La cafeína del liderazgo en un mundo "light". Félix Velasco Álvaro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Félix Velasco Álvaro
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Управление, подбор персонала
Год издания: 0
isbn: 9788416994595
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       Ser emprendedor

       Analizar y gestionar los recursos humanos, materiales y temporales

       Planificar y programar los objetivos

       Aplicar las técnicas específicas del management

       Organizar

       Ejecutar

       Controlar

      Ser emprendedor

      1 Principios

      2 Valores

      3 Visión

      4 Misión

      Principios

      El líder debe tener una clara conciencia de sus convicciones más profundas para poder definir los principios de la organización sobre los cuales se han de asentar las actividades y las conductas de las personas, así como las relaciones con clientes, proveedores, compañeros, usuarios... Evidentemente, para ser emprendedor se requiere una gran fuerza de voluntad, una energía interna que te movilice más allá del marco de referencia que conoces y en el que se mueves.

      Los principios, éticamente hablando, son normas de conducta que la persona ha tomado como referencia por las cuales rige sus actos, encauza su acción y toma decisiones.

      Cualquier actividad humana se rige por principios; incluso cuando son varias personas las que interactúan es necesario que se pongan de acuerdo en los principios que van a aceptar en común. Por ejemplo, si vamos a jugar al ajedrez, aceptaremos los que son propios a este juego (disposición del tablero, cuadro blanco a la derecha del mismo, situación de las fichas, número de casillas y alternancia, movimientos, etc.) Así sabremos a qué atenernos si jugamos.

      La Convención de Ginebra marca los principios que habitualmente aceptan los bandos en guerra para humanizar esta en la medida de lo posible.

      También existen principios que las empresas establecen para regular las relaciones con los stakeholders o partes interesadas con las que se relacionan: aceptar o no regalos de sus proveedores a partir de cierto importe, igualdad de oportunidades a sus empleados sin distinción de raza, impedir la discriminación salarial por motivos de sexo…

      Valores

      Son el conjunto de pautas que el individuo o la organización establece para las personas en las relaciones sociales. Los valores permiten ponderar tanto la importancia ética como estética de las cosas, por lo que constituyen una cualidad que hace que las cosas puedan ser estimadas en sentido positivo o negativo. Sus características son:

       La objetividad: son independientes del sujeto

       La polaridad: todo valor tiene su contravalor

       El grado: se experimentan o viven en diversa intensidad o escala dependiendo del individuo

       La jerarquía: unos valores son superiores y otros son inferiores de forma subjetiva para cada persona cuando los ponemos en relación

      En el caso del ajedrez podríamos decir que alguno de sus valores podrían ser: no hacer trampas en el juego, aceptar la derrota con dignidad, ganar sin pedantería…

      El proceder de las personas que dirigen una organización siempre e inexcusablemente está vinculado a sus valores personales, y esto se materializa en el comportamiento y la toma de decisiones de cada día, cada minuto y en cada una de sus actuaciones. De ahí la importancia de conseguir que el equipo sea homogéneo en sus convicciones básicas (huyendo de la clonación mental, del pensamiento único y del monocultivo intelectual), así como dedicar el tiempo necesario para realizar una adecuada selección. De lo que se desprende la importancia real que, cada vez con mayor fuerza, va adquiriendo el departamento de Recursos Humanos o de personal.

      Sí, la «dirección por objetivos» continua plenamente vigente pese a sus detractores, como se lleva demostrando durante décadas. Pero junto a ella, más recientemente, camina paralela la «dirección con valores».

      La parte filosófica de la planificación es crucial. Con ella definimos una actitud, una forma y un estilo de vida, nuestros principios y valores, aquello de lo que estamos profundamente convencidos, así como de los límites que jamás traspasaremos, condicionando y canalizando así nuestro modo de actuar.

      Es por tanto esencial que los valores que se elijan y se persigan en la vida personal se correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean y se sientan como verdaderos, pues solo así pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales en todos los ámbitos y circunstancias.

      Como ejemplo de lo expuesto podemos leer el discurso de Albert Einstein en Berlín en el otoño de 1932 a la Liga Germana de Derechos Humanos, titulado Mi Credo, descargándonos el contenido de este bidi:

      Todos tenemos principios y valores sobre los que asentamos nuestra conducta y actuación, aunque tal vez no los tengamos redactados, pero escribirlos es un buen ejercicio personal de meditación, reflexión y autoanálisis que nos ayudará a conocernos a nosotros mismos.

      Visión

      El líder determina la visión de la organización, su proyección temporal. Lo que deseamos llegar a ser en un futuro inmediato más o menos lejano pero alcanzable, pues ser capaz de fijar una visión no es lo mismo que ser un visionario. Toda empresa comienza con un sueño; el líder es capaz de avistar más allá del horizonte de tiempo inmediato e imaginar las atractivas oportunidades que le esperan a él y a sus seguidores al llegar a destino. Debe albergar el deseo de hacer «algo» para que «algo» ocurra, de cambiar la forma en que son las cosas, de crear aquello que nunca se haya creado antes o que sea suficientemente retador.

      En el ejemplo de la partida de ajedrez podría ser ganar haciendo jaque mate al contrario o ser el vencedor del campeonato mundial.

      Sentado en un banco de un parque de diversiones, Walt Disney observaba a sus hijas, Diane y Sharon, jugar. En ese instante se percató de las condiciones del lugar: era asqueroso, antihigiénico, el ruido ensordecedor, las atracciones muy semejantes entre sí, y por si eso fuera poco, el servicio de los empleados resultaba pésimo. También notó que, mientras los niños se divertían, sus padres no tenían nada más que hacer; paseaban por el parque, mirando y vigilando a sus hijos. Disney recordó los centenares de cartas que recibía de personas que le expresaban