Un libro para las damas: Estudios acerca de la educación de la mujer. María del Pilar Sinués de Marco. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María del Pilar Sinués de Marco
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 4057664114150
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dependencia, si es un yugo para la mujer, es tambien para ella el amparo, la proteccion, y debe desear solamente que no se lo impongan de hierro, y que aunque ciña su cuello, deje á su corazon y á su pensamiento la facultad de obrar los prodigios de bondad que nuestro sexo sabe llevar á cabo.

      Por eso la emancipacion de la mujer es un sueño peligroso, y llegaria á ser una gran desgracia si se realizase.

      La mujer para ser dichosa necesita de amparo y proteccion, moral y materialmente hablando, y el dia que lo olvide, puede decir que ha arrojado al abismo todas sus probabilidades de dicha, y debe resignarse á una vida solitaria y triste, que debe considerarse como una muerte moral.

      II.

      Acaso esta necesidad de apoyo en la mujer consiste en su educacion atrasada, y en que ningun estudio serio ha venido á endurecer su carácter y á dar un temple firme á su corazon; más la verdad, esto, á mi juicio, le hace muy poca falta, y con tal que sepa lo necesario para dar á sus hijos la educacion moral y religiosa que necesitan, con tal que enseñe á sus hijas á ser buenas esposas y buenas madres, ha llenado por completo su modesta, pero importante mision.

      Creo, ademas, que á ningun español le agradaria para esposa una mujer sábia y científica, que por ir á explicar una cátedra, dejase sus hijos y su casa á merced de los criados.

      No es esto que yo abogue por la ignorancia de la mujer: pienso, al contrario, que debe cultivarse con cuidado su espíritu; pues como dice con mucha gracia una poetisa amiga mia,

      No porque haya faroles en la villa,

      Ha de estar el hogar sin lamparilla.

      Pero esta lamparilla debe encenderse para que su suave luz ilumine á la familia y comunique un dulce y grato resplandor á la casa.

      Nunca como hoy es necesaria la mujer en su casa: en otro tiempo, el hombre era el administrador natural de la fortuna de la familia; el que calculaba y el que cuidaba del porvenir de su esposa é hijos; hoy, sobre todo en Madrid, las discusiones políticas, las juntas patrióticas, los clubs, las manifestaciones en que de contínuo pasea las calles, absorben todo su tiempo, y apénas está en su casa las horas precisas para comer y dormir.

      Si á la mujer se la hace sábia y se la da ademas la libertad de emplear y lucir su sabiduría, ¿quién velará por la fortuna y por la educacion de sus hijos? ¿quién por el buen órden de la casa, por la armonía interior, por el bienestar doméstico, único positivo de la vida?

      El hombre, fatigado por las luchas de la política, por el malestar y las decepciones que traen consigo los negocios, necesita el fresco oásis donde descansar del abrasado arenal, que cada dia tiene que cruzar en el desierto de la existencia.

      Cuanto más se haga dificultoso el camino, más la compañera que ha elegido necesita hacerle grato y sosegado el lugar del reposo. Al entrar en su casa debe hallar el dulce silencio de la paz y las melodías de la risa, que son la expresion de la alegría y de la felicidad: el órden, que es el bienestar, la armonía, que es la gracia, le harán grata la estancia en su casa, y tal vez, como el ilustre y desgraciado escritor Cárlos Bernard, tendrá el buen gusto de preferir el blando sosiego de su salon á las luchas de afuera, y á los salones donde impera la ambicion.

      III.

      El dilema es claro y cualquiera espíritu sano lo puede resolver sin dificultad.

      Puesto que el hombre no está jamas en su casa, nunca como ahora ha sido la casa el lugar que debe ocupar la mujer.

      Puesto que la mujer hace falta en la casa y no fuera, lo lógico es que se la eduque para la casa y que se la enseñe, no sólo lo necesario para dirigirla bien, sino lo preciso para que la embellezca: la música, el dibujo, los idiomas, para que pueda conocer la literatura extranjera con perfeccion, para que pueda elevar su entendimiento, cultivar su espíritu, empaparse en los buenos ejemplos é imitar los modelos de las virtudes.

      Y puesto que la mujer tiene dentro de las paredes de su casa tan florido y tan bello campo donde moverse; puesto que tiene á su cargo la noble tarea de hacer la dicha de los suyos; puesto que le es dado pensar y sentir, ¿para qué necesita la libertad y para qué ha de dársele?

      ¿Qué puede hacer de su libertad la huérfana que ha perdido á los autores de sus dias?

      ¿Adónde irá sola? ¿Podrá viajar? ¿Podrá presentarse en los salones sin una compañía respetada y respetable? ¿Podrá recibir á sus amigos? ¿Qué hará, pues, de su libertad? ¿Qué objeto tiene?

      La libertad completa se llama y debe llamarse aislamiento, tratándose de la mujer, que se mueve en una esfera muy limitada, esfera de sentimiento y no de pasiones é intereses materiales.

      La que pierde á un marido á quien amaba, ni estima su libertad ni hace tampoco uso de ella. ¿Qué hay comparable al lazo de flores de una union feliz? ¿Qué hay en el mundo más bello que las dulces alegrías de una union legítima, bendecida de Dios, aprobada por los hombres, sancionada por todas las leyes morales, indisoluble por las armonías del alma y por las afinidades del espíritu? Y cuando todo esto se ha perdido, ¿hay acaso fuerza en el alma para tratar de buscarlo de nuevo? ¿Hay probabilidades de hallarlo, aunque se busque? ¿Qué es la libertad, cuando se ha perdido aquel bien inapreciable, que es tan raro en la vida, y por lo mismo tan precioso? Las vulgares coqueterías y los afectos vulgares, ¿podrán llenar aquel vacío?

      IV.

      Áun la mujer que ha quedado libre por la muerte de un marido que valia poco, queda más oprimida con su libertad que ántes se hallaba con su esclavitud, porque en el mismo sufrimiento, llevado con resignacion, hay siempre consuelo, como compensacion otorgada por el cielo al deber cumplido; la vida sin deberes es una vida estéril, triste, más triste que la que tiene rudas obligaciones que llenar.

      Es preferible vivir en el dolor á vegetar sin emociones y sin afectos; es preferible sufrir á no sentir nada.

      Las palabras deber y sacrificio son incomprensibles para las almas débiles y los espíritus viciados; mas para las organizaciones escogidas y nobles están llenas de encanto, y en el cumplimiento del deber, en la abnegacion del sacrificio, hallan sublimes compensaciones.

      ¡Ay de aquella que no tiene deberes que cumplir! ¡Más ganaria en tenerlos muy rudos!

      Sólo cuando la mujer ha llegado al invierno de la vida es cuando puede considerarse un tanto libre á costa, sin embargo, de estar más aislada. Con los cabellos blancos puede salir, recibir é ir á todas partes sola; pero, ¡á cuán subido precio habrá comprado esa independencia!

      --La vida acaba donde termina el amor--dice San Bernardo, y nunca como en la vejez se ansía inspirar y sentir afecciones verdaderas y legítimas.

      Amemos los lazos que nos unen al deber, y no ambicionemos una libertad de que no sabemos qué uso hacer cuando el alma conserva su santo pudor.

       Índice

      I.

      La reputacion de bufo está hoy á la moda, y, sin embargo, me parece la ménos envidiable de las reputaciones.

      Me gusta la seriedad en los hombres, y más áun en las mujeres.

      No obstante, á mi juicio, el carácter de la seriedad en ambos sexos debe ser muy diferente. La seriedad varonil debe ser grave; la femenil, dulce.

      La seriedad en la mujer, significa y debe llamarse dignidad; en el hombre es simplemente seriedad.

      Repito que no me gustan los hombres chistosos: por lucir una gracia, por hacer alarde de ingenio, sacrificarán á su hermano, á su mejor amigo.

      El chiste es siempre resbaladizo y peligroso; muchas veces es cruel: nada respeta, á todo se atreve, y por lo mismo prueba poca altura de sentimientos.

      Pascal lo ha dicho: palabras chistosas, mala alma; y ésta es una de las verdades terribles del gran pensador.