Florentino Ameghino y hermanos. Irina Podgorny. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irina Podgorny
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789876286039
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de A. de Quatrefages. Tras las huellas del esqueleto de la colección Séguin, a través de Ernest Chantre, subdirector del Museo de Lyon, entraría en contacto con los proveedores de fósiles de esa región, de quienes obtendría diversos materiales. Asimismo, combinaría sus estudios sobre las colecciones con su trabajo sobre la clasificación, la antigüedad y la geología de la localidad prehistórica de Chelles, investigación por la que ganaría la estima de sus colegas franceses. En contradicción y colaboración con Ernest d’Acy y Louis-Alexandre-Edmond Chouquet-Guillon, detectó fallas e intrusiones en ese yacimiento. Así, el 3 de diciembre de 1880 Gabriel de Mortillet le escribía a Georges Lecocq, abogado, miembro de la Corte y de la Société d’Anthropologie de París, para que Ameghino pudiera visitar su colección y aconsejarlo sobre cómo sacar provecho a las excursiones a St. Acheul y otras localidades de los alrededores de Amiens, donde este residía. El colega de Cope, Émile Sauvage, el 14 de diciembre le escribe a otro de la Société de Géologie pidiéndole ayudara a Ameghino a observar los terrenos cuaternarios de Abbeville. Sauvage le indicaría la bibliografía para estudiar la relación entre las épocas geológicas europeas y americanas. Los fósiles de insectos mostraban conexiones con las partes cálidas de la América septentrional, tropical y subtropical. Con esa base algunos autores, según Sauvage, planteaban relaciones entre la fauna del fin del Eoceno de ambos continentes. P. Gervais había constatado analogías similares entre los mamíferos y Sauvage, entre los peces: esto probaba la existencia de la comunicación entre América y Europa hasta una época geológica relativamente reciente. Como los peces consistían en especies litorales y no pelágicas, no se podían explicar por migraciones, y algunos malacólogos tendían a recurrir a la idea de algún tipo de conexión continental, sin descartar la Atlántida. Sauvage lo llevaría a la reunión de los geólogos en Boulogne-sur-Mer en septiembre de 1880, y Ameghino viajaría por Normandía e Inglaterra haciendo “numerosos descubrimientos prehistóricos y paleontológicos”.

      La polémica sobre Chelles surgía en el marco de las disputas nacidas entre los grupos positivistas, materialistas y católicos en búsqueda de un lenguaje y unos códigos que oscilaban entre el compromiso político y la definición de un lenguaje neutral. D’Acy era uno de esos prehistoriadores católicos, opuestos al materialismo de G. de Mortillet y a su secuencia, sobre todo en lo referido a las bases inferiores del Paleolítico. La presencia de las distintas especies del género Elephas sería central en esta cuestión, lo mismo que el límite entre lo observado y lo interpretado. En junio de 1880 Ameghino acompañó a De Mortillet, por entonces profesor de la cátedra de Antropología Prehistórica y subdirector de la Escuela de Antropología de Broca, a los yacimientos de Chelles, a unos dieciocho kilómetros de París, departamento de Seine-et-Marne, sobre la orilla derecha de este río. Allí, en una arenera de las cercanías y en un depósito cuaternario, explotado por la Compañía de Ferrocarriles del Este para extraer el balasto necesario para la conservación de las vías, se habían encontrado un colmillo de elefante, un molar de Elephas antiquus y hachas en piedra del tipo Saint-Acheul.

      Regresaría, solo, al día siguiente para encontrar otras hachas y varias láminas en sílex que lo estimularían a realizar sucesivas excursiones a las siete canteras de Chelles para estudiar la estratigrafía, observando diferencias en la disposición y el espesor de sus capas. La de arena grisácea, de donde provenían las hachas, se presentaba en la base de algunos cortes; en otros, no se manifestaba o lo hacía en diagonal, hacia arriba. La estratigrafía mostraba una fauna de clima cálido, con elefantes antiguos y rinocerontes, un ciervo desconocido, hipopótamos, caballos y roedores; en suma, una serie diferente de la fauna fría del mamut (Elephas primigenius). La secuencia teórica propuesta por De Mortillet parecía completarse con los instrumentos musterienses de la capa 2 y un cementerio y útiles propios del Neolítico surgidos en el nivel más superficial.

      En febrero de 1881 Ameghino enviaba una nota sobre el Cuaternario de Chelles a la Société Géologique de France, discutiendo el método a adoptar para el estudio del Cuaternario. A partir de abril, Ameghino, Chouquet, d’Acy, Cartailhac y Madame Ameghino visitaron varias veces los yacimientos de Chelles. Esta excursión sumó al asunto la colaboración de Paul Henri Fischer, ayudante naturalista en el área de malacología e invertebrados del Muséum, quien clasificaría los moluscos procedentes de los estratos del Marne. Ameghino había invitado a De Mortillet a reunirse el 26 de abril en la Gare de l’Est a las 9.40, aclarándole: “Desacuerdo en muchos puntos con M. d’Acy y nos hemos propuesto discutir en el campo. Espero convencerlo”. Ese día se sumarían, además, Cartailhac y Auguste Nicaise. Chouquet lo acompañaría entre el viernes 29 y el domingo 1° de mayo. D’Acy, enfermo, sólo pudo acompañarlo a fines de mayo. Cartailhac, Chouquet y De Mortillet aguardarían ansiosos las novedades. Ameghino se sorprendería: M. d’Acy, un espíritu difícil de convencer, no era un obstinado. “Para admitir un hecho, necesitaba pruebas, evidentes, indiscutibles […] No dudo que M. d’Acy terminará por reconocer el progreso y la transformación de la industria durante los tiempos cuaternarios.” Se embarcaría a Buenos Aires escribiendo cartas con sus impresiones acerca del Cuaternario de Chelles, no sin antes presentar sus trabajos en las sesiones de las sociedades de Antropología y de Geología de París. Sin olvidarse de los mapas ni de los perfiles geológicos.

      REGRESO

      Gracias a la infraestructura de caminos y vías férreas, Ameghino fue y volvió de Chelles o de Amiens cuantas veces quiso o pudo. Alcanzaba con pagar un pasaje de tren, sin otra intermediación que la del dinero. Con estas costumbres y la formación adquiridas en París regresaría al Plata, donde viajar no sería tan simple y donde Burmeister nunca hizo gala de la disposición del achacoso d’Acy. Mientras Burmeister seguía empeñado –como algunos de sus colegas estadounidenses– en desestimar la prueba de la contemporaneidad entre los mamíferos gigantescos y el hombre de las pampas, Zeballos había publicado unas “Noticias preliminares sobre el hombre primitivo de la Provincia de Buenos Aires”, donde recurría al método comparativo y experimental y se detenía “allí donde las investigaciones arqueogeológicas dejan de hablar a los sentidos y a las facultades del alma”. Para Zeballos, el hombre prehistórico de Buenos Aires había vivido en los primeros tiempos de la formación geológica moderna:

      Esto, empero, no importa negar redondamente su existencia en el período diluviano, problema que si bien ha sido ya planteado, no alcanzó todavía la solución que se busca. Es una cuestión del porvenir, de la cual pienso como Moreno en su comunicación al Congreso de Stokolmo, que es necesario esperar que personas competentes en la Paleontología, descubran restos humanos en terreno Cuaternario no removido por acciones naturales ó artificiales, para abrir juicio sobre la existencia del hombre bonaerense en dicha época [...] Los huesos humanos hallados en Buenos Aires y atribuidos al período prehistórico, carecen de autenticidad, no respecto de las personas que los levantaron, sino a su situación. Pequeños fragmentos, comúnmente tarsos y metatarsos: hé ahí todo, no habiendo sido anunciado jamás el descubrimiento de un esqueleto, ni siquiera de un cráneo.

      Zeballos discutía el orden de la secuencia y de la antigüedad de la prehistoria americana en relación con la europea. Preparando su gran obra, Ameghino le escribiría para negociar cómo referirse a su posición acerca de la antigüedad del hombre en el Plata. Le exigía definirse:

      Cumplo con el deber de participarle que se haya (sic) ya en prensa mi obra sobre el hombre prehistórico en el Plata, la que se compondrá de tres tomos bastante voluminosos y con numerosas ilustraciones. El primero tratará el hombre indígena anterior a la conquista. El segundo comprenderá el estado geológico de los terrenos Cuaternarios y de los fósiles que contienen. El tercero está destinado a tratar la cuestión del hombre fósil argentino a la que ya también se haya (sic) ligado su nombre. En su estudio geológico de la provincia de Buenos Aires hay un párrafo en el que U. dice que una colección de armas e instrumentos de los indios los he clasificado como del hombre fósil y en uno de los números de los Anales de la Sociedad Científica Argentina se haya (sic) otro en que U. dice que he considerado como fósiles objetos que tienen trescientos a cuatrocientos años. U. bien sabe que esto ha sido una suposición hecha algo a la ligera y creo, mas bien, que tengo la seguridad de que mas tarde debe haber modificado su opinión, tanto mas que ha tenido