Las primeras oficinas que con enormes esfuerzos se lograron montar al sur del paralelo 24 fueron “María Teresa”, de Hernán Puelma y Ruperto Echeverría; “Oriente”, de Benjamín Fisher y asociados, y “Santa Rosa”, de Edmundo Eastman y Carrasco Hermanos. Las maquinarias fueron encargadas a Valparaíso y construidas por Balfour, Lyon y Cía. Solo avanzado el año 1878 Emeterio Moreno, uno de los descubridores del salitre en Aguas Blancas, pudo levantar su oficina de paradas, que más adelante denominó “Esmeralda”. A esta se agregó la oficina “La Central”, de Julián González Alegre, y cinco oficinas más, que en junio de 1881 produjeron alrededor de 50 mil quintales de salitre534. En el cantón de Taltal la producción se inició en el segundo semestre de 1879 en las oficinas “Lautaro”, de Lamarca y Ossa Hnos., “Germania”, de Saint Marie y Lappé, y “Lagunas”, de Rafael Barazarte.
El desenvolvimiento de la industria salitrera, que había tomado gran fuerza en los años iniciales del decenio de 1870, sufrió graves tropiezos debido al intento del presidente Prado de establecer un monopolio estatal en la producción del nitrato y, más adelante, por las determinaciones del gobierno boliviano sobre la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, materias que se examinan en otros capítulos.
GUANO
Aunque por su naturaleza orgánica no puede incluirse propiamente en la minería no metálica, su aprovechamiento obliga a técnicas extractivas que asimilan esa actividad a la minería. Utilizado el guano ya en el Perú prehispánico, donde se habían formado enormes depósitos con las deyecciones de guanayes (Phalacrocorax bougainvillii), piqueros (Sula variegata) y pelícanos (Pelecanus thagus), fue llevado a Europa por Humboldt en 1804, y en 1824 se hicieron los primeros ensayos del producto para su utilización como abono. Hacia 1840 se inició su explotación en el Perú, en especial en las islas Lobos de Tierra y Lobos de Afuera, en el norte, frente al departamento de Lambayeque, y en las islas de Chincha, frente al departamento de Ica, a unos 180 kilómetros al sur del Callao535. Había, por cierto, covaderas a lo largo de toda la costa del Pacífico y en África, pero la abundancia de lluvias en las regiones tropicales, al eliminar los compuestos fosfóricos y nitrogenados del guano, le hacía perder su calidad de abono, lo que no ocurre en la costa peruana por sus condiciones hidrológicas. Las formaciones más antiguas producían el llamado guano colorado, que en las islas Chincha se extraía de capas de entre siete y 25 metros. En la isla Lobos de Afuera se explotaron capas de más de 60 metros536. Es un polvo impalpable, de color rojizo, anaranjado o gris, sin ninguna estructura orgánica y de olor poco penetrante. El guano blanco o nuevo, tiene, al contrario, un intenso olor amoniacal y restos de plumas y huesos.
Pronto el interés despertado en el Perú por el guano se extendió a Chile, y, como antes se ha indicado, por ley de 31 de octubre de 1842 se declaró de propiedad nacional todas las guaneras existentes en la costa de la provincia de Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama y en las islas e islotes adyacentes. Dispuso esa ley que los buques nacionales o extranjeros que sacaren guano “de cualquiera de los puntos comprendido en la demarcación” anterior —que, como se puede observar, no era especialmente precisa— caería en comiso, con la carga que se hallare a su bordo. Por último, se autorizó al Presidente de la República para gravar el guano, por el término de cinco años, con un derecho de salida, para remitirlo al extranjero por cuenta de la nación o para ponerlo en remate por un plazo no superior a cinco años. Hacia 1862 la sociedad chilena Torres y Cía. inició la explotación del guano rojo en Mejillones. Los problemas entre Chile y Bolivia por el litoral llevaron a la paralización de esa faena en 1864, cuando se había construido un camino de la playa al morro, se contaba con una máquina resacadora de agua y trabajaban allí 70 peones con 62 animales y tres carretas537. Una ley de 26 de diciembre de 1863, dictada como consecuencia de las indicadas fricciones con el gobierno boliviano, dispuso que las guaneras de propiedad del Estado solo podrían explotarse mediante contratos de arriendo celebrados por el gobierno con uno o más particulares, a quienes se concederían por partes dichos depósitos para que los trabajasen con sujeción a las normas de un reglamento. Los contratos no podrían exceder de cinco años y el precio mínimo sería de dos pesos con 50 centavos por tonelada de 920 kilos538.
Las gestiones del chileno Aniceto Vergara Albano y del francés Henri Arnous de Rivière, que actuaba en representación de Jean Lucien Arman, armador e interesado en la explotación del guano de Mejillones, ante el presidente boliviano Melgarejo, llevaron a un singular resultado: Chile y Bolivia concurrirían juntos para otorgar a Arman la concesión que le permitiera extraer hasta un millón 500 mil toneladas métricas de guano, más los minerales metálicos, de la península de Mejillones entre los grados 23 y 24 de latitud sur. Entre el 1 de enero de 1868 y el 1 de enero de 1870 el contratista debía exportar 30 mil toneladas anuales, y desde 1870 en adelante, 40 mil toneladas al año hasta completar el millón y medio. Arman pagaría cinco pesos chilenos por tonelada, que se repartirían por mitad entre Chile y Bolivia. A este último país, Arman le haría un adelanto de 200 mil pesos. El contrato consultaba la entrega de terrenos para edificios, oficinas y para la nueva población de Mejillones539.
El 25 de enero de 1867 el gobierno boliviano decretó la fundación formal de la villa, conocida después como San Luciano de Mejillones, que en abril de ese año comprendía un malecón, un pequeño muelle, cinco casas, 45 carpas y unos 300 operarios. El 12 de abril zarpó a Europa el primer buque con 500 toneladas de guano de la concesión Arman540. Sin embargo, los largos periodos de inactividad de la empresa eran un claro indicio de que la explotación no era rentable por la calidad del producto, es decir, por el bajo porcentaje de nitrógeno o de fósforo en comparación con los guanos peruanos.
Las dificultades financieras de Arman obligaron a Arnous de Rivière a contratar con Henry Meiggs y Jesse Wetmore —que había tenido a su cargo las obras realizadas en Mejillones— la extracción y embarque del guano. Gracias a la acción de los empresarios norteamericanos, la actividad de Mejillones recibió un fuerte impulso y entre el 31 de julio y el 23 de septiembre de 1867 habían entrado en la bahía siete buques, cinco de los cuales cargaron guano. Para hacer frente a su delicada situación económica, Arman formó el 12 de febrero de 1868 la Société Anonyme des Guanos de Mejillones, con un capital de 15 millones de francos, constituido por las concesiones de guanos y minas, más los materiales, construcciones e instalaciones541. El fracaso de la iniciativa impulsó a Arnous de Rivière a arrendar la explotación de la concesión, pero el 5 de diciembre de 1868 Chile y Bolivia le entregaron a Henry Meiggs la explotación del guano, actividad de la que se retiró en agosto de 1871542. Aunque el gobierno de Chile mantuvo su esperanza en el éxito de la producción del abono, los resultados económicos no fueron positivos. Al iniciarse el año 1879, se puso en práctica un mecanismo destinado a interesar en la búsqueda de covaderas. En efecto, la ley de 17 de enero de dicho año estableció en su artículo 1° que a los descubridores de covaderas en el territorio del país se les concedería la mitad de las utilidades líquidas que reportare el Estado en su explotación, hasta la suma de 100 mil pesos. Asimismo, dispuso esa ley que la explotación de los depósitos se concedería por lotes o en su totalidad, y que la adjudicación se haría en licitación pública, según las reglas establecidas en ella para asegurar el conocimiento sobre las guaneras y la publicidad de las licitaciones543.
La guerra y, más tarde, el auge salitrero, dejaron de lado la explotación de las covaderas, no obstante la existencia de varias en la costa de Tarapacá.
238 Fernando Silva y Juan Eduardo Vargas (eds.), Historia de la República de Chile, I, p. 636 y ss.
239 Fernando Silva Vargas, “Comerciantes, habilitadores y mineros: Una aproximación al estudio de la mentalidad empresarial en los primeros años de Chile republicano (1817-1840)”, en vv.aa., Empresa privada, Escuela de Negocios de Valparaíso, Santiago, 1977, p. 50.