Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424562
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leña, estos alzaron en 1868 un establecimiento en Ñilhue, cuyos hornos de fundición y de calcinación utilizaron el carbón de piedra454. En todas esas minas los trabajos se hacían “según el sistema antiguo”, y el acarreo de los minerales estaba entregado a los apires455.

      En la provincia de Santiago la extracción de minerales de cobre fue en la segunda mitad del siglo XIX de importancia menor, salvo los yacimientos de Batuco, San Pedro Nolasco y San Francisco del Volcán, y algunas minas en los cerros de Aculeo y Chocalán, cuyas producciones se fundían en el establecimiento alzado por la sociedad Letelier y Pinochet a orillas de la laguna de Aculeo, para aprovechar el bosque nativo de la hacienda, propiedad desde 1871 de los hermanos José y Wenceslao Letelier. La fundición se mantuvo hasta 1886456. En el sector montañoso y oriental de la gran hacienda de La Compañía el prestigioso médico inglés Guillermo Blest trabajó durante varios años, en sociedad con el dueño del predio, Juan de Dios Correa, el mineral de El Teniente. Federico Gana Munizaga administraba hacia 1860 dicho mineral, cuya potencia pudo establecerse en 1870457. Alrededor de ese mismo año Nazario Elguin, en medio de un litigio por un pedimento de una mina de plata en Las Condes, denunció una estaca en otro paraje, que resultó ser una riquísima mina de cobre458.

      La actividad extractiva, sin duda muy intensa, se ciñó, como se ha subrayado, a técnicas anticuadas y a un reducido uso de capital, lo que, entre otras cosas, se tradujo en un limitado uso de maquinarias modernas, no obstante que en la Exposición Internacional de 1875 se exhibieron muchas de estas. Salvo contadas excepciones, en general, las minas se trabajaban con pirquineros, sistema que muy a menudo producía el aterramiento de ellas. Problemas habituales, como el transporte del material dentro de las minas, se continuaban enfrentando solo con la fuerza humana. Y la conducción de los minerales a las fundiciones y a los puertos se hacía en carretas o con burros y mulas, en pésimos caminos. No puede extrañar, por consiguiente, la modestia de los resultados exhibidos por la minería del cobre. En efecto, se ha estimado la producción anual de este metal entre 1831 y 1840 en 45 mil toneladas, para descender en el decenio de 1840 a alrededor de 10 mil toneladas anuales. A partir de 1852 las estimaciones hacen subir lentamente la producción, que en 1860 llega a 34 mil toneladas y en 1864 a 43 mil toneladas, oscilando en torno a esa cifra hasta 1881, con un máximo de 52 mil toneladas en 1869 y 1876. Ya a mediados del decenio de 1880 se puede advertir el sostenido descenso de la producción, que oscila entre las 20 mil y las 30 mil toneladas anuales, cuando en el mundo sumaba por sobre las 200 mil toneladas459.

      CARBÓN

      Aunque ya a principios del siglo XIX se extraía carbón en la zona de Concepción, la preferencia por la leña en la industria minera no alentó la demanda por aquel. Por otra parte, la carencia de naves de cabotaje encarecía el transporte. Consecuencia de lo anterior, según lo observó en 1822 Maria Graham, fue que “el carbón de Concepción, a pesar de su abundancia y buena calidad y de estar situada la mina a 300 millas de distancia, cuesta en Valparaíso más caro que el que se trae de Inglaterra”460. Y el problema no podía dejar de interesar a la viajera inglesa, pues en julio de ese año había llegado a Chile el primer buque de vapor, el Rising Star.

      En 1825 el cónsul inglés en Chile, Christopher Richard Nugent, le informaba a Lord Canning que, dada la gran cantidad de carbón que era posible encontrar “casi en la superficie” al sur de la desembocadura del río Biobío, “con toda probabilidad será el lugar en donde se instalen muchos establecimientos carboníferos”461. Pero fueron las necesidades de los fundidores de cobre las que estimularon la exploración de vetas de carbón. En la quebrada de la Ternera, en la provincia de Atacama, se había descubierto antracita, pero su alto contenido de sílice no la hacía apta para servir de combustible462. Ya en 1839 Francisco Javier Rosales, representante de Chile en Francia, había contratado en Burdeos al polaco Leonardo Lachowski, ingeniero titulado en la Escuela de Minería de Saint Étienne, para que dirigiera los trabajos de reconocimiento y explotación del carbón de piedra en Talcahuano. Llegado al país en 1840, desempeñó ese cargo hasta mayo de 1841. Como ya se indicó, Joaquín Edwards Ossandón, cuya planta de Coquimbo sufría de la falta de leña, decidió instalar un nuevo establecimiento en Lirquén, localidad en la que poseía un molino y en la que era fácil la provisión de combustible. Su cuñado, Tomás Smith, había iniciado labores en varias bocaminas de carbón en dicha localidad, pero los resultados no fueron favorables463, por lo que, según se ha visto, en 1847 Jorge Rojas Miranda, administrador de la planta de Lirquén, utilizó el carbón extraído de las minas de Cerro Verde, en Talcahuano464. Las necesidades experimentadas por los buques de la Pacific Steam Navigation Company, empresa organizada en Inglaterra por el norteamericano William Wheelwright en 1840, la llevaron a realizar varios sondeos en busca de carbón en el morro de Talcahuano entre 1842 y 1847. Aunque el combustible, por ser hullas y lignitos, tenía menor poder calorífico que la antracita proveniente de Gran Bretaña, y en ocasiones mostraba un elevado contenido de agua y de material intercalado, los buques de la compañía inglesa continuaron empleándolo, e incluso se exportó al Perú entre 20 mil y 25 mil toneladas entre 1844 y 1850465. En enero de 1857 Francisco Antonio Pinto informaba desde Valparaíso a su hijo Aníbal del zarpe de la fragata San Rafael con destino a Coronel para cargar 800 toneladas de carbón con destino al Callao, “donde dicen que estaba a buen precio”466. En 1844 Juan Mackay instaló faenas en Andalién, las que prosiguió hasta 1853, año en que se trasladó a Coronel. Poco después vendió sus propiedades en ese lugar y se instaló en Lebu, donde, tras las labores de reconocimiento emprendidas en 1854, inició la extracción de carbón para vender su establecimiento en 1872 a Maximiano Errázuriz. También en Coronel, en el cerro Puchoco, empezó a trabajar en la minería del carbón desde 1850 el ya aludido Jorge Rojas. Al iniciarse el decenio de 1880 el yacimiento de Puchoco tenía en explotación tres chiflones con 700 operarios, y la producción alcanzaba en ocasiones a las 300 toneladas diarias467. Poco después de Rojas se establecieron en Puchoco Federico W. Schwager, Guillermo Gibson Délano y Pablo H. Délano. En diciembre de 1859 estos formaron la Compañía Carbonífera de Puchoco468. Hacia 1870 trabajaban en la empresa 800 personas, tanto en la explotación del carbón como en la fábrica de ladrillos refractarios y en una de botellas que, pese a las inversiones realizadas y a contar con operarios alemanes, en 1869 no lograba consolidarse469. Con la posterior adquisición por Schwager de las minas de Délano organizó el primero la Compañía Carbonífera y de Fundición Schwager. Al concluir el decenio de 1870 dicha empresa tenía 700 trabajadores, ocho máquinas a vapor, un ferrocarril de más de cinco kilómetros para transportar el combustible desde las bocaminas hasta las canchas o directamente al muelle metálico de embarque, y estaba en condiciones de producir entre 60 mil y 75 mil toneladas anuales. En las proximidades se habían construido galpones para los obreros y sus familias, que en total sumaban mil 200 a mil 500 habitantes, más una escuela para hombres y otra para niñas. La fundición de cobre, situada en el extremo norte del puerto de Coronel, constaba de ocho hornos de calcinación, cinco de reverbero reformado, todos con una sola chimenea, y un trapiche, más dos máquinas a vapor, y estaba servida por 180 a 200 operarios470.

      En 1856, José Tomás de Urmeneta, que había ingresado a los negocios de fundición de cobre y de elaboración de gas de alumbrado, y aspiraba a producir su propio combustible, formó una sociedad para la explotación de yacimientos carboníferos en Lota y Coronel, en la que participó junto a su hermano Jerónimo y a los hermanos penquistas Isidoro y Teodoro Cotapos, quienes estarían a cargo de la explotación471. Se sabe que la sociedad adquirió parte de los intereses que tenía Matías Cousiño en Lota472 y trabajó minas en los sectores de Playa Negra, Roble Corcovado y Puchoco. Como la gestión de los hermanos Cotapos no fue exitosa, en 1869 el yacimiento fue vendido a Luis Cousiño. Sin embargo, ya en 1865 Urmeneta había iniciado, junto a su yerno Maximiano Errázuriz, conversaciones con Juan Mac Kay para la explotación del carbón descubierto por este en las inmediaciones del río Lebu. La empresa, que giró bajo la razón social de Juan Mac Kay y Cía., encontró dificultades por la mala calidad del carbón y por los problemas para su embarque. En 1872 los socios Urmeneta y Mac Kay vendieron sus acciones a Errázuriz, quien decidió seguir con la explotación con la Compañía Carbonífera de Lebu473.