[23] Justicia Social, 14 de febrero 1914.
[24] A. Nin, «Con los nacionalistas, no, con el nacionalismo, sí», Justicia Social, 28 de febrero de 1914.
[25] El tema cuenta hoy con una extensa bibliografía: J. L. Martín Ramos y R. Alcaraz, La Unió Socialista de Catalunya, Eds. La Magrana, Barcelona, 1987; los mismos autores, junto con otros, han editado un libro sobre el 75 aniversari. Unió Socialista de Catalunya, Ed. Mediterrània, Barcelona, 1999. Los testimonios de Recasens en J. Recasens y Mercadé, Vida inquieta. Combat per un socialisme catalá, edición y notas a cargo de P. Anguera y A. Arnavat, Ed. Empúries, Barcelona, 1985.
[26] O. Cabezas, Indalecio Prieto, socialista y español, Ed. Algaba, Madrid, 2005, p. 307.
[27] La biografía de Largo Caballero en J. F. Fuentes, Largo Caballero, el Lenin español, op. cit., p. 403.
[28] J. Álvarez Junco, «Mitos de la nación en guerra», en República y Guerra Civil, vol. XL de la Historia de España de Menéndez Pidal, p. 639; X. M. Núñez Seixas, ¡Fuera einvasor! Nacionalismo y movilización en la Guerra Civil española (1936-39), Ed. Marcial Pons, Madrid, 2006.
[29] Citado por X. M. Núñez Seixas, ¡Fuera el invasor!..., op. cit., p. 121.
[30] A. Ramos Oliveira, Historia de España, 3 vols., Compañía General de Ediciones, México, 1952 y ss. El tercer tomo está compuesto básicamente sobre el texto que se publicó traducido al inglés en 1946, el brillante e influyente libro Politics, economics, and men of modern Spain 1808-1946 (Victor Gollancz, Ltd.), sobre cuya edición crítica para la Editorial Urgoti estoy trabajando, contrastando añadidos, supresiones y modificaciones entre ambos textos. También, del mismo autor: La unidad nacional y los nacionalismos españoles, Ed. Grijalbo, México, 1970.
[31] S. Balfour y A. Quiroga, España reinventada. Nación e identidad desde la transición, Ed. Península, Barcelona, 2007, especialmente capítulo 4: «España, la visión de la izquierda», pp. 136 y ss.
REPUBLICANISMO E IDENTIDAD NACIONAL ESPAÑOLA: LA REPÚBLICA COMO IDEAL INTEGRADOR Y SALVÍFICO DE LA NACIÓN
M.ª Pilar Salomón Chéliz
Universidad de Zaragoza
* La autora participa en el proyecto de investigación HUM 2005-03741 financiado por el MEC.
¡Resurrección! España, que se creía muerta, respira con Electra. España, que parecía no responder a ningún llamamiento del deber después de la derrota, vive y alienta cuando se toca su libertad. España, a quien se señalaba en Europa como a manera de vertedero donde van a parar las aguas pútridas que expulsa la comunidad civilizada, se dispone a obrar por sí misma la labor de higienizar y sanear su alma y su cuerpo. España, que languidecía anémica, se recobra y se levanta y enseña sus puños a la reacción clerical. España aún tiene tribuna parlamentaria, aún tiene teatro, aún tiene novela, aún tiene Arte, aún tiene prensa.
Y todo, incluso la batalla por la fuerza, que siempre condenaremos, y a la cual ojalá Dios no lleguemos nunca, es preferible al marasmo, al desmayo, a la asfixia en la que parecía vivir la patria, y que merecía, ¡oh, tristeza!, que nos dijeran en el extranjero que nos tomábamos muy filosóficamente el desastre. No, no se toma con filosofía, ni con resignación, ni con mansedumbre el pueblo hispano el agravio de sus infortunios. Lo que les faltaba es una bandera, un ideal, es un lema de batalla para contarse, para sumarse todos los elementos de renovación y de progreso de la España nueva. Y ya lo tiene; se lo han dado hecho reaccionarios clericales, ultramontanos, que ni siquiera han tenido el instinto de esconderse después de la catástrofe, y se ciernen sobre el cuerpo palpitante de la nación sin ventura.
Y no hay, no, otra salvación para España que el que no se encierra en ese espíritu liberal que resucita. Si España debe culminar siendo nación, no puede eliminarse del derecho y de la vida de los pueblos de Europa, extendiendo hasta los Pirineos una prolongación del Magreb. Si España, dentro de sus condiciones modestas, honradas, de un mediano pasar, a modo de Bélgica o Suiza, debe merecer el respeto de los poderosos, lo logrará a condición de que para su existencia se sienten aquí las ideas y las costumbres de tolerancia y de libertad de la comunidad europea civilizada...[1]
Las vinculaciones entre el republicanismo y la cuestión nacional en la España contemporánea son muy variadas y presentan múltiples ángulos y perspectivas. Desde la historiografía, se han abordado, por ejemplo, los distintos modelos que aquél planteó para articular políticamente el Estado bajo forma federal o unitaria, los discursos republicanos sobre la Nación y el Estado, el desarrollo de los nacionalismos periféricos y sus repercusiones sobre el republicanismo, la contribución de éste a la configuración de la ciudadanía, etc.[2] Como en otros asuntos relacionados con la cuestión nacional, también se ha analizado más el republicanismo en relación con los nacionalismos subestatales que con el español, carencia ésta que está siendo subsanada desde los años noventa por la creciente atención que merece por parte de los historiadores el proceso de construcción de la nación española contemporánea. Los estudios sobre el particular, muchos de ellos realizados desde la historia social y la cultural, tienen un enfoque fundamentalmente constructivista; abordan la construcción nacional de España analizando su plasmación en tradiciones, mitos, representaciones, símbolos, lugares de memoria y visiones imaginadas de la Historia de la nación.[3]
En la mayoría de ellos, el republicanismo no es el principal objeto de estudio, pero sí se ofrecen datos e indicios sobre la contribución de éste a la configuración de la identidad nacional española, objeto principal de este artículo. Con ser importante, no nos interesa tanto ahora el análisis político de partidos republicanos, sus postulados teóricos o el papel de sus líderes, como las prácticas sociales del republicanismo generadoras de identidad nacional, o los discursos, interpretaciones del pasado histórico, símbolos y materiales culturales que se difundían en ellas y que configuraron formas de entender España específicas de la cultura política republicana.
Los estudios sobre los procesos de nacionalización y de construcción de identidades nacionales han remarcado reiteradamente la importancia que para el desarrollo de los mismos han tenido los mecanismos no necesariamente dependientes del Estado. Es decir, más allá de la eficiencia y extensión de los niveles de escolarización, del servicio militar y de los medios de transporte y comunicación, resulta crucial para la creación y difusión de identidades nacionales el papel de instancias políticas y cívicas ajenas al poder establecido, así como el de los mecanismos no formalizados que en torno a ellas se activan.[4]Ésta es una idea fundamental que hay que tener muy en cuenta a la hora de analizar el papel del republicanismo en la construcción de la identidad nacional española, dado que sólo en dos ocasiones, y por muy corto periodo de tiempo, accedió al ejercicio del poder en la España contemporánea. Ojear cualquier órgano periodístico del republicanismo basta para percatarse de que el nacionalismo español –lo que los republicanos