Florentino Ameghino y hermanos. Irina Podgorny. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irina Podgorny
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789876286039
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en Senadores– esa subvención al Museo Arqueológico provincial para que este “subsistiera” hasta tanto se tratara el asunto en el próximo período de sesiones ordinarias. Otros diputados, por el contrario, intentaron reintroducir el proyecto a través de la equiparación del Museo Arqueológico y Antropológico al proyectado Museo Nacional. Para ello se basaban en la voluntad manifestada por el Ejecutivo nacional y el provincial de entregar dicho establecimiento a la nación, la sanción del Senado y el consejo favorable de la comisión de la Cámara de Diputados. Sin embargo, el Museo Nacional era todavía una institución de la que sólo existía la voluntad de establecerlo en base a otro dependiente, administrativa y políticamente, del presupuesto provincial. Como observaba el ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, “actualmente no hay Museo Nacional”, y se estaba votando por la conservación de un museo inexistente. Algunos diputados parecieron perderse entre tantos museos a punto de fundarse o de cambiar de administración. La creación de empleos nacionales debía ser dispuesta por ley y, por ello, varios se oponían a un presupuesto para objetos aún no creados. Optaban, en cambio, por seguir el procedimiento regular, es decir, esperar por el nuevo período de sesiones ordinarias, dictar entonces la ley de creación del Museo Nacional y fijar la dotación de empleados y su remuneración. En la justificación del paso contrario –es decir, legislar sobre la base de la voluntad y no de la ley– reaparecían la urgencia y los tópicos de la discusión del Senado: las transacciones con fósiles que tenían lugar en París y en Europa, las ideas del siglo de la ciencia y el honor nacional. La capital de la república debía estar a la altura de los demás países civilizados de la Tierra: “Una de las cosas que visita el viajero científico al llegar a un pueblo en las condiciones del nuestro, es su Museo”. Y ese gran Museo Nacional debía ser el museo formado por Francisco Moreno y transformado en la vitrina científica de la capital. El señor diputado Calvo personalizó el argumento insistiendo en la deuda de la nación con el joven Francisco Moreno:

      Distinguir entre lo que es un Museo Nacional, un Museo de Provincia o un Museo particular, puede ser tarea de otro momento y de otro asunto; pero en este caso no hay más en que un Museo Antropológico en toda la República, y es probable que en toda la América. Por consiguiente, pues, nosotros sabemos perfectamente que es lo que quiere decir el Museo Arqueológico y Antropológico. Quiere decir los trabajos de un argentino patriota, que en una edad muy temprana, ha podido aglomerar preciosos conocimientos. Ahora, este Establecimiento que se ha abierto en nuestro país, debe ser fomentado por el Gobierno, sea que pertenezca a un individuo, sea que pertenezca a una Provincia, sea que pertenezca a la Nación. Es propiedad de la Nación Argentina, porque es la ciencia argentina en sus últimas espresiones. Si hay algun punto sobre el cual no se puede discutir es este: el Museo Arqueológico es una gloria argentina. Todos sabemos que ese Museo es la obra de un joven, tan modesto como meritorio, que, estando yo en Londres, me escribía: –“Un muchacho, a cuyo padre conoció Ud., le envia a Ud. su libro”–. Con toda esa modestia se espresaba entonces este muchacho, que hoy es una celebridad universal. El Museo Antropológico pertenece á la Nación, aun cuando sea la propiedad de un niño, que se ha adelantado a su edad, y que ha descubierto lo que nadie ha descubierto. Este Museo ha atraido las miradas de la ciencia europea, y traerá probablemente la visita de sabios distinguidos. Bajo este concepto, señor presidente, si algun señor Diputado propusiera, como un premio especial, dar a don Francisco Moreno, veinte mil pesos fuertes, yo votaría con mucho gusto en su favor. En este sentido, he de votar por la cantidad de mil pesos fuertes, para fomentar los trabajos de este buen argentino.

      El entusiasmo del diputado Calvo disolvía las diferencias entre la propiedad nacional, provincial e individual, entre la ley y la voluntad de legislar, entre el reconocimiento universal, los actos de un niño y las responsabilidades de la nación. La espera por los tiempos de la ley se oponía a la necesidad de ponerse a la altura de otros países y evitar el despojo de las riquezas científicas nacionales. Con ello pretendía convencer a los demás diputados de que “la irregularidad ni es sustancial ni compromete principios ò antecedentes de que la Cámara no puede prescindir”. En esta carrera la rivalidad se planteaba, sobre todo, a nivel continental y subcontinental:

      Norte América no se ha quedado atrás en esta clase de estudios; el Museo Nacional de Washington está reconstruyendo metódicamente la ante-historia de la región comprendida entre el Istmo y el Polo, ayudado por inmensas colecciones que forma un personal idóneo, y las investigaciones que se hacen en esta parte austral del Continente no son de menor importancia [...] En Río de Janeiro ya hay un Museo Nacional y los argentinos no debemos quedarnos atrás, ni permitir en cuanto de nosotros dependa que otra Nación Sudamericana tenga la prioridad en esta clase de estudios. Para Marzo, próximo se prepara en el Brasil una gran esposición de Antigüedades [...] Se anuncia, ahora por ejemplo, el envío de un esplorador notable; el señor Crèvaux, que se dice traer por objeto examinar las nacientes del Río Uruguay. Pero parece que tiene tambien por propósito examinar algunas de las grandes ruinas que existen en varias de las Provincias, y con este motivo indudablemente se llevará para su país, objetos curiosos é importantes. Y cuando digo objetos curiosos, no me refiero á aquellos que solo sirven de entretención á la curiosidad de los espíritus pocos ilustrados. Empleo las palabras, objetos curiosos, para referirme principalmente á aquellos que pueden servir para reconstruir la ante-historia de nuestro país. Tratar que el extranjero no lleve todos estos elementos, me parece que es un propósito laudable, un propósito plausible.

      Otro diputado despersonalizaba el debate, demostrando conocimiento de las disciplinas específicas, y reforzaba la importancia de la creación de un Museo Nacional como institución dedicada a la investigación científica y a la exhibición de las riquezas naturales del país. El diputado por Córdoba apreciaba esa diferencia: “Veo de lo que se trata es de adquirir el Museo Antropolójico y Arqueolójico de la Provincia de Buenos Aires, y no de aprovechar el trabajo A ó B de un individuo particular”. Pero, sin embargo, reputaba inconstitucional el hecho de destinar una suma a la creación de empleos nacionales, una de las facultades otorgadas por la Constitución al Congreso de la nación, afirmando: “Si hubiese de desaparecer el Museo por salvarse la Constitución, yo preferiría ver desaparecer ese Museo”. Sugería esperar a 1882 y seguir los pasos normales. El diputado Calvo procuró demostrarle: con esta partida no estaban creándose empleos nacionales y el museo, a pesar de que tenía como “dueño” a Francisco Moreno, “era de la gran República Argentina, de la ciencia argentina”. La precisión del derecho cedió cuando otro diputado argumentó de la siguiente manera:

      La cuestión entre nosotros viene á hacerse ahora de derecho constitucional: ¿hay ó no empleados? No hay empleados públicos. El Museo es una propiedad de la Provincia que va á ser mañana de la Nación y que la tenía antes el señor Moreno, y para continuar el fomento, el crecimiento, el perfeccionamiento, ó como quiera llamarse, de este Museo, el Congreso le acuerda á la Provincia de Buenos Aires, la Nacion al Señor Moreno [...] y permítaseme, esta vez, como siempre que se haga una observación constitucional, en que diga que es necesario fijarse perfectamente bien en la naturaleza del objeto al cual quiere aplicarse esa disposición constitucional. Yo digo que en este caso esta es una propiedad nacional porque la naturaleza de la cosa misma se hace así. Es tan alto el objeto y es tan grande el resultado obtenido por este caballero, que ha dejado de ser suyo; es la ciencia argentina quien en ello gana. Puede ser transitoriamente dueño de esta propiedad, que yo considero valiosísima, porque a mi entender tal vez la hubiera podido vender por cuarenta o cincuenta mil patacones; pero él, patriota como es, ha preferido regalarla á su país, al Gobierno de la Provincia, y de este pasa al de la Nación, así como le ha pasado la Capital [...] Quinientos pesos para fomento del Museo Antropolójico, puede incluir hasta un portero, y sin embargo no es la creación de empleos, sino el fomento del Museo mismo [...] Las cuestiones de propiedad no son de nuestra competencia; las de creación de empleos secundarios tampoco son de nuestra competencia: es la institución la que fomentamos; es para la institución, para la cual pedimos la protección del Congreso.

      A mediados de diciembre Ameghino no dudaba… la victoria sería inminente, y le escribía a Juan entusiasmado:

      El proyecto de fundar un Museo Nacional, después de haber sido aprobado por la Cámara de Diputados estuvo en vísperas de fracasar por completo.