Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: William Nordling J.
Издательство: Bookwire
Серия: Razón Abierta
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418746345
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La vocación se entiende a menudo como un fenómeno religioso, en el que las personas responden a una llamada de Dios para cumplir una función espiritual o un trabajo de vida. Desde una perspectiva cristiana, las vocaciones o llamadas espirituales adoptan tres formas básicas: a) las llamadas a una persona para su relación con Dios, a través de su búsqueda de la santidad; b) el estado de compromiso de una persona en la vida —ya sea soltera, casada, ordenada o religiosa, y c) el trabajo y el servicio de una persona a través del trabajo remunerado, los esfuerzos voluntarios y el servicio diario en las familias y los amigos. Son todas formas de entrega de uno mismo y son todas transformaciones, bajo la gracia, de las capacidades humanas. (Sobre el fundamento filosófico de las vocaciones, véase premisa V.1-4, en este capítulo.)

      7. Vocación de santidad. La vocación común a la santidad se basa en la llamada en este mundo a amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, y a vivir una vida de buenas obras, que Dios preparó de antemano para cada persona (Lc 10:27; 1 Tes 4:3; Ef 2:10). Dios le da a cada uno una vocación personal: en un papel único e irrepetible, Dios llama a cada persona a realizar el cumplimiento del plan divino (2 Tim 1:9; Concilio Vaticano II, 1964, Lumen gentium [LG] §39).

      8. Estados vocacionales. Todas las personas comienzan la vida como solteras y pueden continuar sus vidas así, en el amor y el servicio a Dios y al prójimo. En general, ser miembro de una familia es el primer estado vocacional, y es dentro de esa familia donde se enseña a recibir y dar amor. También hay vocaciones que se comprometen con un estado de vida, es decir, vocaciones para comprometerse a casarse, ordenarse o consagrarse (religiosas). Todos estos estados implican la colaboración en la obra de Dios de santificarse a uno mismo y a otras personas (1 Pe 5:1-4; LG §41-43).

      9. Trabajo y servicio. A través de un tercer nivel de vocación, las personas se comprometen con el trabajo y el servicio, remunerado o no, y esto ayuda a su realización y santificación personales, contribuyendo a la vez al bien de la familia, de las demás personas y de la humanidad (Gn 2:15; Mt 25:20). Es a través de ese trabajo como uno puede ejercer el mandato divino de ir más allá de los amigos y la familia para amar al prójimo, acoger al extranjero, ejercer la justicia para los pobres y hacer el bien al enemigo.

      10. Oración y sacramentos. Cada persona está llamada a la comunión con Dios a través de la oración. Las prácticas religiosas de oración unen a los individuos a la comunidad y a Dios. Debido a la importancia de la persona en su totalidad, la adoración involucra al cuerpo (a través del silencio y el canto, estar de pie o arrodillarse, comer y beber) y la relación (a través de saludos y darse la paz, o bendiciones y respuestas comunitarias). De esta manera, nuestro cuerpo participa e incluso conoce la fe. Dios ofrece no solo la salvación eterna, sino también apoyo temporal, la curación y la orientación a través de los sacramentos, que están disponibles para todos los creyentes cristianos. Comenzando por el bautismo, los sacramentos son los siete signos eficaces de la gracia divina, instituidos por Jesucristo, ofrecidos por obra del Espíritu Santo y confiados a la Iglesia (2 Cor 5:17; Lc 22:19-20; Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], 2000, §1210). La gracia de Dios no se limita a los sacramentos, ya que permite el bautismo del deseo, que a través de la justicia y la misericordia de Dios se ofrece incluso a los no creyentes.

      Esta visión teológica cristiana de la persona (esbozada a través de las premisas explicadas en los apartados A.I-III) se refiere a una realidad ontológica, existencial y teológica para toda la vida humana. En el siguiente apartado, se abordan, resumidamente, cuestiones metafísicas u ontológicas, epistemológicas y éticas según un enfoque de la persona fundamentado en la experiencia y la razón humana según una perspectiva filosófica cristiana.

      B] UNA VISIÓN FILOSÓFICA CRISTIANA DE LA PERSONA

      Basada en la experiencia humana, la razón y la tradición filosófica cristiana, en diálogo con las ciencias y otras formas de conocimiento, la persona es…

      IV. Unidad

      El alma espiritual, creada por Dios, es el principio animador y la forma sustancial del cuerpo humano vivo (Sal 139:13; CCC §§362-68). Gracias a la unidad cuerpo-alma, todos los humanos tienen la capacidad de tener una conciencia personal distintiva, diferente de la conciencia meramente animal.

      1. La dignidad humana. Todo ser humano vivo dispone de una dignidad básica y de un alma humana completa, incluyendo sus poderes intelectuales, aunque una persona no sea capaz de expresarlos de forma permanente o temporal debido a desórdenes o falta de desarrollo (Gn 1:31; GS §§14-15).

      2. La unidad cuerpo-alma como don de vida. Una persona es un ser vivo completo, totalmente unificado, constituido por un cuerpo material y un alma inmaterial, incorruptible e inmortal. La unidad cuerpo-alma constituye un don de vida que siempre depende de Dios. Debido a que el intelecto espiritual de la persona subsiste en el cuerpo, sin quedar reducido al aspecto corporal per se, el alma de la persona sobrevive a la muerte del cuerpo. El alma humana está tan profundamente unida al cuerpo que se considera la forma sustancial del cuerpo (Gn 1: 2 y GS §14; CCC §§364-365). El aspecto más profundo de la persona se llama a veces el alma, el espíritu, el corazón o la mente (Mt 22:37-40; Lc 10:27; Mc 12:30; D 6:5).

      3. O varón o mujer. Los hombres y mujeres son encarnaciones complementarias de la naturaleza humana. Las diferencias de sexo no son meras convenciones sociales. Si bien son iguales en dignidad y valor, y aunque tienen muchas características en común, las personas de ambos sexos no son idénticas ni a nivel físico, ni mental ni emocional. Su complementariedad tiene un significado nupcial, que se revela y actualiza a través de una donación desinteresada, expresada no solo en el amor sexual conyugal, sino también en las formas célibes de entrega y servicio a los demás. Las diferencias de sexo van más allá de la relación matrimonial y en el hogar, ya que hay características masculinas y femeninas que influyen en el comportamiento en sociedad (Ef 5:28-33).

      4. La ley natural y la norma personalista. La ley natural (moral) fundamenta la ética profesional, los principios de conciencia y responsabilidad, el respeto a la libertad individual, la no injuria, la beneficencia y el respeto a la dignidad básica de la persona, independientemente de sus diferencias. También se fundamenta en las demandas adicionales de la ética cristiana, al arraigarlas en sus inclinaciones naturales —como buscar el bien y evitar el mal, o amar a Dios y al prójimo— que conducen tanto a la justicia social como al culto a Dios. Tal y como se expresa en la norma personalista, la persona es un sujeto que se posee a sí mismo, con fines personales distintos, que no debe utilizarse instrumentalmente como un mero objeto, o como un mero medio para los fines de otra persona (Mt 7:12). Desde una perspectiva filosófica y una base de experiencia, la ley natural es una participación humana y racional en la dimensión normativa de la realidad, que dirige a los humanos a su fin último, que es su realización a través de una ley escrita en su interior. No obstante, puede ser difícil discernir el orden de las inclinaciones naturales y los principios conexos de la ley natural, o cuál es la mejor manera de aplicarlos en los entornos cotidianos. Desde una perspectiva basada en la fe, la ley natural es una participación racional en la sabiduría y el amor de la ley eterna de Dios (Rom 1:19-20, 2:14-15). Su origen divino se confirma y su contenido se aclara en la revelación divina, por ejemplo, en las dos tablas del Decálogo, es decir, en el amor a Dios y el amor al prójimo como a uno mismo (Ex 20: 1-17; Lev 19: 18; Mt 22:38-39; Rom 13: 9). Sin embargo, el pecado y los demás efectos de la caída suelen obstaculizar el conocimiento y conciencia de los principios de la ley moral natural y de su aplicación.

      5. Capacidades múltiples. La naturaleza humana animada incluye múltiples capacidades a nivel orgánico (vegetativo y motor), cognitivo (sensación-percepción y razón o intelecto racional) y afectivo (emoción y voluntad o intelecto volitivo) de la persona (Lc 10:27).

      6. Seres vivos orgánicos. Los humanos son capaces de tener salud y prosperidad corporal. Poseen una inclinación natural a preservar y promover su bienestar corporal. Se sabe que la salud corporal (en sus diferentes niveles) influye, sin ser equiparada, en la realización