Humberto Charles, Aldo Torres y David Castro31 hacen la distinción entre las redes sociales físicas y las redes sociales virtuales. Las primeras las definen como el conjunto de contactos que posee un individuo, ya sean familiares, conocidos o amigos, y de los cuales puede recibir apoyo material o simbólico; las segundas se refieren al mismo tipo de contactos, pero cuya forma de localización es principalmente por internet.
Un trabajo más reciente en el país es el de José Hernando Ávila Toscano,32 en el que se discute el tema de las redes sociales enfocándose principalmente en su uso para la medición y análisis de la producción científica. Allí se reafirma que Colombia es un país emergente en el análisis de redes, reconociendo los avances en el tema de autores como Camilo Madariaga y Jorge Palacio, de la Universidad del Norte, quienes ya fueron mencionados; Gabriel Vélez, de la Universidad de Antioquia, y Sebastián Robledo, de la Universidad de Manizales, por sus investigaciones en bibliometría; Dolly Cristina Palacio, de la Universidad Externado de Colombia, por su trabajo en el análisis de redes socioecológicas y la importancia de la colaboración que ha tenido lugar entre diferentes colegas latinoamericanos para realizar seminarios internacionales sobre el ars.
Este balance de definiciones es posible ampliarlo reconociendo que todas son válidas o, dicho de otra forma, no hay argumentos para invalidarlas, en tanto son las construcciones que les permiten a los autores dar cuenta de la realidad social que estudian o intervienen desde una perspectiva reticular. Es por ello por lo que a lo largo del texto irán apareciendo otros autores con los que se podrá seguir ampliando este tema.
Queda claro hasta aquí que, en primer lugar, no hay una única definición del concepto de red social, lo que lo hace problemático, especialmente para el análisis. El énfasis que se hace en este concepto se presenta de manera diferenciada según el tema de interés, el contexto del fenómeno, la población objetivo, entre otros elementos emergentes, que definen la intención del análisis o de la intervención. Mientras que unos autores se quedan en un nivel general del concepto, otros trabajan las redes sociales de manera muy particular o específica, incluso en algunos casos podría decirse que se minimiza, tomando como referencia unas pocas características de la población que se investiga.
Hasta aquí puede establecerse que las redes sociales se identifican como: (1) una forma de entender cómo funciona el mundo y, por consiguiente, la forma en aprehenderlo en la investigación o en la intervención, (2) una forma de operativizar una práctica académica y/o social y (3) en algunos casos hay una fuerte orientación a verlas como una metodología, esto es, una manera de hacer algo, dirigido especialmente hacia organizaciones para la consecución y optimización de recursos. Estas definiciones tienen en cuenta el concepto desde lo más general y complejo, hasta lo más particular y sencillo, o viceversa.
En la vida práctica, es decir, no académica, pueden identificarse también muchas formas de comprender el concepto de red social, encontrando que esta, como una forma organizativa, es quizá la definición que mayor representación y uso tiene en diferentes espacios en el país. Así, por ejemplo, se tienen asociaciones, comités, mesas de trabajo, alianzas, agrupaciones, redes, etc., tales como redes de adulto mayor, redes de mujeres, redes de políticas públicas, redes de niñez, redes de bibliotecas, redes de jóvenes, entre tantas otras, y, en la mayoría de los casos, hay una referencia a lo organizativo, es decir, a la conformación de una organización que agrupa diferentes actores, para la cual se define una estructura de funcionamiento y existencia jurídica, aunque ello no es garantía de la existencia de lazos entre los miembros. De hecho, en algunas ocasiones quienes operan las organizaciones “redes” son los miembros de la junta directiva o secretarías técnicas, y puede darse una ausencia de cada miembro de la organización o una participación pasiva con mínimas interacciones.
Hay otras formas de participación abierta que ven las redes sociales como una metodología que permite avanzar en los objetivos que hayan sido propuestos con algún carácter colectivo y, de esa manera, lograr apertura, mayor participación, horizontalidad y otra cantidad de cargas mesiánicas que se ponen en este concepto, como si por su sola existencia (la del espacio colectivo como red) realmente se generara la vinculación entre los diferentes actores participantes de los espacios colectivos, haciendo prácticamente imposible rastrear los orígenes de las definiciones que aparecen en estas situaciones prácticas.
Sin embargo, y en segundo lugar, las definiciones citadas y otras tantas, que se encuentran en diferentes autores no citados en este apartado, como Barry Wellman, Mark Granovetter, Pablo Forni, Denise Najmanovich, José Ignacio Porras, Mario Albornoz y Fabio Alfaraz, Félix Requena Santos, Linton Freeman, Sonia Fleury, Harrison White, entre otros, así como las definiciones que han sido creadas como producto de la praxis, tienen dos aspectos en común: por un lado la existencia de vínculos y, por otro, la de partes que están vinculadas. Alrededor de estos dos aspectos se mueven todas las definiciones presentadas, es decir, en la especificación de lo que define los vínculos y la identificación de las partes se dota de contenido el concepto de red social en cada caso, pero aquí estaría la raíz del asunto para todos ellos.
Por tanto, en este texto se propone esa definición ya construida, y que se encuentra planteada por otros autores, solo con la variación de algunos términos de entender la red social o redes sociales como la existencia de un conjunto de vínculos o conexiones entre un conjunto de elementos, unidades o partes, siempre que estas unidades o partes sean personas individualmente consideradas u organizadas, formal o informalmente. Esta definición está basada en la que realizaron Wasserman y Faust, en la cual se entiende “por dato relacional un vínculo específico existente entre un par de elementos”,33 estableciendo unos lentes específicos para dar cuenta de todo aquello que se considera está conectado por alguna razón, constituyendo la base de lo que es común a las múltiples comprensiones de lo que es una red social.
De aquí también se tiene que la red social no es sujeto (en el sentido gramatical), más bien se considera una acción (verbo), es decir, el hablar de un vínculo necesariamente conlleva entender que hay una interacción, la cual se genera solo a partir de un intercambio de algo. El intercambio como tal es una acción que realizan las partes o unidades de un todo, y, por tanto, es posible definir que el nombre que se le asigna a algo no es garantía suficiente de que ese algo exista, en este caso vínculos, toda vez que no se evidencien dichas acciones o, de otra forma, interacciones. Por tanto, se puede decir que las redes sociales son dinámicas, de ninguna manera estáticas e inmóviles.
En algunos ejercicios que se han acompañado hay escenarios que se resisten a ser denominados red, en consideración de que hacerlo puede amenazar la existencia de estos (concepción negativa). En otros en los que se denominan red hay evidencia de pocos vínculos entre quienes participan, y en otros existen los vínculos, pero no hay ninguna mención a las redes o cualquier forma que exprese conexión entre las partes. En fin, ¿cómo se resuelve esta situación? El ars puede ser de mucha ayuda para resolverla, aunque ello se abordará más adelante, lo que interesa en esta parte del texto es poner en común estas situaciones, que sin duda el lector podrá encontrar en su cotidianidad y, aunque no haya aquí una respuesta precisa para esta pregunta, el poder identificarlas ayudará a entenderlas y abordarlas. Esto lleva a dar cuenta de alguna información sobre