El regalo del lobo. Irene Henche Zabala. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irene Henche Zabala
Издательство: Bookwire
Серия: Irene Henche
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417241926
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no los pudo encontrar en parte alguna. Llamó uno por uno a todos por sus nombres, pero nadie respondió.

      Finalmente, cuando llegó al último, pudo escuchar una fina voz:

      —Querida mamá, estoy escondido en la caja del reloj.

      Cuando lo sacó de allí, él cabritillo le contó que el lobo había venido y había devorado a los demás. Podéis imaginaros lo que ella lloró a sus hijos. Por fin salió fuera con toda su pena, y el más pequeño la acompañó. Cuando llegó a la pradera, allí estaba el lobo, roncando de tal manera que los árboles temblaban. Lo observó detenidamente y vio que en su vientre superlleno algo se movía y se agitaba. «Dios mío —pensó—, ¿estarán mis niños, que se ha tragado para la cena, todavía vivos?».

      En esto el cabritillo fue corriendo a casa y cogió unas tijeras, aguja e hilo. Luego la mamá cabra le abrió la panza al monstruo y, apenas había hecho un corte, sacó un cabritillo la cabeza; siguió cortando, y así fueron saltando uno tras otro al exterior; estaban todos vivos y no habían sufrido el menor daño, pues el monstruo, en su ansia, se los había tragado enteros.

      ¡Qué alegría! Todos abrazaron a su madre saltando de gozo, como si les hubiera tocado la lotería. La madre, sin embargo, dijo:

      —Ahora, id y buscad piedras; con ellas le llenaremos a este impío animal la barriga, mientras duerme todavía.

      Los cabritillos, entonces, transportaron a toda prisa las piedras y metieron en la barriga del lobo tantas como pudieron. A continuación, la madre le cosió a toda prisa, de tal manera que no notara nada y apenas pudiera moverse.

      Cuando por fin el lobo hubo descansado bien, se incorporó y, como las piedras de su estómago le produjeron tanta sed, quiso ir a un pozo a beber. Cuando comenzó a andar y a moverse de un lado para otro, chocaban las piedras unas con otras haciendo ruido. Entonces exclamó:

      —¿Qué es lo que ahora retumba y en mi barriga resuena? Creí que eran seis cabritillos y solo parecen piedras…

      Y cuando llegó al pozo, se inclinó hacia el agua y quiso beber, entonces las piedras lo arrastraron hacia el fondo y se ahogó de forma lamentable.

      Cuando los siete cabritillos vieron lo ocurrido, se presentaron corriendo y exclamaron en voz alta:

      —¡El lobo está muerto, el lobo está muerto!

      Y bailaron de pura alegría con su madre alrededor del pozo.

Illustration

      La serie de los Doce Cuentos se inicia con Los Siete Cabritillos y el Lobo. Esta historia comienza cuando ya estamos en presencia del niño lingüístico. Podemos situar este inicio a los tres años cronológicos aproximadamente. En esta etapa evolutiva está adquirida la base del lenguaje. Cabe afirmar, por tanto, que los cabritillos han interiorizado un estilo de vinculación esencial, un apego seguro que ha quedado grabado en su memoria profunda preverbal. En este inicio del recorrido simbólico están aprendiendo a manejarse con la ansiedad de separación.

      Los diferentes momentos de desaparición de la madre en las primeras etapas del bebé activan capacidades psicológicas que le permiten ir creando lo que Winnicot llama el objeto transicional. Esta creación es clave en el desarrollo evolutivo, pues va a proveer al bebé de un acompañamiento que procede de su propio interior y que está profundamente conectado con la madre, de manera que la soledad podrá ser vivida como una soledad vinculada en la que no se perderá ni desaparecerá. En un comienzo, el bebé precisará de objetos suaves, cuyo tacto posibilite esta permanencia de la vinculación; es decir, el citado objeto transicional, porque, de manera muy resumida, podríamos decir que está en un espacio intermedio entre el afuera y el adentro.

      Detengámonos en las diferentes ideas que aparecen en el cuento. Observamos que la mamá puede irse y dejar solos a los cabritillos sin que estos se angustien; ellos le contestan que tendrán cuidado y que ella puede irse tranquila, sin ninguna preocupación. Según esta respuesta, cabe inducir que esta etapa se ha desarrollado satisfactoriamente y que los cabritillos no se sienten aterrados ante la ausencia de la madre. Asimismo, inferimos que la ansiedad de separación está siendo gestionada exitosamente, pues confían en cuidarse ellos mismos y, por tanto, liberan a la madre de cualquier inquietud.

      Los cuentos, como los sueños, ponen en juego una estructura en la que cada elemento es parte de una totalidad. Si consideramos el relato como un espejo de determinados aspectos esenciales de la psique individual en la etapa evolutiva en la que lo lingüístico empieza a ser dominante, podemos mirarlo teniendo en cuenta que la madre es ya una madre interiorizada y que los siete cabritillos representan diferentes subfases de esta etapa evolutiva infantil.

      De manera prototípica, este cuento nos está transmitiendo los logros esenciales de la vinculación primigenia madre-bebé que se han cumplido: el buen apego y la creación del objeto transicional. El reto que se plantea es la necesidad de afrontar las dificultades con las propias herramientas, que en el relato nos hablan de reconocimiento y diferenciación entre la madre y el lobo.

      Tanto en este como en el siguiente cuento de la serie —Caperucita— aparece el tema del disfraz del lobo; en un caso, el animal se disfraza de madre y en el otro, de abuelita. En ambos casos, se trata de figuras de referencia del ámbito familiar que proveen seguridad.

      Los cabritillos pueden afrontar la soledad, pueden manejarse autónomamente, o eso es lo que creen, gracias a que han podido establecer un buen apego. En la casita de la madre se sienten protegidos. Lo que ocurre es que la llamada del mundo externo es absolutamente poderosa. Tendrán que salir en algún momento. Pero no…, aún no quieren hacerlo, o solo lo hacen a las inmediaciones del hogar, mientras la mamá vigila y protege.

      Si tratan de permanecer dentro, el mundo exterior hace su irrupción. Y es aquí donde hallamos un motivo muy presente en los cuentos de hadas: lobos, ogros y brujas que desean devorar niños. En este caso, el personaje que irrumpe es el lobo, pero se trata de un lobo arquetípico. No es el que habita en los bosques, el depredador que devora animales vulnerables siguiendo la ley de la naturaleza, en virtud de la cual todas las criaturas necesitan alimentarse para sobrevivir; el lobo de los cuentos es una fiera hambrienta que busca comer cabritillos, cerditos o personas.

      ¿Con qué nos conecta este motivo del lobo hambriento que desea devorar animales que, sin duda, están representando el periodo infantil? El origen histórico se remonta a situaciones en las que estas fieras devoraban las ovejas y los pastores tenían que protegerlas, es decir, cuando eran un peligro real para la ganadería y para la organización de la economía humana. Sin embargo, una vez que nos adentramos en la dimensión simbólica de los cuentos de hadas, el significado histórico pierde su valor. En el cuento lo que está en juego es poder hacer frente a las amenazas y obstáculos del mundo exterior representados por el lobo.

      Como ya hemos comentado anteriormente al hablar de la lengua de los símbolos, la metáfora de ser devorado es prototípica de los rituales iniciáticos primitivos, en los que el iniciado accedía a una cabaña cuya puerta simulaba las fauces de una fiera salvaje. Esta temática se va a repetir una y otra vez.

      Se diría que en el inacabable proceso evolutivo que se pone en marcha en este cuento, en el que incluso hay un reloj que lo simboliza, el ser humano está enfrentando constantes peligros y su avance no se produce en línea recta, sino que presenta momentos de involución, de vuelta atrás, en este caso representados por la estancia en la tripa del lobo.

      Los cabritillos logran impedir la irrupción