No quiero elogiar solamente el entusiasmo y la sabiduría que derrocha en sus conferencias, enseñanzas y escritos, sino también su dedicación incansable a la causa de la defensa de la naturaleza, por ejemplo, con la organización United Plant Savers, que promueve con vehemencia la protección de las plantas medicinales en peligro de extinción en América del Norte. Tras haber aportado ya tanto al movimiento de la fitoterapia, ahora Rosemary nos trae la maravillosa obra Plantas medicinales para toda la familia. Sin duda, esta espléndida guía para un estilo de vida natural os ayudará a ti y a tus seres queridos a vivir más sanos y felices. Como escribe la autora: «El verdadero bienestar mental, físico y espiritual es resultado de un estilo de vida saludable. Es una receta para toda la vida. Forma parte de lo que haces, de lo que introduces en tu cuerpo y de cómo nutres tu mente. El verdadero bienestar es… encontrar lo que te hace disfrutar en la vida, explorar tus pasiones. Hagas lo que hagas, hazlo bien, y hazlo con gusto». La información, consejos, recetas e historias que Rosemary ofrece en esta joya de libro os ayudará e inspirará a ti y a tu familia a gozar de verdadero bienestar y a disfrutar de una vida plena.
¡A tu salud! ¡Piensa en verde!
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Fitoterapia eco-lógica
El origen de este libro se encuentra en la insistencia por parte de algunos amigos para que recopilara mis escritos y enseñanzas de los últimos treinta años en un solo volumen que sirviera de guía práctica de fitoterapia para el hogar. Debo reconocer que, en un primer momento, me mostré reacia. Me costaba imaginar qué podía añadir yo al rico legado de la fitoterapia que no se hubiera escrito ya, y además en muchos casos, con gran acierto. No obstante, meses después, al terminar de redactar lo que finalmente ha sido una obra de tamaño considerable, me di cuenta de que las enseñanzas de este libro comparten un propósito de vital importancia. No toda la información resultará innovadora, sorprendente o compleja, pero sí nos servirá para recordar el verdadero origen de la fitoterapia: nuestra profunda conexión con las plantas. He querido crear una guía del uso sostenible de plantas medicinales para toda la familia. Mi deseo es que acabe manoseada, desgastada y con la cubierta rota por el uso y el paso del tiempo, pero también, y no menos importante, que el lector tome conciencia de que nuestra salud está estrechamente relacionada con la del mundo que nos rodea. Entonces sabré que han merecido la pena no solo el tiempo que tanto yo como tú, lector, le hemos dedicado a este libro, sino incluso la vida de los árboles utilizados para imprimirlo.
Una medicina tradicional para los tiempos modernos
En un momento en que la fitoterapia está sujeta a las constricciones de la cultura moderna —estandarización, legalización, certificación y otros retos burocráticos—, quiero recordar al lector que el ser humano viene utilizado las plantas como alimento y medicina desde hace cientos de miles de años, desde los albores del tiempo. Hemos evolucionado gracias a su generosidad, y nuestra vida depende de ellas: nos proporcionan oxígeno, alimento, medicina, abrigo y una dimensión espiritual. Si aceptamos la expresión «somos lo que comemos», también deberíamos reconocer que nuestro cuerpo está íntimamente conectado con las plantas. La vida vegetal ha conformado la base de nuestra alimentación durante milenios. Antes de dar los primeros pasos en postura erguida, tambalearnos y percatarnos de que podíamos correr, cazar y matar, éramos recolectores, y nuestra única fuente de nutrientes procedía de las plantas, la biomasa verde que crece desde el corazón de la tierra. Ellas fueron nuestra primera medicina y la más efectiva. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más del 80 por ciento de la población aún utiliza plantas medicinales como principal método de curación. En la era de la medicina moderna y sus milagros, mucha gente cree que la fitoterapia no se basa más que en mitos y leyendas. Si las plantas medicinales no son eficaces, ¿cómo es posible que una especie tan inteligente como la nuestra, capaz de llegar a la Luna, no haya renegado hace tiempo de la fitoterapia? De hecho, las propiedades de las plantas son tan efectivas que, a pesar de sufrir pestes y plagas, enfermedades, hambre y guerras, el ser humano no solo ha sobrevivido, sino que se ha multiplicado más allá de lo esperable.
La terminología de la fitoterapia evoluciona con el tiempo; el clima y las características de cada región determinan distintos métodos y prácticas; y el uso o desuso de una planta depende de su popularidad; no obstante, una cosa es cierta e inmutable: la fitoterapia es un sistema eficaz, natural y asequible, al alcance de todos. Así lo demuestran miles de años de experiencia.
A través de meticulosos estudios, la ciencia moderna a menudo constata lo que nuestros antepasados ya sabían de manera instintiva. Las investigaciones pueden abrir una nueva ventana al mundo de las plantas medicinales. A veces, sin embargo, la información que aporta la ciencia da lugar a confusión, puesto que, a menudo, esta basa su estudio en un único constituyente aislado o en dosis superconcentradas que no podrían ingerirse mediante la toma de plantas en estado natural. Aunque resulte interesante especular sobre cómo actúan las plantas en el organismo, hoy no estamos mucho más cerca de entenderlo que hace unos siglos. Cada planta medicinal posee incontables constituyentes que explican apenas parcialmente su compleja acción sobre el cuerpo humano. Lo desalentador de este enfoque resulta evidente al considerar la infinidad de plantas que existen, cada una con su composición química concreta. La ciencia no puede demostrar fácilmente algo corroborado de forma empírica durante siglos. A las plantas, estos dilemas modernos les traen sin cuidado. Ellas, que se encuentran entre los seres vivos más antiguos del planeta, siguen proliferando y ofreciéndonos sustancias vitales: alimento, cobijo, medicina, oxígeno y belleza.
Existen incontables mentes y almas maravillosas que, con sus palabras, acciones y escritos, han contribuido al amplio conocimiento que nos ha sido legado sobre las propiedades de las plantas medicinales. La mayoría de los fitoterapeutas que han desempeñado una función esencial en la creación de este registro colectivo de sanación nunca recibirán el reconocimiento que merecen; sin embargo, cada vez que utilizamos las plantas como medicina llevamos con nosotros la semilla de su conocimiento. Por este motivo, cuando alguien me pregunta si una receta o fórmula es mía, no puedo evitar sonreír. Lo que sé sobre las plantas lo he aprendido de otros; ya sean personas a quienes he conocido directamente, o personas que vivieron siglos antes que yo. Es nuestro tesoro colectivo, nuestro derecho de nacimiento y hemos de compartirlo libremente.
Honrar las plantas medicinales
Mucho antes de que existieran bases de datos electrónicas o compendios científicos sobre plantas medicinales, los seres humanos ya conocían y comprendían sus propiedades curativas. Estoy convencida de que este conocimiento procedía de nuestra relación innata con la naturaleza, no solo de un proceso de ensayo y error, como se suele creer. Imagina por un momento a nuestros ancestros con fiebre, difteria o heridas graves, intentando averiguar por ensayo y error qué planta funciona en cada situación. En cada región del planeta crecen cientos de miles de especies. Documentar la extensa información de que disponemos sobre sus propiedades habría supuesto muchísimo tiempo, más del que llevamos en este planeta. ¿Acaso experimentamos hasta que dimos con la respuesta? No. Aunque el método de ensayo y error fuera importante, fueron las plantas quienes nos revelaron casi todo lo que sabemos sobre sus propiedades.
La cuestión de la seguridad en el uso de plantas medicinales
Recientemente han aflorado muchos informes sobre los peligros de la fitoterapia. Incluso plantas medicinales totalmente benignas, como la manzanilla o la menta, se ven relegadas a la lista negra. ¿Acaso hemos descubierto de repente que son peligrosas? No; pero hoy podemos ingerir plantas en formatos extremadamente potentes. Antaño las plantas se tomaban