El reino de los olvidados. Mikel Arzak. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mikel Arzak
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788416181384
Скачать книгу

197075.jpg

      © Iñigo Arzak Capilla, Mercedes Giménez Cañizares

      © Letras de Autor

      Teléfono: 91 151 16 14

      [email protected]

      www.letrasdeautor.com

      Corrección e Ideas: Julen Cestero, David Pérez, Martín Nogal

      Maquetación y diseño: Georgia Delena

      Diseño portada: Amaia Iraundegi

      Primera edición: Noviembre 2014

      ISBN: 978-84-16181-38-4

      P.V.P.: 6 €

      La reproducción total o parcial de este libro no autorizada vulnera derechos reservados. Cualquier utilización debe ser preferentemente concertada.

      Dedicatoria de David Pérez

       En memoria de Mikel Arzak Giménez,cuya ilusión era que sus libros se dieran a conocer.

      Índice

       Prólogo Cuéntame un cuento

       1 - La Alianza de las Dos Tierras

       2 - El Reino de los Olvidados

       3 - La Taberna de la Luna

       4 - El Puerto de los Naufragios

       5 - Como el resto

       6 - La gloria del muerto

       7 - Algo por lo que luchar

       8 - El Caballero sin Bandera

       9 - Vivir libre

       10 - El poder de la pena

       11 - En pie morir

       12 - Adiós

       Epílogo - El último horizonte

      El niño correteaba de un lado a otro riendo sin parar. Tras él, a poca distancia, su padre intentaba alcanzarlo sin éxito. Llevaban así varios minutos, y el hombre disfrutaba casi tanto como su hijo. Le encantaba jugar con él.

      El niño tenía una energía sin igual. Siempre estaba preparado para correr y, por increíble que pareciera, nunca se cansaba. Su padre, por el contrario, no podía evitar sentir el paso de los años debilitando sus piernas a medida que pasaba el tiempo.

      En un descuido, el niño tropezó con un juguete que estaba tirado en el pasillo, perdiendo velocidad por unos instantes. Su padre aprovechó el momento para agarrarlo del hombro. Lo había atrapado.

      -Te pillé.-dijo entre jadeos, con una sonrisa en la cara.-Ahora, a la cama.

      -Jo, papá, quiero jugar un poco más.

      -Lo siento pero no, hemos hecho un trato. Si te alcanzaba, te ibas a la cama. Así que te toca cumplirlo muchachito, que ya es tarde.

      Aún jadeando, el hombre acompañó a su hijo hasta su cuarto.

      -¿Mañana jugaremos más?-preguntó el niño en la puerta.

      -Claro que sí, no lo dudes.-respondió el padre, guiñándole un ojo.

      El niño sonrió. Rápidamente, se dirigió a su cama y se metió en ella, arropándose y esperando a que su padre se sentara a su lado. Siempre lo hacía, y aquella vez no iba a ser una excepción. El hombre se inclinó y lo besó suavemente en la frente antes de seguir su rutina de siempre y sentarse junto a él.

      -Papá, cuéntame un cuento.-pidió el niño.

      -Es tarde, mejor mañana.

      -Por favor, papá. Solo uno.

      El niño puso su mejor cara de pena, aunque sólo logró que su padre riera a carcajadas al verla. No era buen actor.

      -Está bien, te contaré uno, pero quita esa cara.-le dijo su padre señalándolo con el dedo.-¿Cuál quieres? ¿Caperucita Roja?

      La cara del niño se iluminó.

      -No, quiero uno de los tuyos. Son los mejores. Pero quiero uno nuevo.

      El padre volvió a reír y acarició la mejilla de su hijo.

      -Como quieras. Veamos… ¿te he contado el cuento de Ingard el Valiente?

      -Sí, el otro día.

      -¿Las aventuras de Gromitinga?

      -Ése no es tuyo, pero sí.

      -¿Qué me dices de la leyenda del Imaginarum?

      -También.

      El padre dio una palmada al aire y apoyó el puño en sus labios, fingiendo frustración. Parecía que ya le había contado todos los cuentos e historias que había ido desarrollando a lo largo de su vida, y estaba demasiado cansado para improvisar uno aquella noche.

      Pero entonces se dio cuenta de que había uno que no le había relatado, uno que tenía reservado para cuando llegara el momento adecuado. Miró a su hijo a los ojos. ¿Había llegado ya ese momento?

      De todas formas, es sólo un cuento, pensó. Al menos, para él.

      Se inclinó hacia su hijo con un brillo en los ojos para dar cierto misterio al asunto.

      -¿Y qué hay de el Reino de los Olvidados?-le susurró.-¿Te he contado esa historia?

      El niño negó con la cabeza.

      -¿De qué va?-preguntó.

      -Pues es una historia llena de acción, soldados medievales, traiciones, dictaduras, amor, desamor y un deseo irrefrenable de libertad.

      Un brillo similar apareció en los ojos de su hijo. Ya había conseguido intrigarlo. Ambos se acomodaron en la cama, uno tumbándose completamente y arropándose hasta el cuello con su peluche al lado y el otro estirándose y carraspeando para aclararse la garganta, listo para empezar.

      -¿Puedo?-preguntó el padre.

      Cuando el niño asintió, el hombre volvió a sonreír.

      -Prepárate, porque es una de las mejores historias que escucharás jamás. Hace mucho tiempo…

      El sol abrasaba sin piedad, haciendo que todos los soldados del pelotón sudaran la gota gorda. Además, las armaduras que llevaban sólo absorbían más el calor, convirtiendo el montón de metal en un horno del que ninguno se podía librar.

      Carlos Mendoza volvió a beber de su cantimplora, intentando refrescarse. Cada vez le quedaba menos agua, y como sólo había pasado