La persona en la empresa y la empresa en la persona. Carlos Ruiz González. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Ruiz González
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786079920197
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y que le ha dado título a este libro.

      [1] Carlos Jorge Guillermo Ruiz González, Elementos para una filosofía de la empresa en perspectiva antropológica; El Valor Humano Agregado a la luz de diversas teorías sobre la empresa, tesis doctoral, director de tesis: Prof. Dr. Fernando Múgica Martinena, Universidad de Navarra, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filosofía, Pamplona, España, 2012, defendida el 17 de abril de 2012.

      Introducción

      1. Justificación de la necesidad de una

      aproximación filosófica al estudio de la empresa

      Uno de los temas que ha generado una gran cantidad de literatura desde finales del siglo xix hasta nuestros días es el de la empresa, particularmente enfocada desde el punto de vista de su gestión. Aquí, como en cualquier otra materia, existen autores más reconocidos que otros; unos son más pragmáticos, otros más teóricos. Hay quienes escriben desde su propia experiencia con el fin de transmitir algunos consejos útiles, mientras que otros aportan los conocimientos construidos como investigadores universitarios o como consultores. Generalmente, estos últimos son quienes poseen ma­yor autoridad en el tema, por lo que reciben el término coloquial de gurús, pues, en analogía con los maestros espirituales hindúes, sus propuestas, aparentemente novedosas, son capaces de conducir al éxito a los encargados de guiar una organización económica cualquiera.

      Igualmente, el campo general de la administración, cuya aportación conforma la columna vertebral de las organizaciones, ha presenciado una profesionalización y especialización sin precedentes. Entre los conocimientos que forman parte del curriculum de cualquier estudiante del área económico-administrativa en el ámbito profesional se encuentran aquellos relacionados con finanzas, estadística, mercadotecnia, cálculo, derecho, economía e, incluso, ética profesional; situación que también se verifica en el caso de las ingenierías. A lo largo del tiempo, toda esta cantidad de información ha sido acumulada de tal manera que ha llegado a formar una disciplina con vida y objetivo propios. Esto ha permitido que, a diferencia de hace dos centurias, actualmente cualquier persona que desee participar en la cuestión administrativa y/o directiva de una empresa cuente con las herramientas necesarias –llámese conocimientos, métodos, competencias, técnicas y habilidades bien establecidas y delimitadas– que lo guiarán para tomar mejores decisiones en su respectiva organización.

      Sin embargo, la empresa posee una dimensión que, a diferencia de su faceta lucrativa, apenas ha tomado relevancia en los últimos tiempos. Me refiero a su aspecto antropológico, sin el cual su función económica carecería de sentido. Una mirada atenta pone de manifiesto que la empresa, construida sobre la base del capital, el trabajo y los recursos materiales, ha ocupado una función protagónica en la vida de las sociedades actuales, no sólo como pieza decisiva para el equilibrio de las economías nacionales –e internacionales–, sino también como vehículo para el desarrollo personal y el progreso social. En efecto, su papel ha trascendido el ámbito de lo puramente económico para hacer eco en la dimensión personal e íntima de quienes trabajan en ella, al promover la trascendencia en el tiempo y el espacio del esfuerzo individual, mientras da cauce a algunas de las aspiraciones humanas más íntimas, articulando fines y objetivos particulares en proyectos de alcance regional o global vitalmente significativos.

      Además, muchos y distintos talentos individuales han encontrado en la empresa el soporte adecuado para su despliegue y perfeccionamiento, así como un vehículo seguro para incidir positivamente en otros, sin mencionar que algunos de los retos más acuciantes de la época contemporánea, tales como una adecuada gestión del conocimiento, el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías o el compromiso con la racionalización o reducción del deterioro ambiental sólo pueden ser afrontados mediante la conjunción organizada de talento y virtud que pueden encontrar en la organización empresarial un fértil campo de cultivo.

      En resumen, la empresa se ha constituido en una de las instituciones más importantes, influyentes y definitivas de nuestros tiempos, y su indiscutible rol en el desarrollo económico, social, cultural e incluso personal de quienes conforman las sociedades actuales me lleva a proponer la necesidad de abordarla desde una perspectiva filosófica que, más allá de los retos de índole estructural y económico a los que se enfrenta cotidianamente, indague en las posibilidades de plenitud que, mediante su trabajo, puede encontrar el ser humano en ella. Parafraseando el concepto de vita activa de Hanna Arendt, en analogía con la antigua polis griega, la empresa también puede ser un lugar para llevar a cabo grandes acciones y pronunciar grandes palabras, mediante las cuales la persona se manifieste a sí mismo y muestre activamente su única y personal identidad, haciendo su aparición en un mundo auténticamente humano. La revelación de las distintas y numerosas capacidades humanas en el quehacer cotidiano del trabajo reclama a la empresa la responsabilidad de convertirse en un foro apropiado que no sólo posibilite dicha manifestación, sino que, más aún, la empuje y aliente.

      La propuesta principal de esta obra radica, pues, en sostener que, más allá del valor económico agregado que siempre la ha impulsado como motor principal, la empresa también es capaz de generar valor humano agregado para quienes laboran en ella. Esto es, las posibilidades de aprendizaje y desarrollo que la empresa ofrece, así como su dinamismo y estructuración, puede otorgar a sus trabajadores una ganancia no sólo económica sino personal en el sentido más profundo de la palabra, al ser una plataforma para desplegar, de forma organizada y articulada, sus capacidades intelectuales, morales, sociales y técnicas, y llevar a plenitud los talentos dados por la naturaleza en favor tanto del propio individuo como del bien común. Carlos Llano, gran mentor, y de quien echaré mano continuamente a lo largo de este trabajo, no lo puede expresar mejor:

      Este trabajo constituye, por tanto, una indagación filosófica sobre las posibilidades antropológicas de esta propuesta.

      La consecución de esta finalidad como una tarea propia e irrenunciable no es sencilla ni mucho menos obvia para la gran mayoría de los empresarios de nuestro país ni del mundo. Además, una propuesta de este tipo, por demás ambiciosa, y por ello arriesgada, no se encuentra libre de obstáculos que sin duda han retrasado y entorpecido la discusión que ahora se propone. En primer lugar, parecería que la filosofía, disciplina teorética por antonomasia, poco o nada tiene que ver con la empresa, cuyos fines y métodos parecen guiarse únicamente por juicios de carácter pragmático o utilitarista. Mientras el nivel abstracto de una actividad como la filosofía se enfoca en las causas y principios generales del ser, la estructura, finalidad y operación de la empresa parece provenir exclusivamente de conocimientos concretos y bien delimitados a su propia función. Esta total asimetría entre ambas entidades pronto desafía la necesidad, e incluso la posibilidad, de abordarla filosóficamente.