Ajuriaguerra menciona que, como técnica para descubrir la existencia de la paratonía, es suficiente con pedirle al observado que relaje voluntariamente uno de sus miembros superiores dejando el “brazo muerto”, es decir, dejando caer inerte y flojo, a lo largo del tórax, el miembro que debe obedecer positivamente los movimientos comunicados. Esta maniobra del brazo muerto pone en juego una de las propiedades fundamentales de la musculatura estriada: la aptitud de entrar voluntariamente en resolución (distensión).
“En los paratónicos, los músculos examinados se contraen con un grado de intensidad y de extensión variable, pero siempre proporcional a los esfuerzos realizados por el sujeto para relajar; provocan el mantenimiento del miembro espontáneo más o menos prolongado en las posiciones o actitudes que se le imprimen. En esta anomalía del tono muscular, el músculo entra en un estado de tensión, de hipertonía, que tienen por consecuencia poner los segmentos del músculo interesado en una actitud cataleptoide momentánea; la voluntad puede, por otra parte, tan pronto modificar estas posiciones y estas actitudes, pero por medio de contracciones activas, y no por la resolución muscular que, por definición, escapa en los paratónicos al influjo voluntario” (Ajuriaguerra, 1959).
Se trata, en resumen, de una insuficiencia del poder de inhibición voluntaria sobre la musculatura de los miembros ya que fuera de la voluntad, los músculos son en el paratónico, en los estados de sueño, de distracción, etc., tan capaces de relajación y de flacidez como los otros sujetos. Esta insuficiencia del poder de inhibición voluntaria es tan extendida, sobre todo en los niveles mínimos, que cuando es poco pronunciada queda siempre latente y no merece el nombre de alteración, en el sentido patológico de la palabra. Es interesante estudiarla en sus grados elevados y con sus asociaciones con otras alteraciones del sistema motor.
La paratonía es, en general bilateral, pero asimétrica, es más intensa de un lado que del otro, a veces nula de un lado y ligera del otro.
Un excelente procedimiento de búsqueda de la paratonía, cuando es leve, consiste en exagerarla, haciendo contraer enérgicamente el puño del lado opuesto; esta maniobra muestra las relaciones estrechas que existen entre la paratonía y las sincinesias; demuestra también que ambas son alteraciones por insuficiencias de la inhibición motriz.
La paratonía, dice Ajuriaguerra (ibid.), se nos presenta como un conjunto homogéneo únicamente al describir síntomas aislados. Podemos señalar los siguientes tipos:
- Paratonía normal infantil temprana; paratonía normal más tardía que va a la par con la forma corporal del atlético, cuyo tipo patológico es el atlético epileptoide.
- Paratonía, alteración del desarrollo de los sistemas de la armadura motriz. Maduración tardía, retraso de todo el desarrollo motor y del lenguaje, torpeza, etc., todo ello considerado como coacción.
- Paratonía subnormal de situación, pasajera a veces.
- Paratonía subnormal de prestancia, en la que observamos el estrechamiento individual de los contactos afectivos, el repliegue en el cerrado mundo del conflicto, la reducción del gesto-contacto o la simbólica valorización del gesto-agresión. La motricidad es vivida como una lucha con la rigidez de la espera, la defensa total y el sobresalto, etc.
La sincinesia
Otra de las características muy significativas entre las alteraciones tónicas es la presencia de sincinesias, entendiendo por ellas a “movimientos parásitos caracterizados por la contracción involuntaria de un grupo muscular” (Coste, 1979). Proviene del griego syn, que significa con, y kínesis, entendida como movimiento.
Una de las consecuencias habituales de las sincinesias es la acentuación de la participación de los miembros superiores en los movimientos alternativos de miembros inferiores en la marcha, el origen ancestral y la significación verdadera. “Estos movimientos de los brazos representan, en efecto, en los movimientos de la marcha humana, las reliquias del paso cuadrúpedo de la locomoción de los ancestros y es interesante reencontrarlas más marcadas en los niños, en los débiles y los desequilibrados motores” (Ajuriaguerra, 1993).
La sincinesia analizada en su mecanismo y su semiología puede ser provocada, en el estado normal, en la mayoría de los sujetos en ocasiones de esfuerzos enérgicos. Es el grado en rapidez de aparición, la intensidad y la difusión del fenómeno.
Las sincinesias son movimientos parásitos, caracterizados por la contracción involuntaria de un grupo muscular. Según la clasificación de Ajuriaguerra y Stambak (Coste, 1979), en la práctica se presentan dos tipos de sincinesias: a) las llamadas sincinesias de difusión tónica, que resultan evidentes por la rigidez de una parte del cuerpo o de la totalidad de éste. En algunos individuos, pueden persistir hasta más allá de los 12 años y en otros no desaparecer. Dupré relacionó estas sincinesias con signos de debilidad motriz y con un retraso más o menos importante del desarrollo psicomotor; y b) las sincinesias de difusión tónico-cinética o imitativas, con las que el niño ve cómo su gesto se desdobla, con una intensidad menor en el hemisferio opuesto, imitando el movimiento. La prueba de las marionetas en el balance psicomotor refleja esta ausencia de independencia debida a la maduración neuromotriz. Este tipo de sincinesia comienza a atenuarse desde los 9 años y desaparece después de los doce.
La conjunción del desarrollo afectivo y emocional, de la orientación del gesto y el desarrollo del lenguaje desempeñan un papel importante en la adquisición psicomotriz de la independencia de movimientos.
Ajuriaguerra y Stambak han comprobado que niños de seis, siete y ocho años forman un primer grupo con importantes sincinesias, pero con importantes diferencias entre los de idéntica edad. Entre los nueve y los diez años, aun habiendo sincinesias, son claramente menos acusadas y es menor la dispersión de resultados. A partir de los doce años los niños prácticamente no presentan sincinesias. Estudiando comparativamente las sincinesias tónicas y las tónico-cinéticas, los autores han mostrado que la desaparición de estas últimas se efectúan progresivamente con el crecimiento. En cuanto a las primeras, la evolución es prácticamente nula entre los seis y los diez años, disminuye muy poco y los índices de dispersión son muy importantes en todo momento. A los doce, mientras las sincinesias imitativas son muy poco numerosas, en el 64% de individuos todavía hay ligeras difusiones tónicas. “El estudio genético pone bien a las claras que no tienen idéntico significado ambas sincinesias. Las sincinesias tónico-cinéticas parecen estrechamente relacionadas con los sucesivos estadios genéticos. Desaparecen poco a poco con la evolución, mientras que las tónicas parecen independientes del factor evolución; existen en todo momento en cierto número de individuos. Con frecuencia las tónicas se asocian a la paratonía; provocan tensiones tónicas siempre propicias a la difusión del movimiento. La distribución del tono en los diversos segmentos forma un todo, un conjunto formado por partes interdependientes” (Ajuriaguerra, 1993).
Según Coste (1979), la interpretación de Guilmain es sensiblemente diferente. Para él, se trata de un fenómeno único, que se manifiesta por perturbaciones con movimientos inútiles simétricos hasta los 12 años, que acaban desapareciendo. Las respuestas tónicas inapropiadas (hetero-cinesias) y que afectan a cualquier parte del cuerpo, dependen de las condiciones de la acción (fatigabilidad, rapidez, atención) y de la estructuración madurativa del sujeto. A veces persisten durante toda la vida, en forma de ecocinesias.
En terapia psicomotriz, los juegos de coordinación y de disociación ayudan al sujeto a adquirir un buen control tónico-motor. La toma de consciencia en el sentido de una actividad corporal diferenciada, ayuda a luchar contra las sincinesias. En relajación de niños, el doctor Bergés observa una persistencia de sincinesias, que se atenúan más tardíamente a lo largo de la cura que los trastornos paratónicos, que resultan más fáciles de controlar con una descontracción generalizada del propio cuerpo.
“Si las sincinesias de imitación persisten más allá de cierta edad, señalan en alguna forma el retraso motor (que constataremos también en otras pruebas). Por su parte, la difusión tónica parece estar mucho más ligada al estado tónico de base y encontrarse especialmente