Índice
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Epílogo
Bibliografía
Agradecimientos
Vicente Palermo
LA VIDA BREVE DE DARDO CABO
Pasión y tragedia del peronismo plebeyo
Palermo, Vicente
La vida breve de Dardo Cabo / Vicente Palermo.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2021.
Libro digital, EPUB.- (Vidas para leerlas)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-801-074-8
1. Historia Argentina. I. Título.
CDD 982
© 2021, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Diseño de portada: Ana Zelada & Rompo
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: mayo de 2021
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-074-8
Llegó con tres heridas,
la del amor, la de la muerte, la de la vida.
Con tres heridas viene,
la de la vida, la del amor, la de la muerte.
Con tres heridas yo,
la de la vida, la de la muerte, la del amor.
Miguel Hernández (1910-1942), Alicante, España
Aquel acto fue el primero de nuestra propaganda, y con el brío de todas las cosas pujantes, concluyó a tiros. Casi siempre, el empezar a tiros es la mejor manera de entenderse.
José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), Alicante, España
Para Vicky. Just a closer walk with thee
a la memoria de Eduardo Passalacqua y Mario Serrafero
Prólogo
Dardo Cabo, hijo del mítico dirigente sindical Armando Cabo, legendario luchador de la Resistencia Peronista, esa gesta heroica, hecha de valor y entrega, fue un defensor incondicional de la soberanía, y ofrendó su vida por la liberación nacional y social, como exponente emblemático de una juventud maravillosa. Este sería el peor comienzo posible para un libro dedicado a la vida de Dardo Cabo. Un comienzo alternativo tan malo: un iracundo de la acción violenta y la apatía moral, un matón, sicópata de las armas que abrazó con fanatismo la escuela del odio, manipulado siempre por los habitantes de las sombras.
Escribir me libera. No solamente siento placer, sino que me permite tomar distancia del dolor. Escribir es alcanzar lo inalcanzable, oír lo inaudible, ver lo que no puede verse, tocar lo que no puede tocarse, sumergirse en una zambullida sin fin por un instante, suspenderse en el aire cancelando la gravedad por una eternidad fugaz, hacer propio el tiempo del milagro secreto con que Dios premia, o castiga. En una especie de intermitente calvario, reconstruyendo una vida –la vida breve de Dardo Cabo– a través de lecturas, entrevistas, diálogos y reflexiones sin sosiego, que me empujaban hacia un mundo pesado y denso como el mercurio, del que solo a través de la escritura he podido –y puedo– salir.
Esta no es una novela histórica. Pretende, más bien, capturar un tiempo sin historia. Los acontecimientos que relata comienzan en 1941 y finalizan en 1977, pero lo que se narra no se agota allí. Mucho del ser humano está situado en la historia, pero una cierta intimidad propia, específica, única, no pertenece a la historia, solo forma parte de él mismo. El lector podrá juzgar si la he captado, o inventado, para el caso de Cabo, con buena fortuna, pero es eso lo que he intentado hacer: cruzar trayectoria de vida y proceso histórico sin disipar la peculiaridad de una vida. Y hay otra razón, práctica, aunque, involuntariamente, ha definido un estilo: las novelas históricas suelen encuadrar minuciosamente la trama personal de sus protagonistas. Este relato no lo hace. Una novela histórica cuyos acontecimientos transcurren durante el Terror, como El 93 de Victor Hugo, no está centrada en las vidas de un grupo de protagonistas, del modo en que Los demonios de Dostoyevski sí lo está. Mientras El 93 es una novela histórica, Los demonios no lo es: si bien sus protagonistas están profundamente inmersos en un contexto sociohistórico, el autor no se ocupa de este como sí lo hace Victor Hugo. En mi relato, si John William Cooke es llamado a escena, o si en un diálogo es mencionado el Plan Conintes, no me ocupo de explicar quién es Cooke o de qué van el Conintes, las 62 Organizaciones, Gustavo Rearte, Ezeiza. Llegado el caso, los consabidos instrumentos de navegación informática, donde cualquier lector obtendrá a brocha gorda lo necesario para desbrozar su camino, harán posible que el texto no sea abstruso para jóvenes de hasta 50 años, no desprovistos de alguna tenacidad. En ese sentido, este libro constituye una inmensa elipsis; quizás toda narración –a excepción del Ulises, valga la humorada– sea elíptica. Aun la novela histórica. Y me siento tan dolorosamente próximo a los hechos aquí tratados, que he vivido y no he vivido, que sospecho que sin recurrir a la elipsis jamás podría terminar de escribir. Diría que el incidentalismo es la marca de estilo más fuerte de este texto.
Interrogado sobre los motivos que me llevaron a acometer una pieza literaria –no una biografía– sobre Dardo Cabo, he notado que esa pregunta me ponía incómodo conmigo mismo. Hasta que descubrí la raíz de esa incomodidad: yo respondía con racionalizaciones (dicho esto en el sentido coloquial de justificaciones espurias de algo). Cuando me percaté puse las racionalizaciones a un lado y encaré la verdad: me ocupé de Dardo Cabo porque me dio la real gana. Porque la vida vertiginosa de alguien que quema su vela por las dos puntas (osadía que pocos tienen) me fascinó desde que comencé a interesarme por la historia política. Más aún tratándose de un contemporáneo (apenas diez años mayor que yo, copartícipe de la trama histórica a quien llegué a conocer solo de lejos) del que, si existiera la liza atemporal de las justas ideológicas, yo sería fuera de duda un contendiente resuelto.
Como sea, quizás los trazos de vida que Cabo y yo tenemos en común expliquen algunas cosas. No solamente la militancia en el peronismo en los setenta (en organizaciones muy diferentes, aunque redentoristas