CAPÍTULO 26. De nuevo en México lindo
CAPÍTULO 27. De miedos y de amantes…
CAPÍTULO 28. La mariposa y el temazcal
CAPÍTULO 29. La insoportable levedad del «no ser»
CAPÍTULO 31. Quemando las naves
CAPÍTULO 33. Alianzas y desvelos
CAPÍTULO 34. De arte, sexo y Mitzi
CAPÍTULO 35. Ser corresponsable
CAPÍTULO 36. De aventuras, indias, españoles y conquistas
CAPÍTULO 37. La calma después de la tormenta
CAPÍTULO 38. Escondido en la memoria
CAPÍTULO 39. Amor versus sexo… y viceversa
CAPÍTULO 40. Metiendo la pata (la de verdad)
CAPÍTULO 42. Tocando fondo y más allá
CAPÍTULO 43. ¿Todo se acaba aquí?
CAPÍTULO 44. Nuevo aviso, más presión
CAPÍTULO 45. Nuevo aviso, más presión
CAPÍTULO 46. Que tiemble nuestro suelo sagrado
CAPÍTULO 47. Un cazador cazado
CAPÍTULO 48. El crepúsculo de los dioses… o casi
Nota del autor
Por fin he logrado terminar mi primera novela: Hijo de Malinche. ¡Aún no me lo creo! Nunca imaginé que me costaría tanto. Pensaba que, siendo periodista, sabía escribir, pero confieso que me ha costado mucho adaptarme al lenguaje y cánones literarios.
Gracias a los profesores del Ateneu Barcelonès y a tod@s los que me habéis ayudado en este arduo pero apasionante proceso de dar vida a una idea que nació en 2012, en México, cuando mi querida hija Martina solo tenía cuatro años. En plena crisis económica, durante la presentación de la Fundación Corresponsables, ante una veintena de medios de comunicación, un importante empresario y presidente de una gran asociación civil me definió como «el Hernán Cortés bueno, el de la Responsabilidad Social». Casi me da algo, pensé que ahí terminaba mi aventura por las ‘Américas’, dada la mala prensa que tiene el conquistador aún en la actualidad.
Pero sucedió todo lo contrario, en ese instante comenzó a afianzarse mi emprendimiento social y fue el inicio de una hermosa historia de amor, respeto y admiración por América Latina, especialmente por sus gentes, sus paisajes, sus raíces, sus tradiciones. Comencé a interesarme por la figura de Hernán Cortés, hasta ese momento denostada por mí al igual que por tantas personas de ambos lados del charco, y os confieso que, cada vez que leía más y más sobre el conquistador, me ocurría lo mismo que reveló alguien tan poco sospechoso como el premio nobel mexicano Octavio Paz en la cita que recojo en la página previa: «No es fácil amarlo, pero es imposible no admirarlo». Aunque no compartáis la opinión de este poeta excepcional, entenderéis mejor lo que digo y por qué lo digo al leer la novela.
Sea como fuere, los más de 500 millones de hispanohablantes somos, de alguna manera, parte importante de su legado, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Ojalá que estas páginas contribuyan, en algún sentido, a superar de forma definitiva los rencores, prejuicios, desencuentros, culpas, lamentos y reproches entre los pueblos, y brindemos por el presente y futuro con vino, chelas, tequila o mezcal, sin ignorar ni olvidar, claro está, los excesos que se cometieron en la Conquista. Como en todas...
Justo cuando estaba terminando de escribir esta novela, apareció en nuestras vidas, por desgracia, la ya famosa COVID-19 que, en poco tiempo, se convirtió en una terrible pandemia. Durante los primeros días de confinamiento pensé en incluir el virus en la trama. Lo sopesé y, finalmente, decidí que no apareciese. No la dejé entrar y que perturbara cómo sus personajes viajan, viven, sienten, se enamoran, padecen, se transforman.
Quiero también dar mi más sinceras condolencias a todas aquellas personas que habéis perdido a algún ser querido o estáis sufriendo de manera importante las consecuencias de esta maldita pandemia. También deseo agradecer de corazón el encomiable trabajo de todas las personas y organizaciones que habéis estado al pie del cañón y seguís ahí, cuidándonos, protegiéndonos y colaborando de múltiples maneras para paliar sus devastadores efectos en la salud, en la economía y en la vida de tantas personas.
Todos somos corresponsables y todos podemos aportar nuestro grano de arena, tanto personal como profesional, para mejorar este complejo y apasionante mundo que nos ha tocado vivir. Por ello, donaré más de la mitad de los beneficios de la novela a entidades no lucrativas como Cruz Roja, Plan Internacional, Banco de Alimentos, Aldeas Infantiles, Reforestamos México, Techo, etcétera. Asimismo, seguiré haciendo lo posible desde Corresponsables por poner en valor el excepcional trabajo de todas las maravillosas personas, la mayoría anónimas, que trabajáis por un mundo mejor.
Somos los únicos responsables de nuestra felicidad. No tengas miedo al cambio. Diseña tu mundo, personaliza tu vida, que tu viaje merezca la pena. Nuestra primera obligación es ser felices, solo así podemos hacer felices a los demás. Seamos felices cueste lo que cueste, pésele a quien le pese, pues la vida pasa en un suspiro. No olvides que justo cuando la oruga piensa que es su final se transforma en mariposa. Alguien dijo que la felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia