3. Principales corrientes en la ética del deporte
3.1. De la ontología a la ética. De lo descriptivo a lo normativo, ¿un buen comienzo?
3.4. Internalismo amplio o interpretacionismo
4. Conclusión: joven, pero vigorosa
1. Una panorámica sobre el proceso de urbanización
2. Miradas multidisciplinares sobre la ciudad
3. Aproximaciones éticas contemporáneas a la ciudad
4. La ética de la ciudad como ética aplicada
5. La revolución urbana será ética o no será
2. Las causas de que algo resulte cómico
3. La evaluación ética de la emoción que expresa la risa.
4. La risa nos enseña un plan de vida inmune al ridículo
5. El humor promueve virtudes éticas
6. Mis trabajos sobre la ética del humor
7. La ética del humor como teoría ética
7.1. La ética del humor y el paradigma de la biología
7.2. La racionalidad biológica persigue la salud y la supervivencia en condiciones confortables
7.4. El método clínico-ético como método médico-filosófico de la ética del humor
7.5. El humor como punto arquimédico de una nueva teoría ética
8. La ética del humor como ética aplicada: los límites del humor
9. La aplicación de la ética del humor a la sanidad
10. La aplicación de la ética del humor a la empresa
11. La aplicación de la ética del humor a la educación
PRÓLOGO
Lo que se conoce con el nombre de “ética aplicada” inició su esplendoroso andar en la década del setenta de nuestro pasado siglo veinte. Desde entonces la expresión se viene utilizando con gran profusión en Estados Unidos y luego a nivel mundial. Sin embargo, ante ella se han producido reacciones bien distintas.
Por una parte, profesionales, ciudadanos y gobiernos exigen con sobrados motivos un mayor nivel ético en las distintas esferas sociales y, sobre todo, la institucionalización de ese nivel en comités, comisiones, guidelines y documentos bien perfilados, de suerte que es la realidad social misma la que exige a la filosofía moral comprometerse con la vida corriente.
Por otra parte, por lo que hace a los filósofos morales, la respuesta ha sido bien diversa. Mientras que autores tan alejados entre sí, como Jürgen Habermas o Alasdair MacIntyre se niegan a dar por bueno que la ética contenga una dimensión aplicada —el primero por entender que esa es tarea de las ciencias sociales o de la educación, el segundo por considerar que la ética aplicada descansa en un error—, un buen número de neoaristotélicos y deontologistas, como también de los utilitaristas, se adentraron desde el comienzo en los caminos de la aplicación. Nacieron así las éticas aplicadas, que fueron, en primer lugar, la ética de la tierra, la ética del desarrollo, la bioética y la ética de la empresa (o de los negocios).
Más tarde han ido surgiendo la ética de las profesiones, la genética, la ecoética, la ética de los medios, la ética política, la infoética, la ética del consumo y tantas otras que van cubriendo las distintas esferas de la vida social. Hasta el punto de que puede decirse que las éticas aplicadas son ya una realidad social, irreversible en los distintos países, que dan cuerpo al sueño hegeliano de encarnar la moralidad en las instituciones. La tarea de la razón práctica no consiste solo en enunciar lo que se debe hacer, sino también en tomar carne en las instituciones, transformándolas desde dentro. De ahí que la ética aplicada sea un elemento ineludible de cualquier diseño institucional que desee funcionar con bien, incluso lo es de cualquier proyecto de investigación que quiera recibir el visto bueno.
Las publicaciones periódicas y las bibliografías sobre ética aplicada han proliferado de forma inusitada en los distintos campos. Así, empresas, administraciones públicas y colegios profesionales han incorporado los nuevos modos éticos de saber y hacer, mientras las universidades de todo el mundo han creado diferentes cátedras, titulaciones y centros de investigación.
El presente volumen reúne una serie de trabajos que abordan diferentes ámbitos de la ética aplicada. Algunos de ellos son, a estas alturas,