La crítica está de acuerdo en que la transición fundamental en Benjamin desde la perspectiva teológica de su juventud hacia la materialista y marxista de su madurez se cristalizó en 1924, cuando conoció a Asja Lacis, quien lo introdujo a la obra de Gyorgy Lukács, Historia y conciencia de clase9. Pero ya en 1921 Benjamin escribió textos y fragmentos transicionales cruciales como Para una crítica de la violencia y Capitalismo como religión, que han sido claves en la nueva lectura de Benjamin en los últimos 20 años. Parece seguro que Benjamin estaba intentando escribir un tríptico sobre «El político verdadero», de los cuales nos queda solamente Para una crítica de la violencia10. Estos años son igualmente el periodo en el cual la figura de Carl Schmitt, y su teología política, asume una gran importancia en la República de Weimar, lo que se refleja más que todo en su habilitación sobre el Trauerspiel barroco alemán. Sin lugar a dudas, la relación entre estas dos figuras ha marcado la discusión filosófico-política de la izquierda mundial en las últimas décadas.
Nuestro volumen le otorga particular relevancia a estos textos y a este momento de la obra de Benjamin, pero lo hace a partir de ensayos que resaltan la importancia de la estética en el pensamiento teológico-político de Benjamin. El ensayo de Christoph Henning explica por qué no se puede hablar de una «teología política» en Benjamin, sino muestra que la solución de Benjamin al problema teológico-político pasa por una politización de la estética mediante la cual la «muerte de la intención» (otra lectura posible de la «esperanza, pero no para nosotros»), que busca el libro sobre el Trauerspiel, puede de nuevo revelar que el mundo está eternamente justificado (de manera cercana a las intuiciones de Nietzsche en el Nacimiento de la Tragedia).
Uno de los hilos conductores que unen el concepto de política de Benjamin al materialismo histórico a partir de 1921 pasa a través de su intuición acerca de la estrecha relación entre el desarrollo de la obra de arte y de la tecnología. En el último aforismo de Einbahnstrasse, «Zum Planetarium», libro dedicado a Asja Lacis, Benjamin distingue la idea de la técnica en tanto «dominación de la naturaleza» que es propia del «imperialismo» de la idea de técnica en tanto «dominación de la relación entre naturaleza y humanidad»: «Los seres humanos, como especie, se encuentran, desde hace unos milenios, al final de su desarrollo, pero la humanidad, como especie, se encuentra al principio. Y la técnica está organizando un phisis en el que su contacto con el cosmos se establece de forma bien distinta que en los pueblos y en las familias […] En las noches de fuerza y de destrucción de la última guerra, el cuerpo humano estaba sacudido por sentimientos bastante semejantes a esa dicha que es propia de los epilépticos, y las revueltas que después vinieron fueron tan solo el primer intento realizado por la humanidad para adueñarse de su nuevo cuerpo. Así, la fuerza del proletariado es la medida para su salud. Si su disciplina no captura ese nuevo cuerpo que decimos, ningún razonamiento pacifista va a poder salvarlo. Pues lo vivo supera solamente el delirio de la destrucción en la embriaguez de lo que procrea» (Obras, IV, 1, 88-89)11. Juntando una temática marxista de la lucha de clase y de la emancipación de la técnica de su uso capitalista e imperialista, con una temática nietzscheana de la obra de arte en tanto lugar de la redención de la naturaleza, este texto trae a la luz un proyecto que va a caracterizar toda la obra posterior de Benjamin y que nuestro volumen retoma en sus siguientes ensayos.
La relación afirmativa entre tecnología y estética como fundamento de una nueva política es discutida primeramente respecto al concepto de «medios puros» que se encuentra en Para una crítica de la violencia en los ensayos de Bettina Menke, Hauke Brunkhorst y Carlos Pérez López. Después de tanta atención dedicada al texto de la Crítica desde 1990, fecha en la cual se publica el simposio sobre Benjamin con el famoso texto de Derrida, «Force de loi» en la Cardozo Law Review, parece no quedar mucho espacio libre para comentarios novedosos. Afortunadamente ambos textos, el de Menke y Brunkhorst, logran abrir nuevas vistas y su traducción en este volumen es una entre muchas razones de la originalidad del mismo. La novedad del texto de Menke se relaciona al hecho de que su lectura se concentra en la idea de «medios puros» exentos de violencia, concepto usado por primera vez por Helmut Plessner en esos años y que Benjamin adopta en vistas de obrar su crítica del derecho positivo en tanto esencialmente ligado a la violencia mítica, algo que se pone en muestra en la dependencia del derecho sobre el aparato policial. El argumento de Menke se distiende en particular sobre el uso de la mentira en el «medio puro» de la conversación con miras a lograr acuerdos, que corresponderían a la violencia divina y a la huelga general proletaria en tanto instancias que de-ponen al derecho, es decir, en tanto instancias de poder «destituyente», como diría Agamben. Tal uso de la mentira no solo depone cualquier «régimen de veracidad» y se pone al costado opuesto de la ética discursiva de Habermas, sino también se opone al final a cualquier tipo de conexión entre política y heroísmo y permite una crítica del heroísmo, tema que será retomado más adelante por otros ensayos dedicados a las lecturas de Goethe y Baudelaire.
Mientras Menke conecta los medios puros con la posibilidad de la destitución del derecho en tanto tal, Brunkhorst ve en el texto de Benjamin una opción más afirmativa para un uso revolucionario del derecho y en particular en el concepto de poder constituyente. A través de una lectura cruzada del texto de Benjamin y de «El hombre que mató a Liberty Balance» de Ford, Brunkhorst se pregunta si acaso no hay en estos dos discursos, al lado de una crítica a la inmanencia de la violencia fundadora del derecho positivo, también unos momentos en los cuales derecho y violencia aparecen conectados de manera emancipadora, tal que la distinción entre violencia mítica y violencia divina se encuentra operando dentro del derecho mismo. Para Brunkhorst, dos ejemplos de violencia divina operando de manera constitucional serían el uso libre del derecho a huelga de los trabajadores y la idea de un poder constituyente que se abre a la participación política de todos, «[tanto] buenos como malos».
El ensayo de Pérez López se centra en la lectura que hace Benjamin a través de los años de la novela Lesabéndio. Ein Asteroidenroman de Paul Scheerbart, un texto de ciencia ficción que proyecta a nivel cosmológico el ideal de un desarrollo de la técnica que conlleva la unión de lo espiritual con lo natural. López muestra cómo la atención que Benjamin otorga a Scheerbart repetidas veces durante su vida no es casual, sino revela más bien la idea en Benjamin de que el desarrollo del ser humano en tanto especie humana es concebible solamente a un nivel literalmente cosmopolítico, o mejor dicho, a través de una política a la altura de las estrellas.
Quizás no haya lugar más paradigmático para entender la relación que Benjamin establece entre estética, técnica y política que su ensayo más famoso, «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica,» y el concepto allá expuesto de una «segunda técnica». Este texto es el objeto de un largo análisis en el ensayo de David Ferris, quien argumenta que la clave del ensayo reside en la tarea política de convertir la obra de arte en algo inútil para el fascismo. Para Ferris, este movimiento requiere pasar desde el carácter aurático de la obra hacia su valor de exhibición, es decir, solamente cuando la obra de arte sea completamente exhibible será inútil para el fascismo. En última instancia esto se debe a que su reproductibilidad técnica permitirá la «inutilidad de la apariencia». Ferris concluye su ensayo tratando de establecer los parámetros del «choque» que Benjamin esperaba generar con y contra Heidegger hacia 1930 acerca de sus concepciones de la historia, una confrontación que, como sabemos, nunca ocurrió en la realidad12. Para Ferris, estos parámetros se deben encontrar en las maneras opuestas mediante las cuales ambos, Heidegger y Benjamin, analizan la obra de arte desde el punto de vista de la destrucción de la apariencia.
Uno de los elementos novedosos de nuestro volumen, como decíamos, consiste en enfatizar el rol afirmativo que juega la repetición en el pensamiento de Benjamin. Se trata de un motivo nietzscheano, por supuesto, que tiene su formulación más radical en la figura del eterno retorno. En efecto, otra manera de pensar el choque entre Benjamin y Heidegger es a través de una confrontación entre dos diferentes pensamientos de la relación entre inicio y repetición: mientras para Heidegger la destrucción de la distinción entre esencia y apariencia que