E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Серия: Pack
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788413757148
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qué quería aprovecharse de su esperma congelado y no sólo para decirle que seguían casados, sino para saber por qué ella pretendía tener un hijo suyo… La situación le parecía tan irreal que sentía estar flotando en una nube.

      –Llamaré a mi abogado para averiguar en qué situación me encuentro. Y mientras tanto, me tomaré unos días libres.

      –¿Tú? Pero si tú nunca descansas… Además, por mucho que odie decirlo, no es un buen momento para tomarse unas vacaciones.

      –Me da igual. Tengo que ocuparme de esta situación, y debo hacerlo ahora.

      –Supongo que tienes razón… Te pido disculpas. Si hubieras mostrado el menor interés por cualquier otra mujer, tal vez me habría acordado de esos papeles. O tal vez no. Es una excusa muy pobre, pero es la verdad. Y dime… ¿a qué se debe este repentino interés en tu divorcio? ¿Es que Renee piensa volver a casarse?

      Flynn se estremeció. Era lógico que Renee hubiera salido con otros hombres desde su separación, pero la idea le despertaba unos celos que deberían haber muerto hace mucho. Se levantó y agarró el documento que tenía que haber puesto fin a su matrimonio. Decidió que no le contaría nada a Brock sobre la inseminación artificial. Era mejor que nadie más lo supiera.

      –No conozco los planes de Renee. Hace años que no la veo –ella lo había querido así. Pero ahora tendrían que volver a verse, y sólo de pensarlo se le aceleraban los latidos.

      –Flynn, no es necesario que te recuerde que debemos mantener todo este asunto en privado, pero aun así voy a hacerlo… Si esto sale a la luz, quedaremos en una posición muy débil frente a Golden Gate Promotions. Y lo último que quiero es que ese bastardo de Athos Koteas saque partido.

      La mención de su rival estuvo a punto de sofocar el entusiasmo de Flynn.

      –Lo entiendo.

      Regresó a su despacho y fue directamente hacia la trituradora de papel. Desde la ventana se veía el perfil de la ciudad bajo el sol matinal, como simbolizando un nuevo comienzo. Perder a Renee fue lo peor que le había pasado, pero la negligencia de su hermano mayor le había dado la oportunidad perfecta para saber si aún sentía algo por ella, y de ser así, para intentar recuperarla.

      Introdujo uno a uno los papeles del divorcio en la trituradora, y se deleitó con el chirrido de la máquina al hacer trizas el mayor fracaso de su vida.

      Al acabar sintió ganas de celebrarlo, pero lo que hizo fue sentarse ante el ordenador.

      Lo primero era localizar a su esposa.

      MADCOM2.

      La matrícula del BMW color azul llamó la atención de Renee al girar en el camino de entrada a su casa. A punto estuvo de tirar el buzón con el parachoques de su minifurgoneta, pero sus rápidos reflejos lo impidieron en el último segundo.

      MADCOM significaba Maddox Communications.

      El estómago le dio un vuelco. Conocía muy bien al propietario de aquel vehículo, gracias al número 2 que aparecía en la matrícula. Se trataba de su ex… no, no era su ex. Seguía siendo su marido, y estaba bajando del coche.

      Desde que escuchó el mensaje de la clínica informándola de que su petición para usar el esperma de Flynn le había sido denegada, supo que sólo era cuestión de tiempo que Flynn fuera a buscarla. La clínica debía de haberse puesto en contacto con él, tal y como su abogado le había advertido.

      Pero no se esperaba ver a Flynn acercarse a su coche y esperar a que le abriera la puerta. Con el corazón desbocado, retiró la llave del contacto, agarró el bolso del asiento contiguo y salió, intentando aparentar tranquilidad, ignorando la mano que Flynn le ofrecía. Aún no podía tocarlo, y no estaba segura de que pudiera volver a hacerlo alguna vez, ni siquiera de la forma más natural.

      Echó la cabeza hacia atrás y miró al hombre al que había amado con todo su ser. El mismo hombre que le había roto el corazón.

      Flynn había cambiado mucho y al mismo tiempo nada. Sus ojos eran de un azul radiante y su pelo, negro como el azabache, aunque empezaban a aparecer canas por las sienes. Seguía siendo tan ancho de hombros como lo recordaba, y no parecía haber ganado ni un gramo. En todo caso, su mentón parecía más recio.

      Pero los últimos siete años también le habían pasado factura. Tenía algunas arrugas en torno a la boca que en su día ella tanto deseaba besar, así como en la ceja y alrededor de los ojos. Renee no creía que estuvieran producidas por la risa, aunque Flynn sonreía mucho al principio, antes de empezar a trabajar para Maddox Communications.

      –Hola, Flynn.

      –Renee… ¿O debería decir «esposa»? –su voz grave y profunda hizo estragos en sus nervios–. ¿Desde cuándo lo sabías?

      Por un momento pensó en hacerse la tonta, pero no tenía sentido.

      –Desde hace unas semanas, tan sólo.

      –Y, sin embargo, no me llamaste para decírmelo.

      –Igual que tú tampoco me llamaste para decirme que no habías firmado los papeles del divorcio.

      Él frunció el ceño ante el tono de insolencia.

      –No fue eso exactamente lo que ocurrió.

      –Cuéntame –lo apremió ella, pero entonces recordó que llevaba pescado y marisco en la furgoneta–. Si no te importa, sigamos con esta conversación dentro. Tengo que llevar la compra a la cocina.

      Abrió la puerta trasera del vehículo y él se adelantó para sacar la nevera portátil. Al hacerlo la rozó con el hombro y la cadera, lo que le provocó a Renee un hormigueo instantáneo por todo el cuerpo. Igual que antes… Maldijo la reacción de su cuerpo y se dijo a sí misma que no significaba nada. Había superado la ruptura y todas las emociones que sentía por Flynn. Él se había encargado de ello al hacerle trizas el corazón. Lo único que albergaba hacia él era un profundo resentimiento.

      –¡Sujeta la puerta!

      La orden de Flynn la sacó de sus divagaciones. Cerró la furgoneta y recorrió el camino intentando ver el exterior de su casa a través de los ojos de Flynn. Él no había puesto un pie allí desde los primeros días de su breve matrimonio, cuando aquélla era la casa de la abuela de Renee. Desde entonces había hecho muchos cambios, y el retiro original se había convertido en un acogedor centro de trabajo.

      Había plantado flores bajo los naranjos y limoneros, había construido una fuente y había colgado cestos de helechos y un columpio en el porche. El año anterior limpió a fondo los cimientos de piedra y pintó de verde esmeralda el saliente de la fachada. Pero la mayor parte de las reformas se habían realizado en el interior.

      Abrió la puerta principal y condujo a Flynn a través del vestíbulo y del salón hasta la cocina, su obra maestra.

      –Has ampliado la cocina –observó él.

      –Necesitaba una cocina grande para mi negocio de catering, así que añadí el porche trasero y transformé su viejo dormitorio en despacho.

      «Deja de darle explicaciones», se ordenó a sí misma.

      Se calló y observó con orgullo los electrodomésticos profesionales, las grandes encimeras de granito y los relucientes armarios blancos. El sueño de todo cocinero… Su sueño. Algo que se le había negado siendo la mujer de Flynn.

      –Muy bonito. ¿Qué te animó a abrir tu propio negocio?

      –Era algo que siempre había querido. Mi abuela me animó a dar el salto antes de morir, hace cuatro años.

      La expresión de Flynn hacía suponer que no se había enterado de la muerte de su abuela. Renee debería habérselo comunicado, pero bastante dolorosa le resultó la pérdida como para tener que enfrentarse a Flynn en el funeral.

      –Lo siento mucho –dijo él–. Emma era una mujer extraordinaria.

      –Sí que lo era. No