Pacomio y sus discípulos. San Pacomio. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: San Pacomio
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874792327
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a sus habitaciones.

      20. Los que gobiernan las casas darán tres conferencias por semana; en estas conferencias los hermanos al sentarse o pararse, ocuparán sus respectivos lugares, según el orden de las casas y de los individuos.

      21. Si alguno que está sentado se duerme en el transcurso de la conferencia del prepósito de la casa o del padre del monasterio, se le obligará a levantarse inmediatamente y permanecerá de pie hasta que haya recibido la orden de volver a tomar asiento.

      22. Cuando haya sonado la señal de reunirse para escuchar los preceptos de los ancianos, nadie permanecerá (donde se hallaba) y no atizarán más el fuego, hasta el fin de la conferencia. El que omitiera uno de estos preceptos será sometido a la corrección ya mencionada.

      23. El que está de servicio durante la semana no podrá dar a nadie las cuerdas o cualquier otro objeto sin que medie la orden del padre del monasterio. Sin ella ni siquiera podrá dar la señal de reunirse para la synaxis del mediodía o la de las seis oraciones de la tarde.

      24. Después de la oración de la mañana, el oficial de semana a quien se le ha confiado el trabajo, preguntará al padre del monasterio sobre todas las cosas que juzgue necesario y sobre el momento en que los hermanos deberán ir a trabajar a los campos; y, según la orden que haya recibido, recorrerá cada casa y enseñará a cada uno lo que debe hacer.

      25. Si alguien pide un libro para leer, lo recibirá. Pero a fin de semana lo devolverá a su lugar por causa de los hermanos que se suceden en el servicio.

      26. Si trenzan esteras, el hebdomadario preguntará a la tarde a los jefes de cada casa cuál es la cantidad de juncos necesarios en su casa; según la respuesta remojará la cantidad de juncos necesaria, para distribuirlos a la mañana siguiente a cada uno por su orden. Si en el transcurso de la mañana se da cuenta que van a necesitar más, los remojará y los llevará a cada casa, hasta que suene la señal de la comida.

      27. El jefe de la casa que termina la semana y el que lo releva, como también el padre del monasterio, tendrán cuidado de fijarse en lo que se haya omitido o descuidado del trabajo. También harán sacudir las esteras que se extienden de ordinario sobre el piso de la iglesia y contarán las cuerdas que cada semana se trencen. Escribirán el resultado sobre tablillas que conservarán hasta el momento de la reunión anual, en el curso de la cual hay rendición de cuentas y donde se da la absolución general de las faltas.

      28. Al volver de la synaxis, los hermanos, que van saliendo de a uno, para ir a sus celdas o al refectorio, meditarán cualquier pasaje de las Escrituras y nadie tendrá la cabeza cubierta cuando medite.

      29. Y cuando hayan llegado al refectorio, se sentarán por orden en los lugares que les han sido fijados y se cubrirán la cabeza.

      30. Cuando un anciano te mande cambiarte de mesa, no le resistirás en lo más mínimo. No tendrás la osadía de servirte antes que tu jefe de casa. No observarás a los que comen.

      31. Cada uno de los prepósitos enseñará a los miembros de su casa cómo deben tomar sus alimentos, con disciplina y modestia. Si alguno habla o se ríe durante las comidas, hará penitencia y será reprendido al instante en su mismo lugar. Se pondrá de pie y permanecerá parado hasta que se levante alguno de los otros hermanos que están comiendo.

      32. Si alguien llegara tarde a la mesa, fuera del caso en que una orden del superior hubiera motivado tal retraso, hará la misma penitencia o volverá a su casa sin probar bocado.

      33. Si en la mesa se tiene necesidad de alguna cosa, nadie tendrá el atrevimiento de hablar; antes bien, mediante un sonido hará señal a los que sirven.

      34. Si te levantas de la mesa, no hablarás al regresar, hasta que hayas vuelto a tu lugar51.

      35. Los que sirven no comerán ninguna otra cosa que lo que haya sido preparado para todos los hermanos en general y no se permitirá que se aderecen platos diferentes.

      36. El que toca para llamar a los hermanos al refectorio, meditará mientras lo hace.

      37. Aquél que, a las puertas del refectorio, distribuye el postre a los hermanos que salen de la mesa, meditará cualquier pasaje de la Escritura mientras cumple su oficio.

      38. El que recibe el postre que se da, no lo pondrá en su cogulla sino en su piel (de cabra) y no lo comerá antes de haber llegado a su casa. El que distribuye el postre a los hermanos recibirá su porción de manos de su prepósito, lo que harán también los otros servidores, quienes lo recibirán de otro sin nada arrogarse por propia voluntad. Lo que hayan recibido deberá bastarle para tres días. Si al cabo de estos tres días les sobrara algún alimento, lo llevarán de vuelta al jefe de la casa que lo reintegrará a la despensa, donde quedará hasta que, mezclado con otros, sea distribuido a todos los hermanos.

      39. Nadie dará a uno más que a otro.

      40. Si se trata de los débiles, el prepósito irá a ver a los servidores de los enfermos y recibirá de ellos lo que les sea necesario.

      41. Si el enfermo es uno de los servidores de mesa, no tendrá permiso para entrar en la cocina o en la despensa con el fin de retirar cualquier cosa. Serán los otros servidores los que le darán lo que vean que necesita. No le estará permitido a él cocinar para sí lo que desee, sino que los prepósitos de las casas recibirán de los otros sirvientes lo que ellos juzguen que le es necesario.

      42. Nadie entrará en la enfermería sin estar enfermo. El que cayere enfermo será conducido por el prepósito de su casa a la enfermería. Si necesita un manto o una túnica u otras cosas como vestidos o comida, será el prepósito quien las recibirá de manos de los servidores y las dará de inmediato al enfermo.

      43. Un enfermo no podrá entrar en el lugar de los que comen, ni consumir lo que desee, sin haber sido conducido allí para comer por el servidor encargado de este oficio. No le estará permitido llevar a su celda nada de lo que haya recibido en la enfermería, ni siquiera una fruta.

      44. Los que cocinan servirán cada uno por turno a los que están a la mesa.

      45. Ninguno recibirá vino o caldo fuera de la enfermería.

      46. Si alguno de los que son enviados de viaje cae enfermo en el camino o sobre un barco y tiene necesidad o desea tomar caldo de pescado u otras cosas que se comen habitualmente en el monasterio, no comerá con los otros hermanos sino aparte, y los que sirven le darán con abundancia, para que ese hermano enfermo no sea contristado en nada.

      47. Nadie osará visitar a un enfermo sin permiso del superior. Ni siquiera alguno de sus parientes o de sus hermanos podrá servirlo sin orden del prepósito.

      48. Si alguno transgrede o descuida alguna de estas prescripciones, será corregido con la reprimenda habitual.

      49. Si alguno se presenta a la puerta del monasterio con la voluntad de renunciar al mundo y de ser contado entre los hermanos, no tendrá la libertad de entrar. Se comenzará por informar al padre del monasterio. El candidato permanecerá algunos días en el exterior, delante de la puerta. Se le enseñará el Padrenuestro y los salmos que pueda aprender. Él suministrará cuidadosamente las pruebas de lo que motiva su voluntad (de ingresar). No sea que haya cometido alguna mala acción y que, turbado por el miedo, haya huido sin demora hacia el monasterio; o que sea esclavo de alguien. Esto permitirá discernir si será capaz de renunciar a sus parientes y menospreciar las riquezas. Si da satisfacción a todas estas exigencias, se le enseñarán entonces todas las otras disciplinas del monasterio, lo que deberá cumplir y aquello que deberá aceptar, ya sea en la synaxis que reúne a todos los hermanos, en la casa o dónde fuera enviado o en el refectorio. Así instruido y consumado en toda obra buena, podrá estar con los hermanos. Entonces será despojado de sus vestidos del siglo y revestido con el hábito de los monjes. Después será confiado al portero que, en el momento de la oración, lo llevará a la presencia de todos los hermanos y lo hará tomar asiento en el lugar que se le haya asignado. Los vestidos que trajo consigo serán recibidos por los encargados de este oficio, guardados en la ropería y a disposición del padre del monasterio.

      50. Nadie que viva en el monasterio podrá recibir a alguien en el