenciación clara al etiquetar a los pueblos surgidos de la cultura occidental como «labradores de campos y productores de lácteos» y a los de las civilizaciones orientales como «cultivadores de arrozales y pescadores». La gran diferencia entre ambos grupos, según Yasuda, era la cantidad de agua empleada en los trabajos de agricultura: para el cultivo de arrozales se requieren grandes cantidades de agua, por lo que la conservación de bosques que ayudaran a preservarla era vital para sostener el medio de vida de los granjeros. Por consiguiente, en el libro Nature Technology Creating a Fresh Approach to Technology and Lifestyle se afirma que el asesinato del espíritu del bosque nunca hubiera ocurrido en Oriente (Ishida y Furukawa, 2013: 142), porque el hombre no se situó por encima de la Naturaleza como ocurriría en la tradición occidental. En el texto se añade que la introducción del budismo en Japón ayudó a reforzar esta idea. En el periodo Kamakura (1185-1333) ya se había producido una asimilación absoluta de esta religión importada de China, y las enseñanzas Tendai hacían hincapié en que todas las criaturas de la tierra (montañas, hombres, animales, etc.) estaban imbuidas por el espíritu de Buda; por lo tanto, todas las cosas son susceptibles de alcanzar la iluminación.

      La lectura de Ishida y Furukawa sobre el asesinato del espíritu del bosque resulta sumamente problemática y cuestionable. En primer lugar porque en Japón sí se produjo una masiva destrucción del entorno a manos del hombre –como veremos en el siguiente capítulo–, pero también porque precisamente la gran cantidad de agua que se necesitaba para la plantación de arrozales obligó a alterar el paisaje de forma artificial. Por tanto, el asunto del asesinato del guardián del bosque retomado por Hayao Miyazaki no se puede estudiar desde una dicotomía Occidente-Oriente, sino como una tensión entre dos fuerzas –hombre y Naturaleza– en una era de cambio fundamental para la evolución y desarrollo de la civilización. De hecho, la conjetura postulada en Nature Technology Creating a Fresh Approach to Technology and Lifestyle, por la que hombre y medio vivían en perfecta armonía, poco parece tener que ver con la realidad agrícola del periodo Jōmon según se explica en Historia de Japón: economía, política y sociedad:

      […] la mayor parte de la información disponible para este último tramo del periodo, aproximadamente entre 1000 y 300 a.C., corresponde al nordeste de Japón, al extremo septentrional de la isla de Honshū, lo que en japonés se conoce como la región de Tōhoku. Aquí, el registro arqueológico nos muestra la continuidad de una economía de subsistencia, basada en la caza, la pesca y en la recolección de marisco y de frutos secos. Aun así, la evidencia de zonas forestales destruidas alrededor de algunos asentamientos sugiere la existencia de prácticas agrarias primitivas como el denominado «barbecho de bosque». Es decir, el incendio controlado de zonas arboladas para aprovechar la ceniza en explotaciones intensivas durante unos pocos años, hasta que eran abandonadas y sustituidas por un nuevo espacio silvestre acabado de incendiar. En otras palabras, una rotación de cultivos, aprovechando los nutrientes de la ceniza, y con la posterior recuperación del bosque, al abandonarse la actividad agraria (VVAA, 2012: 57).

      Desde un punto de vista teórico, el estudio sobre la Naturaleza –y su relación con Japón– que tendría una enorme repercusión en la filmografía de Miyazaki no se basaría en hipótesis que dividieran el mundo en términos opuestos, sino en el trabajo de un botánico japonés que propuso otro modo de releer la historia oficial japonesa.

      Con el desarrollo de su obra sobre la cultura del bosque de hoja perenne latifoliada19, Sasuke Nakao marcó de forma irreversible el marco teórico del cineasta. En el libro titulado Saibai shokubutsu to nōkō no kigen [El cultivo de plantas y el origen de la agricultura], publicado en el año 1966, Nakao sostiene que una cuarta parte de la isla de Honshū estaba cubierta por bosques de hoja perenne latifoliada. Inspirándose en la teoría del arqueólogo Eiichi Fujimori, Nakao demostró que la agricultura se inició en el periodo Jōmon; y con su cultura del bosque de hoja perenne probó que la alta presencia de este tipo de árboles permitió la coexistencia entre plantas, animales y peces. Pero, sin duda, uno de los puntos clave que influyó a Hayao Miyazaki fue que esta cultura agrícola no era exclusiva de Japón. La cultura del bosque de hoja perenne latifoliada se inició en el país de Bután y, de allí, fue expandiéndose a diversos países asiáticos. Esto llevó a Miyazaki a preguntarse sobre el verdadero origen de Japón. ¿De dónde procedían realmente? (Mayumi, 2005: 3). En contra del discurso nacionalista que llevó a Japón a la Segunda Guerra Mundial, en el que se incidía en la descripción de un país único y homogéneo, Nakao y otra serie de intelectuales –como veremos seguidamente– iniciaron a partir de los años sesenta una revisión de la historia del país, en un intento de demostrar que el bagaje, y la mezcla cultural y racional que configuró Japón, son mucho más diversos de lo que afirmaba el discurso oficial. Por tanto, el hecho de que la cultura del bosque de hoja perenne latifoliada, postulada por Nakao, tuviera su origen en Bután, reforzó en la mente de Hayao Miyazaki esta idea de que Japón no es una cultura aislada sino que forma parte del conjunto panasiático.

Illustration