Pacomio y sus discípulos. San Pacomio. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: San Pacomio
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874792327
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la etapa de difusión del monacato pacomiano. En efecto, el nuevo discípulo de Pacomio devino su “vicario” en la ardua tarea de dirigir espiritualmente a los hermanos, que aumentaban de día en día. De modo que entre, aproximadamente, los años 329 y 340, en dos “campañas”, se fundaron o se incorporaron a la Koinonía los siguientes monasterios: Pbow (varones y mujeres), Senesêt (donde probablemente ya había una comunidad), Tmuschons (también existía una comunidad), Tsê, Smin o Shmin, Tbêvê (incorporación), Tesmîne o Tsmine (varones y mujeres), Phnum o Phnoum. Sumando a esta lista la “casa madre”-Tabennesi- tenemos nueve cenobios de monjes y tres de monjas, pues en éste último sitio, Pacomio había edificado un monasterio para su hermana María.

      Los últimos años de su vida, los pasó el santo fundador de la Koinonía, en el monasterio de Pbow (su residencia desde 336/37), mientras Teodoro quedaba como superior de Tabennesi. Pacomio se preocupaba sobre todo de la instrucción de los hermanos, pero sin descuidar la organización de los monasterios.

      La salud de Pacomio comenzó a resentirse en torno al año 344. Fue entonces cuando algunos de los superiores le rogaron a Teodoro que prometiera hacerse cargo de la Koinonía si algo le sucedía a Pacomio. Teodoro aceptó, pero cuando éste se enteró del hecho lo destituyó de sus funciones y le impuso una penitencia, que se prolongó por espacio de dos años19.

      Todavía pasó Pacomio por otro trago amargo, antes de dejar la vida presente. Algunos lo acusaron por causa de sus visiones, y fue citado ante un sínodo reunido en Latópolis (año 345), “para defenderse sobre el particular”. En su alegato, Pacomio nos ha dejado un maravilloso relato de la acción de Dios en su peregrinación terrena, que es, al mismo tiempo, un buen ejemplo de esa sensibilidad espiritual intuitiva a la que nos referimos antes:

      «¿No me han escuchado decir muchas veces que, de niño pequeño, nacido de padres paganos, no sabía quién era Dios? ¿Quién, entonces, me ha concedido convertirme en cristiano? ¿No ha sido el mismo Dios, que ama a los hombres? A continuación, como había pocos monjes, apenas se encontraban grupos separados de dos, cinco o, a lo sumo, diez, y con gran dificultad se conducían mutuamente en el temor de Dios; mientras tanto, nosotros somos una gran multitud, nueve monasterios, en los que nos apresuramos día y noche, por la misericordia divina, a conservar nuestras almas sin reproche. También ustedes confiesan que saben discernir lo concerniente a los espíritus impuros; por otra parte, el Señor nos ha concedido reconocer, cuando Él lo quiere, quién de los monjes anda correctamente y quién es monje sólo en apariencia. Pero dejemos allí el carisma divino. Los sabios y prudentes del mundo, si pasan algunos días en un medio humano, ¿no saben discernir y reconocer el carácter de cada uno? Y Aquél que ha derramado su sangre por nosotros, Sabiduría del Padre, si quiere que alguien tiemble por la pérdida de su prójimo, sobre todo de un gran número de hermanos, ¿no le dará el medio de salvarlos en modo irreprochable, sea por el discernimiento del Espíritu Santo, sea por una visión, cuando el Señor lo quiera? No crean, en efecto, que yo tengo esas visiones de salvación todas las veces que lo quiero: ocurren sólo cuando Aquél que dirige todo me da su confianza. El hombre, por sí mismo, se asemeja a una imagen vana (Sal 143 [144],4); pero cuando verdaderamente se ha sometido a Dios, ya no es más vanidad sino templo de Dios, como lo dice el mismo Dios: “Habitaré en ellos (2 Co 6,16)”. No dice “en todos” sino sólo en los santos: y no solamente en ustedes y en todos los hermanos, sino también en Pacomio si cumple la voluntad de Dios»20.

      Cuando Pacomio terminó de hablar, un exaltado se abalanzó sobre él e intentó acuchillarlo, pero el Señor lo salvó por medio de los hermanos que lo acompañaban, mientras el tumulto reinaba en la iglesia (donde se había reunido el sínodo)21.

      Al año siguiente (346), la peste asoló la región. En los monasterios de la Koinonía murieron muchos de los monjes. Pacomio también se enfermó, y entregó su santa alma el catorce del mes de Pachón (9 de mayo del 346)22.

      Antes de morir, Pacomio designó como sucesor suyo a Petronio, quien falleció, víctima también de la peste, el 21 de julio del mismo año 346. Le sucedió Orsisio (u Horsiesio), un hombre de buen corazón, pero incapaz de conducir a la Koinonía en ese momento. En el año 350, Orsisio renunció para permitir que Teodoro ocupase su lugar. Éste, a su vez, entregó su alma el 27 de abril del 368, muy preocupado por el enorme crecimiento de las riquezas de la Koinonía. Volvió a tomar la dirección Orsisio, quien murió después del año 387. Su sucesor fue Besarion, bajo cuya conducción la herencia pacomiana entró en un período de decadencia. Los monasterios fueron en gran parte destruidos durante la ocupación árabe, en el siglo X. Casi no han quedado restos arqueológicos de las doce casas fundadas o reformadas por san Pacomio.

      2. Obras de Pacomio

      La Clavis Patrum Graecorum (= CPG) de M. Geerard23 le asigna a san Pacomio tres tipos de obras:

      1) Regla (Regula). Que se compone de cuatro partes: Preceptos (Praecepta), Preceptos e Instituciones (Praecepta et Instituta), Preceptos y Juicios (Pracepta atque Iudicia), Preceptos y Leyes (Praecepta ac Leges). El texto se conserva íntegro en la versión latina de san Jerónimo (año 404), y ha sido editado por A. Boon, Pachomiana Latina, Louvain 1932, pp. 13-74 (Bibliothèque de la Revue d’histoire ecclésiastique, 7). Existen también dos versiones etíopes, y quedan algunos fragmentos coptos y griegos (ver CPG 2353). En su estado actual la Regla difícilmente puede considerarse salida de la mano de Pacomio, aunque, al menos en parte, ciertamente se inspira en sus enseñanzas.

      2) Catequesis (Catecheses). Tenemos tres de ellas, todas en copto. Han sido editadas por L. Th. Lefort, Oeuvres de S. Pachôme et de ses disciples, Louvain 1956 (CSCO 159 [texto] y 160 [trad. francesa]). Sólo la primera se conserva completa. Ver CPG 2354.

      3) Epístolas (Epistulae). Se conservan once de ellas. El texto griego y los fragmentos coptos han sido editados por H. Quecke, Die Briefe Pachoms, Regensburg 1975 (Textus Patristici et Liturgici, 11). Existe asimismo una versión latina de estas epístolas, debida a san Jerónimo y editada por A. Boon, op. cit., pp. 77-101. Ver CPG 2355. La traducción de todo el epistolario puede verse en Pachomian Koinonia, vol. 3, pp. 51-83 (inglés); y en: Pacomio e i suoi discepoli, Magnano, 1988, pp. 241-266 (italiano).

       Traducciones castellanas

      a) L. HERRERA, ocso, en la obra de Plácido DESEILLE, El espíritu del monacato pacomiano, Burgos, Monasterio de las Huelgas, 1986, tradujo de “Pacomiana Latina”:

       Reglas de san Pacomio

       Cartas (I y II) de san Pacomio

       Carta de san Teodoro

       Enseñanzas o Libro de Orsisio.

      b) Ramón ÁLVAREZ VELASCO, osb, ha publicado las traducciones castellanas de las siguientes obras:

       Reglas monásticas, Abadía de Silos, Abadía de Santo Domingo de Silos, 2004 (Col. “ScriptoriumSilense”, 6).

       Catequesis, Abadía de Silos, Abadía de Santo Domingo de Silos, 2006 (Col. “ScriptoriumSilense”, 9); que también incluye la trad. de un texto fragmentario: Catequesis sobre los seis días de Pascua (pp. 129-131).

       Escritos diversos, Abadía de Silos, Abadía de Santo Domingo de Silos, 2007 (Col. “ScriptoriumSilense”,11); cinco fragmentos, “Avisos espirituales” (Monita Sancti Pachomii) y once Cartas.

REGLA DE SAN PACOMIO24

      Introducción

      Por su carácter eminentemente práctico estamos tentados de llamarla: “costumbrero”. Los temas se suceden desordenadamente, sin nexo lógico, y muy difícilmente llegaríamos a apreciarlas en todo su valor si no las leyéramos en el contexto de los escritos de sus sucesores Teodoro y Orsiesio (u Orsisio) y en el de sus propias cartas,