Esperamos que este libro sea un aporte valioso para todos los interesados en el rock y que abra el camino para pensar el rock desde Colombia y América Latina. Este es un libro lleno de músicos y de música. Esta es una escena que merece ser pensada y vivida, no es la “escena underground que pagó tu papá y que tú te creíste que era verdad”. El rock no ha muerto, vive después del final.
Referencias
Arango-Lopera, C. A. y González, D. (2019). Ciudad cantada, de-cantada e imaginada: el territorio urbano y el conflicto en las canciones de rock. En S. Roncallo-Dow, J. D. Cárdenas Ruiz y J. C. Gómez Giraldo (Eds.), Nosotros, Colombia: comunicación, paz y (pos)conflicto. (pp. 95-112). Bogotá, Colombia: Universidad de La Sabana.
Baudrillard, J. (1997). La ilusión y la desilusión estéticas. Caracas, Venezuela: Monteávila.
Garay, A. de. (s. f.). Del rock al dance: el consumo musical de los jóvenes urbanos. Recuperado de http://www.uam.mx/difusion/revista/nov99/garay.html
García-Canclini, N. (1990). Culturas híbridas. Ciudad de México, México: Grijalbo.
Gaviria, V. (Director). (1990). Rodrigo D: no futuro [Película]. Colombia: Focine.
Godzich, W. (1999). Souvenirs, Souvenirs! Memorias de un no-rockero. En L. Puig y J. Talens (Eds.), Las culturas del rock. (pp. 103-122). Valencia, España: Pre-textos.
Heath, J. y Potter, A. (2005). Rebelarse vende: el negocio de la contracultura. Bogotá, Colombia: Taurus.
Mattelart, A. y Mattelart, M. (1997). Historia de las teorías de la comunicación. Barcelona, España: Paidós.
Sennet, R. (1994). Carne y piedra: el cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid, España: Alianza.
Notas
1 Resulta interesante, a propósito de la expansión que vive el rock, recordar ciertos pasajes de las historias de Mafalda, del caricaturista argentino Quino. La historia tiene lugar en los sesenta y se hacen muchas alusiones a The Beatles, quienes son presentados como el producto de moda y como un denominador común en el gusto de las generaciones más jóvenes. Manolito, el único de los amigos de Mafalda que no gusta de The Beatles, es marginado por los demás en múltiples oportunidades. Por otro lado, y en lo que se refiere a las barreras del lenguaje, parece interesante notar cómo la no comprensión de las líricas no resulta un obstáculo para el consumo de rock. Basta pensar en los jóvenes de los barrios marginales de Medellín, por ejemplo, que consumen punk, como lo muestra la película Rodrigo D: no futuro, de Víctor Gaviria (1990).
2 Usamos la expresión masificar para dejar claro que el género no nace en los noventa en Colombia. Desde los sesenta había grupos, como la Banda Nueva, que hacían rock en el sentido estricto del término. Hay varios capítulos de este libro que dan cuenta del fenómeno.
I. COLOMBIA: LOS RELATOS DE UN ROCK INCONCLUSO
1. ROCK COLOMBIANO EN LOS NOVENTA: PÁNICO, EUFORIA Y SALTOS AL VACÍO
Ricardo Durán Paredes
Cuesta trabajo imaginar una antesala peor para alguna década: Colombia vivió en 1989 toda suerte de violencias que tuvieron origen en las guerrillas, en el paramilitarismo, en el narcotráfico e, incluso, en las fuerzas del Estado. Vimos explotar un avión cargado de pasajeros en pleno vuelo, presenciamos un gigantesco atentado contra el edificio del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), otro contra la sede del periódico El Espectador, y fuimos testigos de los asesinatos de José Antequera (dirigente de la Unión Patriótica [UP]), Jorge Enrique Pulido (periodista), Luis Carlos Galán (candidato a la Presidencia por el Nuevo Liberalismo), además de ver morir a decenas de jueces, magistrados, militares y policías. Todo esto sin considerar la aterradora cantidad de víctimas que en las regiones iba dejando el conflicto armado.
Fueron doce meses infernales en los que ni siquiera fue viable el torneo de fútbol profesional colombiano, que no tuvo campeón tras el asesinato del árbitro Álvaro Ortega. Como resulta apenas obvio, en 1989, la esperanza no figuraba en el vocabulario de ningún colombiano, y nuestra música no fue ajena a la tragedia.
Durante