Encuentro con las élites del Mediterráneo antiguo. Julián Gallego. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Julián Gallego
Издательство: Bookwire
Серия: Estudios del Mediterráneo Antiguo / PEFSCEA
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418095917
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form and name of government, be it monarchy, republic, or democracy, an oligarchy lurks behind the façade”.

      Elke Stein-Hölkeskamp (Universität Duisburg-Essen)

      … osa presenciar la matanza sangrienta y, manteniéndose cerca, sabe lanzarse contra el feroz enemigo. Eso es excelencia. Esa es, entre los hombres, la máxima gloria y el más hermoso premio al alcance de un joven guerrero. Un bien común a la ciudad y al pueblo entero es el hombre que, erguido en vanguardia, se afirma sin descanso.

      Estos valores cooperativos marcan al hoplita en la falange y constituyen cualidades centradas en la comunidad de la polis.

      Hacia mediados del siglo VI se tiene una evidencia similar en los fragmentos de Jenófanes de Colofón. Este poeta critica la excesiva exuberancia de la élite de su polis natal: “Acudían al ágora no menos de mil en total, con mantos teñidos de púrpura todos, jactanciosos, ufanos de sus muy cuidadas melenas, impregnados de ungüentos de aroma exquisito”, una suerte de “lujo inútil”, que habían aprendido “de los lidios” (fr. 3 West). Incluso más, su crítica está dirigida a la excesiva estima y el reconocimiento de que gozan los campeones olímpicos: lamenta la inutilidad de las actividades deportivas para la comunidad de la polis y critica los valores subyacentes y, de hecho, la mentalidad de grupo estamental que gira en torno a la competencia, o más bien a la competitividad por sobre todo y solo en este ámbito: un hombre que obtuviera

      … una victoria por la rapidez de sus pies o en el pentatlón… o bien en la lucha, o bien en ese espantoso certamen que llaman ‘pancracio’, muy ilustre se hace a los ojos de sus convecinos, y puede alcanzar la gloriosa ‘proedría’ en los Juegos, y recibir alimentos a cargo del erario público, y de su ciudad un regalo, que tenga por premio.

      Todo esto no contribuiría al “buen gobierno” de la ciudad ni a “engrosar” su tesoro (Jen., fr. 2 West). La crítica en uno de los poemas del Corpus Theognideum apunta en un sentido similar. El poeta confronta a sus conciudadanos con una pregunta polémica:

      ¿Cómo vuestro corazón tiene el valor de cantar al son de la flauta? Desde la plaza se ve la frontera de nuestra tierra, que os alimenta con sus frutos, ¡a vosotros que en vuestros rubios cabellos lleváis en los banquetes rojas guirnaldas!

      Los convoca a llorar “por esta tierra perfumada” que se pierde ante el enemigo, a recortar sus cabellos y poner fin a la fiesta (Teognis, 825-830).