Ser emprendedor
Analizar y gestionar los recursos humanos, materiales y temporales
Planificar y programar los objetivos
Aplicar las técnicas específicas del management
Organizar
Ejecutar
Controlar
Ser emprendedor
La palabra emprendedor deriva de la voz francesa «entrepreneur», que aparece al comienzo del siglo XVI para designar a los hombres relacionados con las expediciones militares. A principios del siglo XVIII, los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, a los creadores de rutas y caminos y a los arquitectos. Se aplicaba al individuo encargado de utilizar los factores de producción, el trabajo de los siervos, los materiales y los recursos del señor feudal o del rey y asumir el riesgo para la construcción de edificios o armamentos. En un sentido económico fue definida por primera vez por el escritor Richard Antillón en 1755 como el proceso de enfrentarse a la incertidumbre. Pero no fue hasta principios del siglo XX cuando se reconoció el rol de emprendedor y de riesgo económicamente hablando. Joseph Schumpeter, economista alemán emigrado a EE.UU., al aceptar una cátedra en la Universidad de Harvard, habló del emprendedor como centro del sistema económico: «el beneficio proviene del cambio, y el cambio es producido por el empresario innovador», siendo la innovación la razón de ser del entrepreneur22 que se convierte en líder, teniendo la capacidad de transformación y cambio, lo que significa llevar a término cuatro tareas esenciales:
1 Principios
2 Valores
3 Visión
4 Misión
Principios
El líder debe tener una clara conciencia de sus convicciones más profundas para poder definir los principios de la organización sobre los cuales se han de asentar las actividades y las conductas de las personas, así como las relaciones con clientes, proveedores, compañeros, usuarios... Evidentemente, para ser emprendedor se requiere una gran fuerza de voluntad, una energía interna que te movilice más allá del marco de referencia que conoces y en el que se mueves.
Los principios, éticamente hablando, son normas de conducta que la persona ha tomado como referencia por las cuales rige sus actos, encauza su acción y toma decisiones.
Cualquier actividad humana se rige por principios; incluso cuando son varias personas las que interactúan es necesario que se pongan de acuerdo en los principios que van a aceptar en común. Por ejemplo, si vamos a jugar al ajedrez, aceptaremos los que son propios a este juego (disposición del tablero, cuadro blanco a la derecha del mismo, situación de las fichas, número de casillas y alternancia, movimientos, etc.) Así sabremos a qué atenernos si jugamos.
La Convención de Ginebra marca los principios que habitualmente aceptan los bandos en guerra para humanizar esta en la medida de lo posible.
También existen principios que las empresas establecen para regular las relaciones con los stakeholders o partes interesadas con las que se relacionan: aceptar o no regalos de sus proveedores a partir de cierto importe, igualdad de oportunidades a sus empleados sin distinción de raza, impedir la discriminación salarial por motivos de sexo…
Valores
Son el conjunto de pautas que el individuo o la organización establece para las personas en las relaciones sociales. Los valores permiten ponderar tanto la importancia ética como estética de las cosas, por lo que constituyen una cualidad que hace que las cosas puedan ser estimadas en sentido positivo o negativo. Sus características son:
La objetividad: son independientes del sujeto
La polaridad: todo valor tiene su contravalor
El grado: se experimentan o viven en diversa intensidad o escala dependiendo del individuo
La jerarquía: unos valores son superiores y otros son inferiores de forma subjetiva para cada persona cuando los ponemos en relación
En el caso del ajedrez podríamos decir que alguno de sus valores podrían ser: no hacer trampas en el juego, aceptar la derrota con dignidad, ganar sin pedantería…
El proceder de las personas que dirigen una organización siempre e inexcusablemente está vinculado a sus valores personales, y esto se materializa en el comportamiento y la toma de decisiones de cada día, cada minuto y en cada una de sus actuaciones. De ahí la importancia de conseguir que el equipo sea homogéneo en sus convicciones básicas (huyendo de la clonación mental, del pensamiento único y del monocultivo intelectual), así como dedicar el tiempo necesario para realizar una adecuada selección. De lo que se desprende la importancia real que, cada vez con mayor fuerza, va adquiriendo el departamento de Recursos Humanos o de personal.
«Si lo que se comprometió a hacer se centra en principios, usted logrará de forma gradual basarse en principios. Cumpla la promesa que se hizo a sí mismo e incrementará su integridad. Una de las mejores formas para fortalecer nuestra voluntad independiente radica en hacer y cumplir promesas. Cada vez que esto sucede, realizamos depósitos en nuestra cuenta de integridad personal. Es una metáfora que describe el grado de confianza que tenemos en nosotros mismos, en nuestra capacidad para hacer lo que decimos23».
Sí, la «dirección por objetivos» continua plenamente vigente pese a sus detractores, como se lleva demostrando durante décadas. Pero junto a ella, más recientemente, camina paralela la «dirección con valores».
La parte filosófica de la planificación es crucial. Con ella definimos una actitud, una forma y un estilo de vida, nuestros principios y valores, aquello de lo que estamos profundamente convencidos, así como de los límites que jamás traspasaremos, condicionando y canalizando así nuestro modo de actuar.
Es por tanto esencial que los valores que se elijan y se persigan en la vida personal se correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean y se sientan como verdaderos, pues solo así pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales en todos los ámbitos y circunstancias.
Como ejemplo de lo expuesto podemos leer el discurso de Albert Einstein en Berlín en el otoño de 1932 a la Liga Germana de Derechos Humanos, titulado Mi Credo, descargándonos el contenido de este bidi:
Todos tenemos principios y valores sobre los que asentamos nuestra conducta y actuación, aunque tal vez no los tengamos redactados, pero escribirlos es un buen ejercicio personal de meditación, reflexión y autoanálisis que nos ayudará a conocernos a nosotros mismos.
Visión
El líder determina la visión de la organización, su proyección temporal. Lo que deseamos llegar a ser en un futuro inmediato más o menos lejano pero alcanzable, pues ser capaz de fijar una visión no es lo mismo que ser un visionario. Toda empresa comienza con un sueño; el líder es capaz de avistar más allá del horizonte de tiempo inmediato e imaginar las atractivas oportunidades que le esperan a él y a sus seguidores al llegar a destino. Debe albergar el deseo de hacer «algo» para que «algo» ocurra, de cambiar la forma en que son las cosas, de crear aquello que nunca se haya creado antes o que sea suficientemente retador.
En el ejemplo de la partida de ajedrez podría ser ganar haciendo jaque mate al contrario o ser el vencedor del campeonato mundial.
Sentado en un banco de un parque de diversiones, Walt Disney observaba a sus hijas, Diane y Sharon, jugar. En ese instante se percató de las condiciones del lugar: era asqueroso, antihigiénico, el ruido ensordecedor, las atracciones muy semejantes entre sí, y por si eso fuera poco, el servicio de los empleados resultaba pésimo. También notó que, mientras los niños se divertían, sus padres no tenían nada más que hacer; paseaban por el parque, mirando y vigilando a sus hijos. Disney recordó los centenares de cartas que recibía de personas que le expresaban