No llores que vas a ser feliz. Neus Roig. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neus Roig
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417743802
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Sanclemente, RTVE

      

      «El trabajo meticuloso de Neus Roig ha aportado números visibles a un drama real.»

      Iolanda López, TV3

      Prólogo

      De la verdad más alta que la luna

      El motivo por el que los hechos que relata este libro han pasado desapercibidos durante tanto tiempo, el desconocimiento y la indiferencia con el que la sociedad española ha convivido con la realidad de los bebés robados, es altamente significativo y preocupante; y, en cierta manera, explica mucho sobre el subconsciente colectivo con el que vivimos el proceso de transición de la dictadura a la democracia. Pero estoy firmemente convencido de que ninguna sociedad puede vivir sin exorcizar sus demonios más íntimos y que el robo masivo de bebés durante más de sesenta años en España tiene también, finalmente, que florecer en una solución colectiva y constructiva que dé una solución definitiva a las víctimas y cierre uno de los capítulos más negros de nuestra historia. Decía en uno de sus poemas más memorables el poeta barcelonés Gil de Biedma que «entre todas las historias de la Historia, la más triste es la de España porque termina mal»; trae y denuncia ese pesimismo histórico, en no pocas ocasiones autocomplaciente y justificativo, que arrastramos cuanto menos desde la crisis del 98, y que pesa en nuestra conciencia colectiva como una losa dolorosa que dificulta, cuando no impide directamente, avances de futuro. Pero ha llegado ya el momento, de que asumamos sin complejos nuestras miserias, miremos a la cara a los demonios del pasado, acabemos con los silencios autoimpuestos, dejemos de mirar hacia otro lado y afrontemos con decidido brío la construcción de un futuro mejor.

      Como explica la investigadora Neus Roig en esta obra compleja y completa, durante muchos años en España muchos hijos fueron arrancados de sus madres, bien mediante el ejercicio violento de la autoridad, bien bajo amenazas y coacción o, en ocasiones, bajo mentiras y engaños, eso sí, casi siempre desde estructuras de poder directa o indirectamente amparadas o vinculadas con el Estado. Es cierto, como insiste algún estudioso, que podemos remontarnos a etapas históricas muy lejanas, y que en cualquier sociedad encontraremos instituciones o mecanismos destinados a la usurpación de recién nacidos para ponerlos bajo la tutela y educación de otros padres; pero los hechos que aquí se relatan, y que conforman un entramado masivo y sistemático, tienen un origen político e ideológico muy concreto, y solo en este contexto y en esta realidad, así lo entiendo yo, puede analizarse y entenderse.

      Durante la barbarie que supuso la Guerra Civil, y los actos de crueldad y brutalidad que toda contienda conlleva en todos sus bandos, cuando el autodenominado «bando nacional» se hacía con el control de zonas del territorio que se habían mantenido leales a la República, se iniciaba un duro proceso de represión y depuración que se extendió tras el fin de la Guerra Civil el 1 de abril de 1939 y que durará, en su rigor más extremo, cuanto menos hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

      La represión fue especialmente dura y cruel contra las mujeres republicanas, militantes en causas sociales y de progreso, y también, en muchos casos, sobre las madres, esposas e hijas de los luchadores republicanos. Atacar la condición de mujer era la respuesta espontánea desde concepciones morales basadas en la superioridad del hombre y en el fanfarroneo de la virilidad, que encajaba adecuadamente con aquellas concepciones religiosas que preconizaban el sometimiento y la sumisión de la mujer.

      Muchas mujeres, detenidas y encarceladas por pertenecer ellas, o sus padres, maridos e hijos a partidos, sindicatos y entidades republicanas, consideradas ahora desafectas al nuevo régimen político nacido del golpe de Estado del 18 de julio, sufrieron la tortura, el maltrato y la humillación en las cárceles políticas del primer franquismo. Aquellas que habían sido madres recientes, o que estaban embarazadas, en no pocos casos sufrieron la crueldad de ver cómo sus hijos eran arrebatados para entregarlos a familias afectas a la España nacional. No faltó incluso algún intelectual que decidió teorizar la necesidad de erradicar el «gen rojo» en estos recién nacidos que todavía no habían podido sufrir las malas influencias de sus madres, preconizando la necesidad de una política de Estado destinada a dar una buena familia nacionalcatólica a aquellos niños que, de ser dejados al cuidado de las madres »rojas», podrían ser el germen de futuros problemas para el nuevo Estado naciente. Hay centenares de historias de vidas de mujeres que relatan la experiencia personal, o de compañeras de celda, a las que se esperó a su parto para ajusticiarlas con la pena de muerte, las que tras su condena político-penal se les arrebataron los niños, y también aquellas que condenadas a la miseria y a la arbitrariedad, no tuvieron más remedio que entregar a sus hijos, bajo coacción y amenaza, para que se criaran en manos ajenas. Algunas películas de cine, obras literarias, memorias, testimonios, historias de vida han permitido conocer la extrema crueldad represiva que se vivió en las cárceles de mujeres durante la Guerra y la inmediata posguerra; sin embargo, la suerte y el destino de los bebés robados han quedado cubiertos por ese halo de polvo o esa neblina oscura con los que, en ocasiones, se cubren espacios de la historia sobre los que renunciamos a conocer y pensar.

      Derrotado el fascismo y el nazismo en el centro de Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, las veleidades totalitarias del primer franquismo buscaron encontrar acomodo en el nuevo concierto de las naciones, principalmente de la mano del concordato con la Santa Sede, y el establecimiento de relaciones con los Estados Unidos, situando la dictadura franquista como el «centinela de Occidente» y último reducto tras los Pirineos para frenar el comunismo totalitario soviético. Lentamente, España se abrirá al mundo moderno, pasando de los delirios autarquistas a los Planes de Desarrollo, y de la hegemonía germanófila de Serrano Suñer a los gobiernos tecnócratas de los «lopeces». El nacionalcatolicismo emergía como ideología dominante, entregando el monopolio de la educación a la Iglesia católica e imponiendo un férreo control sobre las costumbres y las expresiones públicas de los españoles —y, en especial, de la moralidad de las mujeres— junto con un autoritarismo represivo en el terreno político y en las relaciones laborales. España, se decía, debía funcionar «con la disciplina de un cuartel y la moralidad de un convento». Y, una vez más, la mujer era la víctima principal y el centro de los freudianos delirios represivos del aparato autoritario nacionalcatólico.

      En 1952 se creaba el Patronato de Protección de la Mujer, bajo la presidencia de honor de doña Carmen Polo de Franco, que tenía como objetivo legalmente declarado velar «por todas aquellas mujeres que, caídas, desean recuperar su dignidad», y cuyas instituciones represivas perduraron hasta 1985… ¡hasta 1985! Miles de mujeres, hasta la edad de veinticinco años, fueron encerradas sin juicio, condenadas a trabajos forzados de lavandería, cocina, limpieza y costura, principalmente, y cuyos hijos —de ingresar embarazadas— eran en muchos casos robados bajo inducción, coacción, amenaza o engaño.

      Ya no estamos ante un modelo de represión político-ideológico, más propio de un Estado totalitario fascista, sino ante un modelo de represión moral —de las mujeres— socialmente impuesto para lograr mediante el miedo, la coacción y la restricción de las libertades, el control social y político de la sociedad española. Ya no son aquellas presas políticas, ahora son mujeres con mala conducta moral, con comportamientos públicos inadecuados a la cerrada hipocresía franquista, muchas de ellas analfabetas, venidas del pueblo para servir en casas de la nueva burguesía especulativa de las grandes ciudades, en no pocas ocasiones objeto de abusos y de maltrato, y que ante su protesta encontraban indiferencia y represión, chicas jóvenes desafortunadamente embarazadas, mujeres embarazadas por actos de violencia, mujeres coaccionadas y sometidas por el hambre y la miseria… Poco a poco, la historia de estas instituciones, sus documentos, sus archivos, así como historias de vida, biografía y narraciones, van aflorando a la realidad; pero, una vez más, la historia y la intrahistoria de esos niños robados queda entre los algodones sucios del silencio y el olvido.

      Y en no pocas ocasiones la represión moral se convierte en negocio; un sustancioso negocio donde aquellos que desean tener un hijo pueden llegar a pagar cualquier precio, donde los niños pueden ser el regalo de Navidad o de aniversario, el perdón y el consuelo para las dificultades de un matrimonio; como se decía, «un matrimonio sin hijos es como un jardín sin flores». Y aquí ya no importan bandos