TABLA 2.5 JEFATURA ECONÓMICA
CICLO VITAL FAMILIAR
En este apartado se presentan los resultados y el análisis de la situación evolutiva de las familias que participaron en el estudio, en términos de la fase que están viviendo, de acuerdo con la edad del hijo mayor y con ellos las tareas de desarrollo que están encarando como sistema. El ciclo vital refiere no solo a una situación de edades y tareas de desarrollo instrumentales, tiene una gran relevancia en la comprensión de la familia, ya que integra aspectos relativos a los procesos de construcción de vivencias y significados que orientan al curso de vida de cada uno de sus integrantes. En distintos momentos de su evolución, la familia brinda un sentido de pertenencia y de identidad (Zohn Muldoon, 2009).
En la tabla 2.6 se muestra la distribución de frecuencias y porcentajes de las familias de los distintos grupos en las etapas del ciclo vital de la familia, de acuerdo con la clasificación presentada previamente; además, se discuten estos datos en tanto la caracterización de los temas y procesos que están viviendo.
Como se observa en la tabla 2.6, no hay ninguna familia en las primeras dos etapas de formación de la pareja y de familias con hijos en primera infancia. Esto resulta claro en tanto que la investigación está enfocada en la organización familiar y desarrollo de familias con hijos en infancia media, de manera que es evidente que las familias estarían al menos en fase de familias con hijos en edad escolar.
TABLA 2.6 CICLO VITAL FAMILIAR
* En esta categoría, en los grupos 4 y 5 faltó información de una familia.
Se puede apreciar que en todos los grupos socioculturales hay un predominio de familias que están atravesando por la etapa de hijos en edad escolar o infancia media (47 familias de 80, cuyo hijo mayor tiene entre 7 y 12 años de edad). En promedio, el 60% de las familias entrevistadas están viviendo esta fase; esto quiere decir que, en la mayoría de las familias, el niño meta es posiblemente el hijo mayor de la familia, lo cual resulta relevante en cuanto al ordenamiento estructural sistémico. Son familias que están enfocadas de manera prioritaria en la situación escolar y en resolver los dilemas que les representa los inicios de procesos de desprendimiento de los hijos (Carter & McGoldrick, 1989; Minuchin & Fishman, 2004; Belart & Ferrer, 1998).
En segundo lugar están las familias en la etapa de hijos adolescentes (13–18 años), estas configuran el 25% del total. Solamente hay cuatro familias con hijos jóvenes adultos (19 en adelante), las cuales representan el 5%, mientras que hay siete familias iniciando la etapa del nido vacío, las cuales configuran el 10% de las familias.
La etapa que predomina, la de hijos en la infancia media, está asociada con mayores demandas al interior de la familia; demandas referidas al cuidado de los hijos y el trabajo doméstico. Los perceptores de ingresos son menos y el riesgo de vulnerabilidad es mayor, especialmente en familias con recursos limitados.
Es importante comprender los procesos internos que estas familias están viviendo. En términos de Combrinck–Graham (1985), la mayoría de las familias están atravesando por fases de organización centrípeta, es decir, que su energía y tiempo está enfocada en generar lazos de vinculación y cohesión para fortalecer el proceso de crianza y educación de los hijos. Sin embargo, también se presenta el inicio de un periodo de oscilación hacia movimientos centrífugos, en tanto se van incorporando, cada vez más, elementos externos que tienen impacto en la vida de los hijos, sobre todo a través del contexto escolar y la participación de los hijos en distintas instancias extrafamiliares, lo que favorece el desarrollo de cierta autonomía.
En un análisis más detallado por grupos, se puede apreciar que en el GP1 FRA la distribución está básicamente en tres etapas; 19 familias en la etapa de hijos en edad escolar (65.5%), ocho familias en etapa de hijos adolescentes (27.5%) y dos familias con jóvenes adultos (7%).
La situación evolutiva de estas familias (GP1 FRA) está enfocada en atender las demandas del contexto escolar, tanto a nivel primaria alta como en educación media y media superior y en mucho menor medida, educación superior. Así que, como se mencionó anteriormente, en estas familias se están presentando fases de transición importantes en el desarrollo gradual de cierta independencia de los hijos, en contextos con posibilidades económicas y educativas en los que se suele contar con mayor apoyo social y de recursos materiales para el logro de estas tareas.
En este grupo (GP1 FRA) se puede evidenciar que hay heterogeneidad, aunque la concentración mayor está en familias con hijos en edad escolar. Esta concentración demanda de los padres o de los tutores (en familias en las que participan abuelos y otros cuidadores) una serie de tareas de acompañamiento con relación a las actividades escolares, donde está puesta la atención principal del sistema; son familias en donde los hijos no suelen participar en tareas domésticas y mucho menos en la generación de ingresos, de manera que tienen la posibilidad de enfocarse en sus estudios.
En el GP2 FRL hay una dispersión mayor en cuanto a la etapa del ciclo vital que viven estas familias. Prácticamente es el mismo porcentaje de familias que atraviesan por la etapa con hijos en edad escolar (41%) y las que tienen hijos adolescentes (38%). Con todo, las tareas principales de estas etapas tienen mucho que ver con la atención y seguimiento de la vida escolar, pero con diferencias importantes en cuanto a la autonomía, ya que, en las familias con adolescentes, por el propio proceso de consolidación de estos, las demandas de independencia y el desprendimiento es mayor.
En este grupo (GP2 FRL) se podría suponer que los hijos sí tienen mayor participación en tareas domésticas, así como (en las familias con adolescentes y en las de siguientes etapas) en generar ingresos económicos que apoyen el sustento familiar. Llama la atención que en este grupo hay cuatro familias (17%) en etapa de nido vacío, lo que implica que alguno de los hijos ya salió del hogar familiar, de manera que son familias en donde las fronteras hacia el exterior se abren y la distancia interna entre los miembros se incrementa, como parte del proceso centrípeto de organización (Combrinck–Graham, 1985).
En estas familias (GP2 FRL) es importante considerar lo que lo que los padres o cuidadores están viviendo, ya que seguramente son adultos de mayor edad que pueden estar requiriendo tal vez más apoyo de parte de los hijos para cumplir con sus tareas o sus responsabilidades.
En el GP3 FHD hay heterogeneidad en las etapas del ciclo vital familiar, aunque la mayoría se ubica en la etapa de hijos en edad escolar (7 familias o 70%). Hay una familia con adolescentes, otra más con hijos jóvenes adultos y una familia en nido vacío. En estas familias, independientemente de la etapa, prevalece un estilo de funcionamiento centrípeto, de acuerdo con lo que Combrinck–Graham (1985) plantea. Este autor refiere que las enfermedades crónicas en general ejercen una atracción centrípeta en el sistema familiar. Como si fuera un nuevo miembro de la familia, el sistema integra la enfermedad como parte de su funcionamiento y estructura organizativa, con todas las implicaciones y complejidad que esto tiene. De tal manera que los síntomas, la pérdida de funcionamiento, las demandas (prácticas y afectivas) en cuidado y atención generan que la vida familiar se enfoque al interior.
De acuerdo con la tipología psicosocial de Combrinck–Graham (1985), la parálisis cerebral es un padecimiento que le implica a la familia organizar su dinámica para poner al centro la presencia del miembro con discapacidad, ya que requiere de atención y cuidados de manera permanente, lo que enfrenta a la familia con una vivencia de tensión también permanente.
En términos del ciclo vital, más allá de la edad del hijo con discapacidad y de los logros que estos pueden tener en cuanto a su formación educativa y profesional, las familias parecen estacionarse en formas centrípetas de estructuración, ya que, por lo general,