La persona en la empresa y la empresa en la persona. Carlos Ruiz González. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Ruiz González
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786079920197
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ideas, aspiraciones y deseos de muchas personas, hacia la consecución de una meta común, en la que cada uno de los involucrados vea realizada, simultáneamente, sus metas individuales. Si la vida laboral no es una parte aislada de los intereses y necesidades humanos sino su continuación, la empresa también posee la misión de articularlos e integrarlos con sus propios fines, en aras de crear riqueza y servir a la sociedad de forma sostenida.

      Con el fin de que la empresa concilie los fines organizacionales que le dan sentido con los fines particulares de quienes participan en ella, es importante que desarrolle un ethos propio en ese sentido. Es decir, una cultura organizacional tal que, sin desatender la especificidad de su actividad, no sea ajena a la naturaleza propia de su principal componente, que es el hombre junto con su deseo de autorrealización en un sentido no sólo profesional sino personal. Este conjunto de valores, vividos en el ethos de la organización, bien pueden constituir el nuevo norte ético con el que el ser humano contemporáneo se guíe, y lograr así, la seguridad de tener una identidad moral, vivida en común, en su interior. La exploración de esta posibilidad es abordada en el segundo capítulo.

      Pensamos que la empresa también es capaz de generar valor humano agregado al ser un elemento imprescindible de las sociedades contemporáneas para la generación de conocimiento. Al funcionar como un instrumento que permite canalizar adecuada y eficazmente algunos de nuestros rasgos más racionales, tales como nuestra capacidad de imaginar, planear, delinear y ejecutar proyectos comunes que superan el beneficio personal para aspirar al bien de la sociedad, la empresa se convierte en un espacio ideal para que quienes participan en ella no sólo tengan acceso al conocimiento y aprendizaje continuo y permanente, sino que, además, en un círculo virtuoso, lo promocionen. Tanto en las empresas como en las universidades recae la tarea de dar el impulso necesario a las nuevas ideas en todos los ámbitos. Para satisfacer necesidades se requiere generar cada vez mejores ideas y hallar soluciones más eficaces. Las empresas son organizaciones que precisamente cuentan con plataformas tecnológicas y humanas capaces de materializar todas estas propuestas y dotarlas de realidad en la solución de las necesidades de la sociedad para cumplir muchos de los sueños que para hombres y mujeres de otras épocas parecían entonces inalcanzables.

      En este orden de ideas, es posible afirmar que la empresa toma un cariz antropológico cuando considera la generación de conocimiento como una responsabilidad inherente a su labor. Como dice Aristóteles, no basta saber qué es lo que se hace, es decir, la experiencia, sino saber las causas de por qué se hace, esto es, la técnica y la ciencia. Un management que se enfoque no sólo en la experiencia acrecentada por los retos cotidianos, sino en su capacidad para generar conocimiento, reflexionando en las causas de lo que se hace, ya sea para mejorar procesos, ya sea para innovar o crear, permite desplegar la condición racional del hombre, tal como mostraremos en el tercer capítulo.

      Cabe destacar que el desarrollo teórico de estos supuestos sobre los cuales puede medirse la creación de valor humano agregado están cimentados sobre algunos conceptos de raíz predominantemente clásica, tal como se irá desvelando a lo largo de este libro. Con la ética y la política aristotélica, así como con su revitalización cristiana llevada a cabo por Tomás de Aquino, compartimos una gran cantidad de presupuestos metafísicos de gran relevancia. Son sus conceptos e ideas los que nos han permitido desarrollar los aspectos desde los cuales puede afirmarse que la empresa juega una dimensión antropológica importante. En concreto, hemos retomado tres ideas fundamentales desarrolladas en la Ética nicomáquea, en la Política, de Aristóteles y en la Metafísica: la primera de ellas es que el hombre sólo puede alcanzar su felicidad mediante el ejercicio de la virtud; la segunda es que el ejercicio de la virtud se vive y se promueve en el interior de las comunidades sociales que incluyen desde la familia hasta la polis, pasando sin lugar a dudas por la propia empresa, y la tercera es que la virtud más importante es la del conocimiento como alimento propio de la dimensión racional de la persona.

      Sin embargo, no podemos negar que también han surgido algunas contrariedades con ciertas ideas políticas y económicas aristotélicas. Adelantándonos un poco, éstas giran en torno a la comprensión y distinción entre los hábitos de la poíesis y la prâxis, así como sobre las comunidades en las que el ser humano puede encontrar la “vida buena” y que, a nuestro parecer, van más allá de la mera comunidad política, o polis; además, la complejidad de la economía moderna exige una reevaluación crítica de algunas ideas aristotélicas acerca del tema del lucro y el intercambio comercial. Desde luego, está de sobra expresar nuestro desacuerdo en torno a las ideas referentes a la esclavitud natural, así como a la rígida jerarquización política que prevalece en la filosofía política del estagirita en detrimento de muchas personas, quienes a su juicio no merecen la ciudadanía como atributo a pesar de sus aportaciones. Al contrario, ello ha sido motivo para desarrollar una estrategia de pensamiento más renovada, aunque, como ya se dijo, partiendo de las bases fundamentales ya mencionadas. Esperamos que la reconsideración de estas ideas quede debidamente justificada a lo largo del texto.

      Desde luego, esto no significa que nuestro estudio, o el modelo devenido de él, sea exhaustivo, pues no dudamos que en un futuro se elaboren modelos y teorías más completas que puedan juzgar con mejores parámetros lo que se ha intentado en este trabajo. En cambio, quizá el aporte más valioso radica en la reconsideración de la empresa como un instrumento positivo para la sociedad y para las personas que se desempeñan en ella, no sólo en cuanto trabajador, sino en cuanto persona, contra otras perspectivas obstinadas en clasificarla como un dispositivo “opresor” que juega en favor del mercado y en contra de los trabajadores. Pero esto sólo será posible siempre y cuando ésta se fundamente a sí misma en consonancia con la naturaleza de sus elementos constitutivos, y particularmente con el más importante de ellos, a saber, el ser humano. Más aún, dicha reconsideración no debe llevarse a cabo sin el aporte especulativo que puede dar la filosofía. Por ende, nuestro propósito último es llamar la atención sobre algunos de los problemas que deben formar parte del itinerario de las investigaciones filosóficas que se emprendan sobre el tema de la empresa, así como apuntar a sus posibles soluciones, cuya pertinencia sólo podrá ser juzgada a posteriori.

      [1] Carlos Llano, Análisis de la acción directiva, México, Limusa Noriega Editores, 1996, p. vii.

      [2] Con esto queremos decir que cuando una empresa cualquiera afirma sostener cierta “filosofía”, ésta se reduce,