La Sublevación: 31 de agosto- 7 de septiembre de 1931
El movimiento empezó en el acorazado Latorre que se encontraba en la bahía de Coquimbo127. Los oficiales fueron encerrados en sus camarotes. Un radiograma informó al Gobierno de los planteamientos de los amotinados en el acta siguiente:
En la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1931, las tripulaciones de la Armada, que hasta aquí han sido esencialmente obedientes, y que no han deliberado jamás ante los flujos y reflujos de los apasionamientos políticos, sino que por el contrario han sido juguete de los mismos, empleándoseles para levantar y derrocar gobiernos, han visto que todas esas maniobras no han hecho otra cosa sino que hundir cada día más al país, en la desorganización, en el descrédito e insolvencia.
Hoy, inspiradas las Tripulaciones de la Armada, en los más nobles propósitos de bien nacional, impulsados por un fervor incontenible, sin desconocer sus deberes indiscutibles de trabajo en tiempo de paz, y defensa de la patria en caso de guerra exterior, hace uso de su sagrado derecho de pensar y deliberar y manifiesta a la faz del país los siguientes acuerdos, previa la siguiente declaración:
Las Tripulaciones se levantan, no antes sus Jefes a los que respetan, no ante la disciplina que la mantendrán férreamente, no ante el país que debe confiar en ella, sino ante la incapacidad de la hora y ante el apasionamiento político y fratricida próximo a desbordarse.
Considerando:
1º Que un deber de patriotismo obliga a las Tripulaciones de la Armada a no aceptar dilapidaciones ni depreciaciones en la Hacienda del país, por la incapacidad imperante del gobierno actual y la falta de honradez de los anteriores.
2º Que aceptarles inconcebibles rebajas de sueldos sería acatar la política de bandidaje gubernativo, seguida hasta la fecha.
3º Que los actuales gobernantes para solucionar la situación económica solo han recurrido a la misma política de sus antecesores, con una falta absoluta de iniciativa y comprensión.
Por lo tanto, acuerda:
1º No aceptar por ninguna causa que los elementos modestos que resguardan la Administración y la paz del país sufran cercenamiento y el sacrificio de su escaso bienestar para equilibrar situaciones creadas por malos gobernantes y cubrir déficits producidos por los constantes errores y falta de probidad de las clases gobernantes.
2º Los Poderes competentes pedirán la extradición de los políticos ausentes y para deslindar responsabilidades, se les juzgue y sancione conforme a derecho.
3º Que el Gobierno, en su deber de velar por los derechos sagrados de todos los ciudadanos, civiles, militares o navales, por un principio de prestigio de la Libertad que defiende, debe evitar que se forme un ambiente hostil a las fuerzas armadas.
4º Que las Tripulaciones de la Armada, en su propósito firme de que se consideren sus aspiraciones y derechos exige que las Escuadras se mantengan al ancla en esta bahía, mientras no se solucionen satisfactoriamente los problemas que presentaremos a la consideración del Gobierno.
5º Que jamás, mientras haya a bordo un solo individuo de tripulación, los cañones de un barco de guerra chileno serán dirigidos contra sus hermanos del pueblo.
6º A objeto de prolongar situaciones molestas para el país, las Tripulaciones de la Armada dan un plazo de 48 horas para que se conteste satisfactoriamente a las aspiraciones que se contemplan en esta nota.
7º Queremos dejar constancia que no hemos sido influenciados por ninguna idea de índole anárquica, y que no estamos dispuestos a tolerar tendencias que entreguen al país en un abismo de desorientación social. No hay el anhelo de defendernos, exclusivamente, sino y en forma especial, de ayudar también a nuestros conciudadanos que actualmente sufren la privación de trabajo y ser la culpa de la incapacidad gubernativa128.
Conocido este planteamiento, las autoridades de la Armada analizaron las consecuencias que tendría reprimir el movimiento o negociar con ellos. Inicialmente optaron por negociar. El mismo dilema se le planteó al Gobierno el que, finalmente, fue de la opinión de enviar un mediador a Coquimbo, designándose al almirante Edgardo von Schroeders. A menos de dos días, los planteamientos de los sublevados variaron, incluyendo temas nacionales de orden económico y político.
En el intertanto, el movimiento se había propagado a los buques que estaban en Talcahuano, Valparaíso, Quintero y Coquimbo129. En Valparaíso la Escuela de Comunicaciones, la radio estación naval de Playa Ancha, la base aeronaval de Quintero y los regimientos Arica (La Serena) y Maipo (Valparaíso) del Ejército de Chile fueron tomados por suboficiales y tropas. En Talcahuano estaba la Escuadra del Sur. Se sumaron al movimiento la Base Naval, el personal del Apostadero Naval, las Escuelas Politécnicas Navales, la artillería costera, la radio estación naval, la Escuela de Grumetes de la Isla Quiriquina y los obreros de los astilleros fiscales130.
El 4 de septiembre de 1931 se produjo en Quintero el alzamiento del Grupo 2 de la Fuerza Aérea, adhiriendo al movimiento de las tripulaciones. Los sargentos Manuel Poblete y Reinaldo Meneses ocuparon la base y detuvieron a los oficiales. Poco después ocuparon Quintero, controlaron las comunicaciones y cerraron los bares. Hicieron una proclama y un conjunto de demandas transmitida por radio, expresando su apoyo al movimiento de la marinería. Los sublevados les prometieron enviar el destructor Aldea para proteger su posición131.
La FOCH, dirigida por Elías Lafferte, decidió en esos días efectuar una huelga general en apoyo del movimiento. El 4 de septiembre las ciudades de Santiago y Valparaíso amanecieron sin transporte colectivo. No hubo servicio de extracción de basura en varias ciudades. Los huelguistas exigían solidaridad con los tripulantes amotinados y hacían una demanda explícita para que se derogaran las medidas de reducciones salariales132. Se inició también una huelga ferroviaria y los trabajadores del carbón de Lota y Coronel se unieron a los amotinados de Talcahuano.
En Coquimbo, una delegación de los comités locales de la FOCH concurrió hasta los buques en la bahía, para solidarizar con el movimiento de las tripulaciones. En Talcahuano, varios piquetes de obreros se sumaron a los marineros que tenían en sus manos el apostadero, el puerto y los arsenales, además de los destructores Riveros y Prat, sumando aproximadamente 500 hombres armados. En Valparaíso, varios obreros del Partido Democrático hicieron lo propio, vinculándose incluso con suboficiales del regimiento Maipo, el cual se insubordinó a favor del alzamiento de la Armada133. Entre tanto, el Gobierno había solicitado al Congreso la declaración de estado de sitio en todo el territorio de la República por 30 días. Promulgada la ley de estado de sitio, se restringieron las libertades individuales, el derecho de reunión y la libertad de prensa. Bajo esas condiciones algunas ciudades fueron ocupadas por las Fuerzas Armadas para garantizar el orden público.
Ante la inminente huelga en Ferrocarriles del Estado, el 3 de septiembre, el Gobierno había dictado el decreto 1.361 que autorizaba a los Comandos de División para tomar el control de Ferrocarriles, disponiendo que la superioridad de ese servicio quedara a las órdenes del jefe de plaza respectivo. Disponía además que el personal de la empresa puesto a disposición de los Comandos de División o Comandantes de Plaza, quedaría sometido a la jurisdicción militar en cuanto a la secuela o juzgamiento, y al Código Penal en cuanto a la sanción que correspondiera134.
Después del segundo manifiesto de las tripulaciones, la negociación se endureció. El almirante Edgardo von Schroeders debió subir al acorazado Latorre, ya que los sublevados se negaron a que la reunión tuviera lugar en tierra. Von Schroeders no les garantizó a los amotinados que serían amnistiados, pero les aseguró que la Armada no los sancionaría hasta que no se investigara exhaustivamente lo sucedido. El 5 de septiembre el Gobierno informó a la opinión pública que las negociaciones habían fracasado y que se veía en la necesidad de adoptar otras medidas para someter a los amotinados: «El Gobierno sobre el cual pesa el deber supremo de salvar las instituciones y la cultura del país, solicita la cooperación patriótica de todos los chilenos. La hora es