Muchos evangelistas se emocionan con la primera parte de la multitud, «gran número creyó». Toman fotografías y hablan de cientos de conversiones. Se olvidan de la segunda parte de la multitud, «se convirtió al Señor». Creer y no convertirse es la mitad del esfuerzo evangelístico. ¡Es contar peces sin haber sido pescados!
El mundo necesita ser transformado por el poder del evangelio. La iglesia tiene como misión asignada la Gran Comisión para ver al mundo convertido a Jesucristo. No es convertir al mundo entero, es que invitemos un alma al templo, le hablemos de Jesucristo, y que ocurra en su corazón el milagro de la regeneración o el nuevo nacimiento. La fórmula de la salvación es: C + C= S (creer más conversión equivale a la salvación). La otra fórmula es la de la reconciliación: A + P = R (arrepentimiento más perdón equivale a reconciliación).
Alguien te habló de Jesucristo. Alguien te invitó a la iglesia. Alguien te hizo un llamamiento. ¡Creíste y te convertiste! Hoy eres un hijo o una hija de Dios, lavado o lavada por la sangre del Cordero Jesucristo y estás lleno o llena del Espíritu Santo. Aunque quieras volver a ser lo que eras, te es muy difícil, te has convertido. ¡El mundo no puede ser tu hogar! ¡El cielo es tu ciudadanía!
Hoy el mundo tiene como meta ver a la iglesia reclutada para él. Cada vez el mundo se hace más atrayente para la iglesia, de tal manera que existen grupos cristianos donde no hay que irse al mundo para disfrutar del mundo. Pero por otro lado, la iglesia se hace menos atrayente para el mundo, porque el mundo ve en la iglesia más de lo mismo que tiene como mundo. El mundo busca a una iglesia que sea iglesia, no que juegue a iglesia. El mundo no quiere ver a una iglesia que se parezca a él, sino que quiere ver a una iglesia donde haya esperanza, haya perdón, haya amor, haya transformación.
Dietrich Bonhoeffer escribió sobre la Iglesia rechazada por el mundo: «Quien pertenece al cuerpo de Cristo está liberado del mundo, es llamado a salir de él; y es preciso que esto se haga visible al mundo, no sólo por la comunión del culto y del orden en la Iglesia, sino también por la nueva comunión de la vida fraterna. Cuando el mundo desprecia a un hermano, el cristiano le amará y servirá; cuando el mundo usa la violencia contra este hermano, el cristiano le ayudará y le consolará; cuando el mundo le deshonre y ofenda, el cristiano entregará su honor a cambio del oprobio de su hermano. Cuando el mundo busque su provecho, el cristiano se negará a hacerlo; cuando el mundo practique la explotación, él se desprenderá de todo; cuando el mundo practique la opresión, él se someterá para salir victorioso. Si el mundo se cierra a la justicia, él practicará la misericordia; si el mundo se envuelve en la mentira, él abrirá la boca para defender a los mudos y dará testimonio de la verdad. Por amor a su hermano –judío o griego, esclavo o libre, fuerte o débil, noble o no– renunciará a toda otra comunión en el mundo, porque está al servicio de la comunión del cuerpo de Cristo. No puede permanecer oculto al mundo en esta comunión. Ha sido llamado y sigue a Cristo» (El Precio de la Gracia: El Seguimiento, Ediciones Sígueme, Salamanca 2004, pag. 192).
Ya la iglesia no se quiere llamar Iglesia, sino Centro. Ya no se quiere el título de Pastor, sino de Apóstol. Ya no se dice: «El Señor te bendiga», sino «Eres bendecido». Ya no se habla de «hermano», sino de «compañero». Ya no se emplea el término «himno», sino «canción». Ya no se dice «retiro», sino «encuentro».
Y lo digo con respeto, y no quiero ofender a nadie, porque tengo buenos amigos que dirigen buenos centros de evangelismo y misiones a quienes respeto mucho. ¡Pero ahora, el apostolado es la fiebre de la Iglesia! Más que una iglesia pentecostal nos hemos transformado en una iglesia de nomenclatura apostólica.
2. La notificación a Bernabé
«Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía» (Hch. 11:22).
La noticia. «Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén...». Toda buena noticia de lo que sucede en la iglesia en general debe llegar a oídos de las congregaciones.
Lamentablemente, las malas noticias de la Iglesia corren más rápido que las buenas noticias. Cae un ministro de la gracia de Jesucristo o lo sorprenden en algún escándalo moral y explota como la pólvora. Algo pasa a un hermano de la Iglesia y el mundo se entera de inmediato. La tecnología en las redes sociales es un río para llevar chismes o desacreditar a muchos que son de la Iglesia. El chismoso añade a lo que escuchó o dice lo que no le dijeron.
«El chismoso anda contando secretos; pero los que son dignos de confianza saben guardar una confidencia» (Prov. 11:13, NTV).
«El alborotador siembra conflictos; el chisme separa a los mejores amigos» (Prov. 16:28, NTV).
«¡Qué sabrosos son los chismes, pero cuánto daño causan!» (Prov. 18:8, TLA).
«El chismoso anda por ahí ventilando secretos, así que no andes con los que hablan de más» (Prov. 20:19, NTV).
«El fuego se apaga cuando falta madera, y las peleas se acaban cuando termina el chisme» (Prov. 26:20, NTV).
¡Los chismes están en el portal de Facebook! ¡Se lee más a Facebook que a la Biblia! Cuando necesites que Dios te hable, no abras tu Facebook, abre tu Biblia.
En la endecha o elegía expresada por David como luto por Saúl, Jonatán y otros hijos, declararon: «¡No se lo digan a nadie en Gat, ni lo cuenten por las calles de Ascalón! ¡Que no se alegren las ciudades filisteas, ni haga fiesta esa gente idólatra!» (2 Sam. 1:20, TLA).
Pero los logros y éxitos de un soldado de la cruz, muchas veces pasan desapercibidos o ignorados. Para muchos los reconocimientos serán póstumos, si es que los hacen y serán rápidamente archivados en las gavetas del olvido. Muchos siervos de Dios mueren sin honra y demasiado pronto son olvidados.
La delegación. «... y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía». Antioquía de Siria, al igual que Roma y Alejandría, eran ciudades grandes y famosas del Imperio Romano. En ellas se encontraba de todo, desde muchos cultos religiosos hasta los mayores placeres inmorales. Ese avivamiento que trajo salvación en Antioquía, hizo que la iglesia madre de Jerusalén, enviara a Bernabé como delegado para traer un informe de lo acontecido. Y este discípulo colaborador, benévolo, de corazón altruista fue hasta Antioquía y vio el trabajo.
El trabajo de la obra debe ser supervisado por dirigentes calificados para este trabajo. Muchos fracasos se deben a la falta de evaluación y supervisión. La palabra griega que traduce «supervisor» es «episkopos» y se traduce en español «obispo». Ese título «obispo» es utilizado en muchos concilios pentecostales. Y se ajusta bíblicamente al trabajo de los mismos.
Bernabé era oriundo de Chipre, y ese trabajo en Antioquía fue fruto de «unos varones de Chipre y de Cirene» (Hch. 4:36-37). Ellos fueron los instrumentos que iniciaron la obra misionera en Antioquía en Siria. Quizá, por ser algunos de esos plantadores de Chipre, es que la iglesia de Jerusalén decidió enviar a Bernabé que era un levita chipriota, un hombre que conocía bien dos culturas la judía y la gentil. Era un judío helenista (Hch. 4:36).
3. La selección de Pablo
«Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía» (Hch. 11:25).
En Tarso, Saulo pasó probablemente unos 9 años arropado a la sombra del silencio. Uno debe esperar ese momento de ser utilizado. El que busca promoverse a sí mismo, puede interrumpir el programa de Jesucristo para su vida. No busques la posición, esta llegará a ti. No persigas la fama, si está es para ti, la misma correrá detrás de ti.
La misión. Bernabé, el Chipriota, como mentor de Saulo, después de ver el trabajo en Antioquía de Siria, reconoció que necesitaba un ayudante y viajó hasta Tarso para buscar a Saulo de Tarso. Y allí invitó a su hermano en la fe, para que se sumara a su equipo en lo que sería su primera asignación misionera con él como compañero misionero.