Pero nuestros paisajes silvestres se encuentran amenazados. En 1998 un estudio internacional llevado a cabo por dieciséis organizaciones a lo largo de veinte años, reveló que aproximadamente el 12,5 por ciento de las especies botánicas del mundo estaban amenazadas (esto es, un total de 34.000 especies), y que, en Estados Unidos, el 29 por ciento de las 16.000 especies autóctonas estaba en peligro inminente de extinción. Hasta hace poco solo se prestaba atención a la desaparición de las especies en la selva tropical. Como afirmara Steven Foster, reconocido autor y fotógrafo: «Las plantas, a diferencia de los animales, no son cariñosas, adorables ni peludas, por lo que no atraen fácilmente la atención del público». Sin embargo, sin ellas no sobreviviríamos. ¿Quién querría un mundo así? Un mundo sin plantas sería un espacio yermo, frío y sin vida.
Poco después de mudarme a Green Mountains, en Vermont, me di cuenta de que muchas de las especies botánicas más antiguas de los bosques caducifolios del este de Estados Unidos, incluidas muchas plantas medicinales importantes, estaban en peligro de extinción o habían desaparecido por completo. Un día de inicios de primavera, paseando por la montaña entre trilios y lirios silvestres, sentía cierta desazón y desesperanza ante la posible pérdida de las dulces medicinas de la tierra, cuando oí una voz que procedía de las entrañas del bosque. Franca y clara, me dijo: «Replántanos. Devuélvenos a nuestras comunidades». Llevo toda la vida escuchando a las plantas, por lo que no tuve ninguna duda sobre lo que oí y lo que me estaban pidiendo. Aquel otoño encargué una cantidad considerable de plantas en peligro de extinción y las trasplanté en el bosque —ginseng americano, sello de oro (Hydrastis canadensis), cimicífuga (también llamado cohosh negro) y sanguinaria—. Las reintroduje en su hábitat natural, donde antaño proliferaban —antes de la tala, del pastoreo con ovejas, de la siega del heno y de los muros levantados por los primeros granjeros de Nueva Inglaterra—. Sinceramente, no sabía muy bien qué estaba haciendo, y, de hecho, muchas de las plantas que trasplanté no prosperaron. No tuve en cuenta factores importantes, como las condiciones del suelo, su pH, los cambios en el dosel arbóreo y la calidad de los rizomas que había encargado. Actué por puro entusiasmo e ignorancia, una combinación poco práctica de la que surgió, no obstante, una llama en mi corazón que me alentó a continuar.
Aquello fue el inicio de un proyecto que abrió una nueva dimensión en mi carrera profesional y se convirtió en una auténtica pasión. Había dedicado gran parte de mi vida a la fitoterapia, el estudio de las plantas medicinales, la recolección de plantas silvestres, la elaboración de productos fitoterapéuticos y la formación de estudiantes en esta tradición ancestral y maravillosa; y, de repente, me encontré explorando un territorio nuevo: la intricada red de las comunidades silvestres. ¿Cómo crecían las plantas medicinales en su hábitat natural? ¿Cómo se comportaban las comunidades vegetales cuando miembros importantes de la familia desaparecían de su ecosistema? Estas poderosas plantas son tan vitales para la salud del planeta y las comunidades silvestres como lo son para los seres de dos patas, los seres humanos que han dependido de ellas durante milenios. ¿Qué sucede cuando una comunidad pierde su equilibrio? ¿Y cuándo desaparece una medicina de la comunidad? ¿Acaso la pérdida de estas poderosas especies medicinales es uno de los motivos por el cual han aumentado las enfermedades que atacan tanto a las plantas nativas como a los seres humanos?
«El poeta Francis Thompson escribió una vez que “uno no puede arrancar una flor sin que se estremezca una estrella”. Si no podemos arrancar una flor sin que se estremezca una estrella, ¿qué sucede cuando desaparece una especie entera?».
— Loren Isrealson, miembro del consejo de United Plant Savers
United Plant Savers
A raíz de mi preocupación por el estado de las comunidades de plantas silvestres, hablé con compañeros fitoterapeutas y me di cuenta de que muchos compartían mi inquietud. En 1994, ante la creciente necesidad de actuar, un pequeño grupo de personas comprometidas nos reunimos en el International Herb Symposium celebrado en la Universidad de Wheaton, cerca de Boston, para abordar la conservación de las especies autóctonas y valorar qué podíamos hacer para protegerlas. Así fue como constituimos United Plant Savers (UpS), una organización dedicada a la conservación y el cultivo de plantas medicinales estadounidenses y sus hábitats, que se ha convertido en la más importante del país. Creada con entusiasmo y esperanza por personas que aman y conocen las plantas, la organización refleja la diversidad de la fitoterapia estadounidense, pues entre sus miembros encontramos no solo fitoterapeutas, sino también médicos, enfermeros, naturópatas, botánicos, agricultores ecológicos, empresarios, recolectores, coleccionistas de semillas, productores y personas que, simplemente, aman la naturaleza.
«Nunca dudes de que un grupo pequeño de ciudadanos conscientes y comprometidos pueda cambiar el mundo; en realidad, son los únicos que lo han hecho».
— Margaret Mead
United Plant Savers ha puesto en marcha una serie de proyectos, incluyendo donaciones de plantas en las que se han repartido más de 50.000 raíces de sello de oro y varios miles de ejemplares de otras amenazadas entre los miembros de la organización, quienes las han trasplantado en sus tierras. Nuestra labor más compleja hasta la fecha ha sido definir y conformar una lista de especies en peligro de extinción y otra de especies en observación (véase pág. 379), que se han convertido en una guía para la industria de la fitoterapia, sus profesionales y los consumidores de sus productos. Animamos a toda la gente a proteger las plantas medicinales silvestres sembrando semillas en su hábitat natural y arrancando las especies invasoras. También alentamos a los jardineros y agricultores a plantar especies medicinales en peligro de extinción en sus jardines, huertos, granjas y tierras, y a observar posibles cambios en su estado de una temporada a la siguiente. Hace unos años UpS compró una granja de 140 hectáreas al sureste de Ohio y la convirtió en una hermosa reserva de plantas medicinales, muchas de las cuales están incluidas en la lista de especies en peligro de extinción elaborada por la misma organización. El espacio también funciona como centro formativo, granja y laboratorio de investigación al aire libre, y se está convirtiendo en un modelo de santuario botánico sostenible.
«La belleza y la genialidad de una obra de arte pueden ser recreadas, aunque se destruya su primera expresión material. Una armonía desvanecida puede aún inspirar al compositor, pero cuando el último ejemplar de una especie de seres vivos deja de respirar, otro cielo y otra tierra han de pasar antes de que exista otro semejante».
— Cartel en el zoo de especies en peligro de extinción de la ciudad de Belice
UpS anima a todas las personas que aman y utilizan las plantas medicinales a convertirse en consumidores responsables: infórmate sobre la procedencia de las plantas que utilizas, si están en la lista de especies en peligro de UpS o si están amenazadas en la región donde vives. Siempre que sea posible, compra plantas medicinales cultivadas y de producción ecológica; de esta forma no solo contribuirás a la supervivencia de las comunidades de plantas silvestres, sino también a la de otra especie en peligro de extinción: el pequeño agricultor local.
Fitoterapia para el futuro
La fitoterapia es una medicina maravillosa. Cuando se utilizan con entusiasmo y sentido común, las plantas aportan salud, energía y vitalidad a nuestras vidas. No obstante, si decidimos utilizarlas, a cambio tenemos que hacernos responsables de la salud y el cuidado de las especies silvestres. Emprendamos una relación de colaboración con las plantas devolviéndoles lo que nos dan: salud, alimento, belleza y protección.
Hemos alcanzado un punto en nuestra historia en el que no respetar ni retroalimentar la relación cocreativa que tenemos con los recursos de este pequeño y hermoso planeta podría tener consecuencias desastrosas. Nos