Reconciliación. Mario Pereyra. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mario Pereyra
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789877983920
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humanas: la capacidad de todas las personas de todo tipo, de convivir en un mismo mundo de paz”.

      Franklin D. Roosevelt

      El término “conflicto”, según su etimología latina, significa “enfrentamiento con...” Los conflictos son parte de la vida. Son normales en el colegio. Los alumnos discuten acerca de quién se sentará a su lado, a qué jugar, cómo hacer los deberes, cuándo hablar, cuándo escuchar, etc. Del mismo modo discrepan los padres, los maestros y los directivos. Los conflictos son parte constitutiva del funcionamiento de las instituciones.

      Los conflictos pueden ser previsibles o imprevisibles. Los previsibles son los recurrentes, aquellos en los que podemos anticipar su aparición y tener preparadas intervenciones para tratarlos. Los impredecibles son los que irrumpen en cualquier momento, son novedosos. Pueden ser regresivos cuando constituyen un retorno a etapas pasadas de la institución, o progresivos cuando proponen un proyecto innovador para la institución (Frigerio, Poggi y Tiramonti, 1992). Con estos conflictos no hay una metodología preparada con anticipación, sino que el preparado debe ser el docente, tener calma, inteligencia, resiliencia y estrategias de afrontamientos.

      Los conflictos también se clasifican en destructivos o negativos y constructivos o positivos (Johnson y Johnson, 1995). Los primeros ocurren cuando se suprimen, se evitan o se niegan. “Los conflictos son fuentes de problemas, producen miedos, ansiedad, inseguridad y llevan a una actitud defensiva” (ídem, p. 14). Al minimizarlos da la sensación de que se les quita su capacidad destructiva, sin embargo, suelen reaparecer con mayor fuerza produciendo peores efectos. Además, los conflictos negados no enseñan nada, no hay aprendizaje de cómo manejarlos. Los alumnos que no aprenden a manejar los conflictos, pueden reaccionar inadecuadamente, mostrándose enojados o maltratando a otros. Los conflictos destructivos pueden terminar con las buenas relaciones, sabotear el trabajo, posponer y reducir los esfuerzos de enseñanza-aprendizaje y devastar el compromiso individual con las metas de la organización.

      Por otra parte, cuando los conflictos son manejados constructivamente tienen resultados positivos, se puede mejorar el desempeño y las relaciones de todos los miembros entre sí. Ayudan a madurar al niño, a volverse menos egocéntrico y a adquirir conocimientos sobre sí mismo, saber qué lo enoja y lo asusta y qué es importante para él. La confianza en sus habilidades alienta al alumno a ser cooperativo y participar más. El punto de partida es reconocer el problema, ver quiénes son los involucrados y cómo puede resolverse. La interacción de las personas frente a los conflictos es diversa, tanto en su estructura como sus distintas dimensiones. “Los estudios en Occidente y Oriente indican que, mediante el desarrollo de relaciones cooperativas y las habilidades para discutir diversas opiniones de manera abierta, las organizaciones pueden empoderar a los gerentes y empleados [podríamos aplicar a docentes y alumnos] para usar los conflictos para detectar problemas, crear soluciones innovadoras, aprender de su experiencia y animar sus relaciones” (Tjosvold, 2008, p. 19).

      Aunque todavía se considera ampliamente que el conflicto es perjudicial, lo importante es aprender a manejarlo constructivamente para educar en el camino de la paz social; aprender el trabajo en equipo dentro y fuera del colegio, buscando que los estudiantes y docentes asuman relaciones solidarias, no competitivas que son las responsables de la evitación y su respectiva escalada. “El mundo se ha vuelto más interdependiente con una mayor necesidad de manejar los conflictos, pero apreciar y desarrollar las capacidades es demasiado a menudo lamentablemente inadecuado. El conflicto tiene un gran potencial, pero estamos lejos de lograr obtener todos sus beneficios” (ibíd.). Procuraremos en este libro extraer ese potencial para el bien de alumnos y docentes.

      Asegura el profesor Juan José Leiva (2010, p. 251): “Los conflictos escolares son complejos y obedecen a una multicausalidad difícil de precisar, aunque siempre existen factores emocionales, familiares y sociales que suelen estar detrás de muchos problemas conductuales de agresividad que conducen a situaciones de dificultad en la convivencia y a la violencia escolar”. Hay conflictos producidos por problemas emocionales, de personalidad o de temperamentos de los alumnos que los hacen reaccionar de distinta manera.

      Por ejemplo, en la célebre novela de Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, se describe el carácter de Fiódor Pávolovich como alguien rabioso, insolente, desfachatado, de temperamento exaltado y de fácil reacción, ya que bastaba “el más pequeño empujón” para llegar al “último límite de alguna infamia”. Muy diferente de su hijo Aliosha, que “no conservaba nunca el recuerdo de una ofensa. Si alguna vez le injuriaba un compañero, o un desconocido, una hora después volvía a hablarle como si no hubiese ocurrido nada entre ellos”. Están los apacibles y obedientes que responden bien y rápido al docente y están los irascibles de temperamento encendido que fácilmente reaccionan a la menor provocación. La primera conclusión es que no se los puede tratar a todos por igual, sino en forma personalizada.

       Interrogando el conflicto

       “¿Por qué se producen esas situaciones conflictivas? ¿Por qué arrojan tizas los alumnos? ¿Por qué charlan sin parar? ¿Por qué agrede el niño? ¿Por qué, por qué, por qué...?”

      Telma Barreiro (2010, p. 63)

      Es importante entender las causas de los conflictos. Eso no significa justificar ni tolerar, sino buscar las razones que producen comportamientos disruptivos en el aula. Según Telma Barreiro hay tres presupuestos que supone el conflicto.

      En primer lugar, esas conductas “develan o ponen de manifiesto alguna forma de malestar o de deterioro por parte del alumno y que este expresa, por ende, una forma de protesta por su conducta, protesta sin duda sorda, errática o bizarra, pero protesta al fin” (ibíd.). Se supone que si el niño se sintiera cómodo en el aula no adoptaría esos comportamientos indisciplinados. Por lo tanto, algo está molestando. El conflicto sería un emergente de alguna problemática que produce el fastidio o el disgusto. La cuestión es indagar por esos motivos subyacentes a la crisis, para procurar encontrarle alguna solución.

      El segundo presupuesto es la multicausalidad. Por lo general, no hay un solo factor generador del conflicto, sino un conjunto de elementos o una trama de ellos que están inquietando y que eclosiona en el comportamiento disfuncional. Por lo tanto, hay que interrogar por todas esas razones, que pueden estar actuando en forma recíproca o autoalimentándose mutuamente.

      El tercer componente causal son las dos áreas posibles de donde provienen los problemas, las llamadas exógenas y las endógenas, es decir, las causas provenientes de afuera de la escuela y las propias de la institución escolar. Lo que puede estar perturbando al niño pueden ser dificultades socioeconómicas graves de la familia, como la desocupación de los padres, tener sus necesidades básicas insatisfechas, problemas de los padres como alcoholismo, prostitución, depresión u otras problemáticas semejantes. También, puede haber abandono o desprotección de la familia, falta de reconocimiento del niño, malos tratos, un entorno social marginal, conductas violentas u otros factores exógenos deficitarios. Entre los factores internos de la escuela que pueden producir malestar o activar los problemas externos se ha señalado el clima social dominante en la institución, la conducción del colegio que puede ser autoritaria o muy rígida con la disciplina, las actitudes o pobre formación del docente y las características del grupo que puede ser disfuncional.

      Un buen diagnóstico de las razones del conflicto puede resultar útil para no focalizarse únicamente en el alumno, sino verlo a este como emergente de cuestiones más serias por resolver.

      Algunos conflictos pueden ser afrontados resignificando los hechos a fin de connotarlos de la forma más amigable posible, procurando desetiquetarlo de un “problema de disciplina” o de una agresión. Siempre hay algún resquicio donde puedan colarse nuevos significados. Los eventos son fenómenos de significación múltiple, que no pueden reducirse a una única correspondencia semántica. No se trata de inventar palabras, sino de construir realidades alternativas. Precisamente educar es crear nuevas posibilidades de crecimiento y desarrollo. Es necesario interrogar el conflicto, en sus diferentes pliegues semánticos y extraer de la gama posibles narraciones, la historia que mejor escriba la cultura de