Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424562
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que en toda su extensión tendría el ancho de una legua, entendiéndose comprendida en ella todas las substancias que se encontraran, como salitre, bórax, sal, azufre, etcétera, excepto oro, plata y cobre523. Es probable que tan generosas concesiones interesaran a Edwards, quien decidió ingresar al negocio si la casa Gibbs y Cía., con conocida participación en el salitre de Tarapacá, hacía otro tanto. El gerente de Gibbs en Tacna, Melbourne Clark, examinó el yacimiento y, con su juicio favorable, el 1 de marzo de 1869, Gibbs y Cía. le compró a Ossa y Puelma la mitad de los privilegios exclusivos y de las concesiones otorgadas por Bolivia, así como la mitad de las instalaciones y maquinarias en La Chimba y en el desierto524. A continuación, el 19 de marzo se constituyó en Valparaíso la sociedad Melbourne Clark y Cía., formada por Francisco Puelma, José Santos Ossa, Agustín Edwards, Melbourne Clark, George Smith —quien ya se había radicado definitivamente en su país natal— y Guillermo Gibbs y Cía. La sociedad fue subrogada más adelante, en octubre de 1872, por la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta525. Del capital de 280 mil pesos, el 56,6 por ciento correspondía a los socios chilenos y el 43,3 por ciento a los británicos. La administración general del negocio quedó en manos de Gibbs y Cía., que se obligó a adelantar a la sociedad, en calidad de préstamo, un total de 150 mil pesos al ocho por ciento de interés anual. El único agente para la compraventa de los productos de la empresa en la costa del Pacífico, en los Estados Unidos y en Europa sería también Gibbs y Cía., por intermedio de Anthony Gibbs, de Londres526.

      La caleta de La Chimba o Peña Blanca había sido el paradero del cateador chileno Juan López, quien, dedicado primero al guano, descubrió vetas de cobre en los cerros de los alrededores e instaló allí a su familia y a algunos operarios. Hacia 1867 se iniciaron los trabajos en algunas minas de cobre halladas en los cerros de la caleta de Coloso, algunos kilómetros al sur de La Chimba, que habían sido descubiertas por el copiapino Francisco Carabantes527. Por su parte, Ossa construyó una bodega en La Chimba para depositar las provisiones y herramientas utilizadas en sus expediciones, y lentamente fue formándose un pequeño caserío que experimentó algún crecimiento con la llegada del personal y de las maquinarias de Melbourne Clark y Cía. para la oficina salitrera del Salar del Carmen. La primera elaboración de salitre en dicho establecimiento, a fines de octubre de 1869, demostró que la mala calidad del caliche hacía inviable la producción528. Con todo, algunas expediciones de cateo descubrieron buenos caliches en Carmen Alto, a 122 kilómetros de La Chimba, y en Salinas, a 128 kilómetros, lo que indujo a la empresa a gestionar de las autoridades bolivianas el derecho para construir un ferrocarril desde la mencionada caleta hacia el Salar del Carmen, con prolongación hasta Salinas. Los trabajos de la vía férrea se iniciaron en diciembre de 1872.

      El terremoto de 13 de agosto de 1868, que destruyó, entre otros, los puertos de Iquique y Cobija, indujo al gobierno boliviano a darle vida oficial a La Chimba, que fue fundada el 22 de octubre de dicho año, con dependencia de la Subprefectura Departamental de Cobija. El descubrimiento en 1870 del mineral de plata de Caracoles originó un intenso movimiento de personas y bienes, que, hecho en un principio a través de Cobija, se desvió hacia La Chimba por haberse hallado una ruta más directa entre ese yacimiento y la costa. El gobierno boliviano debió, por consiguiente, establecer allí diversas dependencias administrativas, a las que se agregaron casas para los obreros, bodegas, almacenes, canchas para depositar salitre y una máquina resacadora de agua. En 1870 La Chimba, que pasó a llamarse Antofagasta, tenía entre 300 y 400 habitantes. Como se había autorizado la constitución de municipales con extranjeros residentes, al constituirse el 25 de enero el Cuerpo de Agentes Municipales de Antofagasta, de los nueve elegidos, seis eran chilenos, dos alemanes y uno inglés. Al mismo tiempo se organizó una Guardia de Orden y Seguridad529.

      El derrocamiento de Melgarejo en diciembre de 1870 y su sustitución por el coronel y después general Agustín Morales, asesinado en 1872, originó graves problemas a Melbourne Clark y Cía., y después a su sucesora, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, cuyas consecuencias políticas e internacionales se examinan en otra parte. Las principales de ellas, contenidas en las leyes de 9 y 14 de agosto de 1871, fue la anulación de muchos actos del gobierno de Melgarejo, entre ellos las ventas, enajenaciones, adjudicaciones y concesiones de terrenos

      Al oriente de Tocopilla, en el sector denominado El Toco, el descubrimiento de salitre originó varias concesiones a partir de 1870 en favor de Juan Forrastal, Francisco Allenk, Juan Vargas, Marcelino del Castillo, José Luis Ruiz y otros. Melbourne Clark y Cía., en conocimiento de tales adjudicaciones, hizo la reclamación del caso por intermedio de José Santos Ossa ante el gobierno boliviano. Este, reconociendo que dichas concesiones se oponían al privilegio de la empresa, procedió a anularlas. El chileno José Antonio Barrenechea, que exploró El Toco entre 1870 y 1871 y descubrió caliches en las proximidades de Chacance, en la margen izquierda del río Loa, se benefició de la nueva política del gobierno de La Paz tras la caída de Melgarejo, y obtuvo una concesión en ese lugar el 6 de septiembre de 1871. Nuevos descubrimientos en la región hechos por Leonardo Dolhabaratz, Federico James, Narciso de la Riva, Francisco S. Ojeda y Pedro López Gama fueron seguidos de las respectivas concesiones en favor de ellos o de las sociedades que formaron, pero la falta de capitales impidió el desarrollo de las salitreras del sector de El Toco530.

      También en el decenio de 1870 se iniciaron exploraciones en Taltal, en la región septentrional de Chile, tras el salitre. Así lo aconsejaban tanto la política salitrera puesta en práctica por Bolivia como la verdadera fiebre que se desató en el Perú en torno al nitrato y que se tradujo en la formación de numerosas sociedades, fuertemente capitalizadas, que comenzaron a desplazar a los inversionistas chilenos. Se sabía de la existencia de salitre en el interior de Taltal, pues José Antonio Moreno lo había descubierto en una de sus exploraciones. Este, sin embargo, estaba interesado en el cobre y se dedicó a la explotación de sus minas en Paposo. En 1871 una expedición financiada por Emilio Concha y Toro y Juan Francisco Rivas descubrió yacimientos de nitrato en las proximidades de la Aguada de Cachiyuyal, y en septiembre de ese año los interesados pidieron a la Intendencia de Atacama la adjudicación de ellos, procediéndose al año siguiente a su mensura531. Saliendo desde Antofagasta en dirección suroriente, una expedición organizada por Emeterio Moreno encontró depósitos de salitre en Aguas Blancas, a unos 90 kilómetros de dicho puerto. A partir de 1877 destacaron en nuevas exploraciones y en el registro de pedimentos Manuel Ossa Ruiz, Daniel Oliva, Rafael Barazarte, Emigdio Ossa y Vicente Bañados. Sin embargo, una vez más, las dificultades del transporte y la carencia de puertos constituyeron un freno al desenvolvimiento de la industria.

      José Victorino Lastarria, como ministro del Interior de Aníbal Pinto entre septiembre de 1876 y octubre de 1877 y como conocedor práctico y poco afortunado de la minería, tuvo especial interés en favorecer el desarrollo de esa actividad con el establecimiento de puertos y la construcción de caminos. Para ello dispuso la realización de un estudio de la costa norte de la provincia de Atacama, labor que cumplió una comisión de dos ingenieros embarcados en la Abtao en octubre de 1876. Se concluyó que la caleta Remiendos, en la cual desembocaba una quebrada que permitía el acceso hacia los yacimientos de nitrato, era la más apropiada, y en abril de 1877 se la convirtió en puerto menor con el nombre de Blanco Encalada. Sin embargo, para los establecimientos de Aguas Blancas resultó más conveniente el embarque del producto por Antofagasta, y los de Cachiyuyal, por Taltal. También el ministro Lastarria le encargó a Amado Pissis la elaboración de un informe sobre las zonas salitreras de Aguas Blancas y Cachiyuyal, el cual confirmó el potencial de ellas. El ingeniero Aurelio Lastarria, por último, hizo un estudio sobre las vías de comunicación en la zona y un proyecto de tendido ferroviario532.

      Velozmente se sucedieron las peticiones de concesiones salitreras, en que con seguridad se mezclaban las de los verdaderos interesados en la actividad con las de quienes las consideraban una posible especulación. Llama la atención, por ejemplo, la existencia de miembros de una misma familia, cada uno de los cuales presentaba peticiones de adjudicación, como ocurrió con la familia Severín, así como el elevado número de mujeres que perseguía tales adjudicaciones. Daniel Oliva, Vicente Bañados, Manuel Ossa, Olegario Pairoa y Carlos María Lamarca hicieron pedimentos en La Lautaro, “situada como a cuatro leguas más o menos de Agua Verde de Cachiyuyal,