Sermones actuales sobre Pablo. Kittim Silva. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Kittim Silva
Издательство: Bookwire
Серия: Sermones actuales
Жанр произведения: Религиозные тексты
Год издания: 0
isbn: 9788417131777
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segundos o terceros o sextos... son de gran importancia en el éxito o el fracaso de un líder. Ellos y ellas son los dos ojos extras, los dos oídos extras, las dos manos extras, los dos pies extras, las dos piernas extras.

      En Wikipedia se da una definición de la palabra «sinergia»: «Sinergia (del griego συνεργία, «cooperación») quiere decir literalmente trabajando en conjunto. Es un vocablo acuñado por el diseñador, arquitecto, visionario e inventor Richard Buckminster Fuller, refiriéndose al fenómeno en el cual el efecto de la influencia o trabajo de dos o más agentes actuando en conjunto es mayor al esperado considerando la suma de las acciones de los agentes por separado».

      Necesitamos trabajar en cooperación. En vez del esfuerzo dividirse y debilitarse, el mismo se puede duplicar en fuerzas, en logros, en propósito, en lograr algo y en alcanzar algo. Pero nos hemos vuelto muy egoístas. Se habla más de lo ‘mío’ que de lo ‘nuestro’. Somos más eficaces apoyando la visión recibida, que inventando otras visiones.

      Un buey mueve el doble de su fuerza, dos bueyes mueven el doble y un quinto más de su fuerza. Dijo el gran sabio del Eclesiastés: «La verdad, ‘más valen dos que uno’, porque sacan más provecho de lo que hacen» (Ecl. 4:9, TLA).

      En Num. 10:29-32 leemos: «Moisés le dijo a su pariente Hobab hijo de Reuel, el madianita: Nosotros vamos al territorio que Dios nos va a dar. Ven con nosotros. Te trataremos bien, como Dios ha prometido tratarnos. Pero Hobab le contestó: No, gracias. Prefiero regresar a la región en donde viven mis parientes. Moisés le volvió a decir: No nos dejes. Tú conoces bien el desierto y sabes dónde podemos acampar. Si vienes con nosotros y nos guías, te daremos una parte de todo lo que Dios nos dé» (TLA).

      Si Hobab siguió o no a Moisés, no lo sabremos nunca. Si no lo hizo, perdió una gran oportunidad de caminar junto a un gran siervo de Dios como lo fue Moisés. Andar al lado de un líder de reino, hace mucho bien.

      La asignación. «... y le enviaron a Tarso». Saulo regresaría al lugar de su nacimiento. (Quien escribe hace muchos años que visitó Tarso, y bebió agua del Pozo de Tarso. Recuerdo siempre el Arco de la Puerta Principal de Tarso). Coincidiendo con el viaje de Saulo a Tarso, vino un tiempo de refrigerio donde estaban las iglesias del Señor. ¿Qué tiempo estuvo Saulo en Tarso? Posiblemente varios años, donde reflexionó y afiló la teología cristiana. No fueron años improductivos, sino de formación teológica. Ese tiempo de anonimato era esencial para que del perseguidor de la Iglesia emergiera un apóstol a los gentiles. Todo el que es llamado al ministerio debe pasar por un tiempo de preparación y de formación espiritual y ministerial.

      Pasarían catorce años antes de que Pablo de Tarso subiera a Jerusalén, para explicar a los jerarcas de la iglesia su misión a los gentiles: «Catorce años después, Dios me hizo ver que yo debía ir a Jerusalén. En esa ocasión me acompañaron Bernabé y Tito. Allí nos reunimos con los miembros de la iglesia, y les explicamos el mensaje que yo anuncio a los que no son judíos. Luego me reuní a solas con los que eran reconocidos como líderes de la iglesia, pues quería estar seguro de que mi trabajo, pasado y presente, no iba a resultar un esfuerzo inútil» (Ga. 2:1-2, TLA).

      Y oro para que por lo menos, en nuestras organizaciones pentecostales, los Institutos Bíblicos no desaparezcan. Si estuvieron llenos de bendiciones antes de nosotros y para nosotros, lo serán para las próximas generaciones emergentes de misioneros, predicadores, evangelistas, pastores y maestros. Los Institutos Bíblicos ayudan a abrir la mano ministerial de los cinco dones de oficio de Jesucristo para la Iglesia.

      Con o sin Saulo de Tarso, el apasionado predicador, la obra del Señor continuaría adelante. Y en efecto así lo fue. ¡No somos imprescindibles! La obra no se caerá por nuestra ausencia. La obra se mantiene por la presencia de nuestro Señor Jesucristo. Él es quien la mantiene y quien la sostiene contra viento y marea.

      «Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo» (Hch. 9:31).

      Esas tres aéreas de «Judea, Galilea y Samaria» eran el foco inicial del trabajo misionero de la Iglesia Primitiva. El trabajo misionero comienza en nuestra zona geográfica. Se enfoca en nuestro norte, nuestro sur y nuestro mundo circundante. Aquellas comunidades de fe y de esperanza tenían paz. Fueron comunidades fundamentadas en la fe, temerosas en el servicio a Dios, y su fuerza provenía de la presencia del Espíritu Santo.

      Un ministerio eficaz es promovido por el Espíritu Santo. El Señor Jesucristo está ya levantando en esta generación los José, los Josué, los David, los Eliseos, los Josías, los Joacim, los Daniel, los Pedro, los Bernabé, los Pablo. Y cuenta contigo para esta hora de la Iglesia y las misiones.

      El Espíritu Santo da vida y fortaleza a la Iglesia, mueve a la misma, dirige a esta, la equipa para el ministerio y el servicio a los santos. Una congregación ungida por el Espíritu Santo es poderosa en señales y milagros. Y cumple con la razón de ser, que es adorar y alabar a Dios. Pero también cumple con su misión que es alcanzar a un mundo con el mensaje de Jesucristo, trayendo esperanza en su presente.

      Conclusión

      Saulo de Tarso, una vez convertido, ya no se movía por su voluntad, sino por la voluntad de Dios. Su nueva pasión era Jesucristo y su misión, la misión de hablar de ese nombre a todo el que pudiera.

      La misión de Pablo

      Hechos 11:25, RVR1960

       «Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo, y hallándole, le trajo a Antioquía».

      Introducción

      Bernabé dio la cara por Pablo cuando el liderazgo de la Iglesia de Jerusalén lo miraba con sospechas. Ahora, años después, Bernabé es el instrumento para tomar de la mano nuevamente a Pablo y de introducirlo en las misiones.

      1. La evangelización a otros

      «Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor» (Hch. 11:21).

      El contexto de este pasaje nos describe la persecución que tomó lugar con la muerte de Esteban: «Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos» (Hch. 11:19).

      La persecución encendió la llama de la Gran Comisión. Muchas veces las pruebas nos llevan a acercarnos más a nuestro Señor Jesucristo y servirle en su obra. En las pruebas necesitamos buscar refugio espiritual bajo las alas del Espíritu Santo. Grandes hombres y mujeres de Jesucristo, fueron formados para el ministerio bajo el yunque de las pruebas y el fuego del Espíritu Santo.

      «Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús» (Hch. 11:20). La palabra para griegos es «helenistas». El alcance de la Gran Comisión no se limitó a los judíos, alcanzó a los griegos. Aquellos chipriotas y cirineos fueron mensajeros del evangelio de Jesús en Antioquía de Siria. Iban por dondequiera hablando de la mejor noticia que era Jesús. Eran laicos con dones del Espíritu Santo al servicio de la Iglesia.

      La Traducción En Lenguaje Actual de Hechos 11:21 dice así: «Y Dios les dio poder y los ayudó para que muchos aceptaran el mensaje y creyeran en Jesús».

      La ayuda. «Y la mano del Señor estaba con ellos...» (Hch. 11:21). Es un aforismo para dejar ver que el poder de Jesucristo se manifestaba sobre la joven iglesia. Toda tarea misional y pastoral será infructuosa si «la mano del Señor» no está con nosotros. No se debe trabajar para el Señor sin el Señor. Más importante que la viña es el Señor de la viña. Mayor que los recursos misioneros es «la mano del Señor». No podemos sufrir más por la obra que lo que Jesucristo sufrió por esta. No podemos amar más a la obra que lo que Jesucristo la ha amado. El Señor cuenta con nosotros, pero no depende de nosotros.

      El efecto. «... y gran