La metodología utilizada en la investigación, los instrumentos desarrollados y el modelo propuesto pueden ser replicados y utilizados en cualquier ciudad de Colombia y de Latinoamérica. De esta manera, entonces, se constituye en un referente para las ciudades que decidan adoptar la etiqueta inteligente como iniciativa de gobierno.
El libro está organizado en ocho capítulos y una sección de conclusiones. En el capítulo uno se expone la motivación de la investigación, enunciando el problema, los objetivos, la justificación y la delimitación de esta. En los capítulos dos y tres se recopila la fundamentación teórica sobre las variables de investigación “gestión de las TIC” y “ciudad inteligente”. El capítulo cuatro define el sistema de variables, estableciendo los conceptos teóricos que se adoptan como fundamento del modelo y la operacionalización de variables de investigación. Luego, en el capítulo cinco, se describe la metodología implementada en la investigación. Seguidamente, en el capítulo seis se presentan los resultados derivados de aplicar el modelo en el objeto de estudio. En el capítulo siete se propone el modelo de gestión de las TIC para, finalmente, en el capítulo ocho, dictar las recomendaciones priorizadas a la ciudad de Santa Marta en materia de TIC.
Capítulo 1
La ciudad y las TIC
Contexto y motivación
Durante los últimos años dos conceptos importantes han sido analizados en la literatura científica en el campo de la ingeniería: la urbanización y las TIC. Estos análisis se deben al crecimiento poblacional y a la alta concentración de las personas en centros urbanos ocasionados por los avances tecnológicos y el crecimiento económico de las ciudades, que brindan oportunidades de trabajo, educación y una mejor vida social a sus visitantes. Esta elevada concentración de personas ha causado en las ciudades el aumento de: las dimensiones espaciales, el consumo de energía, la demanda de los recursos naturales, el tráfico vehicular, el dióxido de carbono, y las emisiones de gases de efecto invernadero y de los residuos perjudiciales para la salud de los habitantes.
Para guardar la salud del planeta Tierra y de la gente, en los años noventa emergieron en el contexto internacional acuerdos como el Protocolo de Kioto, que buscó reducir la emisión de gases contaminantes. Este acuerdo ha influenciado en la manera de administrar las ciudades modernas e industrializadas, impulsando la construcción y aplicación de políticas públicas para el cuidado ambiental; políticas que adoptan las iniciativas “inteligentes” o “sostenibles”. De esta forma, los proyectos formulados y diseñados bajo el contexto de la etiqueta “inteligente” llegaron a consolidarse a comienzos del siglo XXI con el objetivo de alcanzar el desarrollo sostenible de las regiones y un mejor cuidado ambiental. La iniciativa “ciudad inteligente” surge entonces como la ciudad capaz de resolver los problemas urbanos de una forma sostenible (Cocchia, 2014).
Ciudad inteligente es el concepto moderno de ciudad ideal, en donde la economía, el gobierno, la movilidad, los habitantes, la sustentabilidad y el cuidado ambiental funcionan en conjunto en una simbiosis inteligente que mejora la calidad de vida de las personas. Este proceso está fundamentado en una adecuada gestión de las TIC (Harrison et al., 2010), que permite que todos los actores participen en la construcción de una ciudad mejor, sustentando la toma de decisiones en la administración pública, y asegurando la transparencia y la optimización en la ejecución de los recursos.
Las ciudades inteligentes se caracterizan por usar en sus infraestructuras tecnologías de comunicación y elementos computacionales para obtener, procesar y emplear eficientemente la información, integrando y automatizando sus sistemas básicos (transporte, hídricos, energéticos, gobierno y económico), con el propósito de mejorar las condiciones de los ciudadanos y las condiciones físicas de estos espacios, en función de la sostenibilidad y de la vocación productiva de la ciudad.
En este orden de ideas, las TIC desempeñan un rol importante en la transformación de las ciudades al ofrecer una alta gama de servicios, aplicaciones y equipos que permiten el acceso a la producción, el almacenamiento, el procesamiento, la transferencia y la presentación de información sobre: la gestión del gobierno, las condiciones de la infraestructura física, los sistemas de transporte, los sistemas de telecomunicación, los sistemas hídricos, los sistemas energéticos, los recursos ambientales y sociales, entre otros (Stair y Reynolds, 2010).
La infraestructura de TIC en las ciudades inteligentes se puede visualizar en términos generales como una red de distintos “hardware” que se comunican entre sí para proveer información con base en ciertas plataformas tecnológicas de “software”, para dar soporte a determinado contexto de aplicación, dando valor y garantía a la sociedad en forma de servicios comúnmente utilizados. En otras palabras, desde un punto técnico, la ciudad inteligente se puede expresar como un conjunto de sensores desplegados en un espacio geográfico y de softwares con arquitecturas orientadas a servicios que, mediante la información obtenida de los sensores, llevan a cabo ciertos eventos de los cuales depende el buen funcionamiento del servicio urbano en contexto.
La gestión de las TIC en las ciudades inteligentes debe tener diferentes enfoques dependiendo de las condiciones socioeconómicas de cada ciudad, entendiéndose la gestión de las TIC como el proceso de adopción y ejecución de decisiones sobre las estrategias, planes y acciones relacionadas con la creación, difusión y uso de la tecnología de la información y comunicación. Esta gestión se debe enmarcar dentro de los procesos generales de innovación y desarrollo de estos espacios urbanos.
No obstante, es importante anotar que la gestión de las TIC en cualquier organización o sector enfrenta distintos problemas. El Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia (MinTIC) los clasificó en cinco categorías, descritas a continuación.
Fracaso de los proyectos
Los proyectos relacionados con la implementación de las TIC no generan el impacto ni se ejecutan de la manera proyectada. Algunas causas del fracaso de estas iniciativas es que sus resultados no están claramente delimitados y no existen criterios de aceptación y validación para estos; asimismo, se observa que los presupuestos son inadecuados, las soluciones propuestas son particulares y no globales, el seguimiento a los proyectos es deficiente, los usuarios no se relacionan con el proyecto, faltan normativas en casos particulares y no se cuenta en algunas ocasiones con el conocimiento técnico o del negocio, entre otras (MinTIC, 2016).
El alto costo de los proyectos
Para el MinTIC (2016), la mayoría de las organizaciones no identifican los beneficios económicos que produce la implementación de las TIC en sus procedimientos, generando la percepción de que los proyectos de TIC son un gasto y no una inversión. Esto se debe a que en estos proyectos normalmente no se determina el impacto de las TIC en la eficiencia corporativa, la reducción de los costos operacionales con las TIC, la disminución en las pérdidas de los recursos, ni la recepción positiva de los usuarios o el aumento del recaudo, entre otros.
Falta de integración de las tecnologías a la organización
Los sistemas y la información no se integran y no facilitan las acciones coordinadas porque las soluciones tecnológicas no siempre se diseñan e implementan a partir de las necesidades, los objetivos estratégicos y la estrategia integral de despliegue. De este modo se generan aplicaciones que apoyan procesos parciales, flujos de información mal definidos, necesidades coyunturales o surgidas de visiones personales de las directivas de turno, entre otros. Esto impide que se puedan interconectar todas las aplicaciones para obtener un sistema de información completo capaz de coordinar las acciones de la organización a partir de la información (MinTIC, 2016).