Empatía. Dibujo de Quino
Francesc Torralba (2016) habla del analfabetismo emocional que entiende como la falta de habilidad de jóvenes y adultos que han realizado estudios formales completos y, sin embargo, no son capaces de identificar sus propias emociones, de expresarlas adecuadamente y de controlar las emociones tóxicas. Esa es una razón potente para que las escuelas y los docentes nos ocupemos de la educación emocional desde los primeros años. No hay razón para llegar a la universidad sin entender qué nos sucede a nivel emocional, sin poder controlar lo que sentimos y sin poder enfrentar asertivamente las emociones tóxicas, altamente perjudiciales, propias o ajenas.
En todos los niveles educativos, el propósito de educar las emociones es:
1 Reconocer las emociones propias y ajenas. Nombrarlas; diferenciar, por ejemplo, las manifestaciones de enojo de las de temor.
2 Aceptar que las emociones vienen como reacciones naturales y que se manifiestan en sensaciones corporales.
3 Aprender a expresar adecuadamente las emociones. Existen dos extremos dañinos en la expresión emocional: la manifestación descontrolada de las emociones (personas con “incontinencia emocional” que transmiten compulsivamente lo que van sintiendo no importa si es pertinente expresarlo o no) y por contraparte, la incapacidad de expresar los sentimientos o “constipación emocional” (personas que guardan toda manifestación externa de emociones; todo queda en un proceso interno que puede dañar física y mentalmente no solo al que lo padece).
4 Autorregular las propias emociones. Reconocerlas, aceptarlas y expresarlas no implica dejarlas fluir sin control. La capacidad de pensar en el futuro, de postergar deseos presentes en pos de un bien futuro mayor, e incluso de hacerlo en un contexto ético o de una cosmovisión que encauza todo el proyecto de vida, es propio de los seres humanos racionales y emocionales.
Este último propósito explica cómo algunas personas pueden vencer motivaciones muy primarias, según la pirámide de jerarquías de las necesidades humanas de Maslow (ver figura 3). Alguien podría superar el temor a morir por una causa que cree justa, o de pasar hambre u otra necesidad vital con tal de mantener sus principios, y esto atiende a la autorrealización que está en la cumbre de la pirámide. Un ejemplo de ello ha sido Mahatma Gandhi, quien luchó por la independencia india con huelgas de hambre y no violencia, y finalmente fue asesinado por la causa que defendía. Muchos de los cristianos de la iglesia primitiva del siglo I d.C. murieron venciendo sus emociones y necesidades básicas, porque entendieron que había un propósito en sostener sus creencias y comunicar a otros el evangelio.
Puntos de partida para una educación emocional
Cuando se trata de planificar una educación de las emociones, hemos de tener en cuenta que:
No se puede negar la diversidad emocional de los grupos humanos, aunque ante ciertos eventos, por lo general, se producen emociones similares. Por ejemplo, en un funeral solemos compartir una emoción de tristeza, que puede transformarse en un sentimiento que dure varios días. Pero también puede haber alguien que en medio de un sepelio se tiente de risa y tenga serios problemas para contenerla. Podría haber alguien sumamente enojado ante la muerte de una persona y otro que sienta asco ante la visualización del cadáver. Las emociones humanas no siempre son previsibles.
Las emociones de unos influyen sobre los demás. La interacción hace fluctuar lo que sentimos. De esta manera, alguien puede entrar al aula con auténtica alegría y cambiar la emoción de miedo o de disgusto que tenía un alumno que esperaba sentado el inicio de la clase.
Vivimos una misma emoción con distintas intensidades. Un salón de clases con 35 personas representa 35 estados emocionales diferentes. Pueden parecerse entre sí, pero se diferenciarán en intensidad. Por ejemplo, dos estudiantes pueden estar tristes. Al primero se le deslizan lágrimas. El otro simplemente lo manifiesta con inmovilidad, como si no estuviera allí. A uno la tristeza le quita las ganas de hablar, mientras que a otro lo impulsa a buscar a alguien que lo escuche hablar acerca de lo que lo entristece.
Un mismo estímulo puede causar diversas emociones en las personas. Esto es importante al buscar inicios significativos para provocar el interés en la clase o experiencias que contribuyan con la construcción del conocimiento. Una maestra llevó mariposas vivas en una caja y las soltó en el aula al comenzar su clase. La mayor parte de los niños rieron y las quisieron ayudar a ser libres, abriendo las ventanas para dejarlas volar. Uno de los chicos, en cambio, manifestó un gran temor escondiéndose bajo el asiento. Es un caso de fobia a las mariposas.
Pese a las diferencias, en el ambiente educacional hay conciencia de que las emociones pueden favorecer o perjudicar el aprendizaje. Si bien hay efectos en la conducta que provienen de la información genética, la investigación en neurociencias fundamenta que el ambiente enriquecido tiene una enorme influencia en el rendimiento académico.
En el ambiente escolar es conveniente identificar las emociones y enseñar a nombrarlas. Se espera que el docente sepa controlar la expresión de sus emociones, pero es ejemplificador que le dé nombre a lo que siente. Podría decir “hoy no me siento muy animado porque antes de venir tuve un disgusto, pero ustedes pueden ayudarme a cambiar mi estado de ánimo”; “Estoy tan contenta hoy porque recibí un mensaje que esperaba desde hace días”; “Me siento frustrado porque creí que habían entendido el tema, pero al corregir los ejercicios noto que no les fue como lo esperaba. ¿Pueden ayudarme a saber qué pasó?”.
Emociones relacionadas con la curiosidad, el asombro, el descubrimiento de la novedad, los desafíos y retos, junto con un nivel de exigencia manejable y coherente, producen mejoras notables en la atención sostenida y en el aprendizaje, mientras que el aburrimiento, las emociones que surgen de un ambiente caótico, sobre exigente, estresante y angustiante producen el efecto contrario. Es tiempo perdido en educación, según Eric Jensen (2006). En el capítulo 5 se desarrollará este tema en extenso.
Actividad 3: Mesa de discusiónObserven la Figura 4 y lleven el caso a la mesa de discusión.¿Qué emociones se pueden visualizar en la escena?¿Cuáles son más usuales y cuáles menos visibles en un aula común?¿En qué imágenes notan una interrelación entre las emociones que expresan los distintos integrantes de este salón de clases?¿Es esperable la reacción del profesor? ¿Por qué?¿Por qué es posible que esto ocurra realmente en un aula? |
Promotores del desarrollo emocional
Ken Robinson (2015) afirma que los grandes profesores son la esencia de las grandes escuelas, y que tienen tres funciones principales en ellas:
Figura 4
Motivar a los estudiantes gracias a la pasión que tienen por sus disciplinas y a la habilidad para animarlos a dar lo mejor de sí mismos.
Inspirar confianza en que pueden convertirse en estudiantes seguros, independientes, y seguir desarrollándose.
Estimular la creatividad,