El problema que se planteaba entonces al Cuerpo Expedicionario Francés era saber si le sería fácil volver al norte de Vietnam por la fuerza. Indudablemente no, ya que nuestras fuerzas eran allí más poderosas que en el sur. Por su parte, nuestro gobierno quería salvaguardar a toda costa la paz a fin de consolidar el poder popular apenas constituido y reconstruir el país devastado por largos años de guerra. Por ello se celebraron entre nuestro gobierno y los franceses negociaciones que dieron por resultado el Acuerdo Preliminar del seis de marzo de 1946. Según los términos de este convenio, se autorizó a contingentes limitados de tropas francesas a estacionarse en cierto número de localidades del norte de Vietnam para conjuntamente con el ejército vietnamita, relevar a las tropas de Chiang Kai-shek. A cambio, el gobierno francés reconocía a Vietnam como un Estado libre con su gobierno, su asamblea nacional, su ejército y sus finanzas propios, y se comprometía a retirar sus tropas de Vietnam en un plazo de cinco años. En cuanto al status político del Nam Bo, debía ser fijado por un referéndum.
Las relaciones entre la República Democrática de Vietnam y Francia se hallaban entonces en una encrucijada. ¿Se consolidaría la paz o se reanudarían las hostilidades? Los colonialistas consideraban el Acuerdo Preliminar como un recurso para introducir una parte de sus tropas en el norte de Vietnam, una maniobra dilatoria en el marco de su plan de generalización de las hostilidades. Por ello, las conversaciones de la Conferencia de Dalat tuvieron un resultado negativo y las de la Conferencia de Fontainebleau sólo lograron un frágil modus vivendi7. Durante todo ese tiempo los colonialistas, partidarios de la guerra, persistían en su táctica de usurpaciones locales. En lugar de cumplir el armisticio continuaban sus operaciones de limpieza del Nam Bo y establecían un gobierno títere local, mientras en Bac Bo se lanzaban a provocaciones, atacaban varias provincias, saqueaban y mataban a los habitantes del centro minero de Hongai, creando en todas partes un ambiente de tensión y preparando golpes de fuerza.
Fiel a su política de paz e independencia, nuestro gobierno trató por todos los medios de arreglar amistosamente los conflictos; en diversas y sucesivas apelaciones demandó que el gobierno francés, presidido entonces por el Partido Socialista Francés (SFIO), cambiase de política a fin de evitar una guerra perjudicial para ambas partes. Al mismo tiempo nos dedicábamos activamente a fortalecer nuestra retaguardia y a prepararnos para la eventualidad de una guerra de resistencia. Obtuvimos buenos resultados en el aumento de la producción. Pusimos gran atención al fortalecimiento de la defensa nacional. Reprimimos con éxito a los del Vietnam Quoc Dan Dang, liberando a todas las regiones que habían caído en sus manos.
En noviembre de 1946 la situación se agravó. Los colonialistas atacaron Haiphong. Después de librar combates callejeros, nuestras tropas se retiraron a los arrabales. En diciembre los franceses provocaron un clima de tensión en Hanói: matanza de civiles, ocupación de ciertos servicios públicos, envío de un ultimátum exigiendo el desarme de nuestros grupos de autodefensa y el derecho de asegurar por sí mismos el orden en la ciudad. Finalmente extendieron el conflicto armado. Habían escogido deliberadamente el camino de la guerra, que debía ser también el de su propia ruina.
El 19 de diciembre la resistencia se extendió a todo el país. Al día siguiente, en nombre del Partido y del gobierno, el presidente Ho Chi Minh llamó al pueblo a levantarse para aplastar al enemigo y salvar a la patria, a combatir hasta la última gota de sangre y rechazar categóricamente toda nueva esclavitud.
En el momento en que las hostilidades se generalizaron en todo el país, ¿cuál era la correlación de fuerzas? Desde el punto de vista material el enemigo era indiscutiblemente más fuerte que nosotros. Nuestras tropas recibieron, pues, la orden de combatirlo en todas partes donde tuviera guarnición, para debilitarlo e impedirle desplegarse demasiado rápidamente; seguidamente, cuando las condiciones llegasen a ser desfavorables para nosotros, replegar la mayor parte de nuestros efectivos hacia la retaguardia para preservar nuestras fuerzas con el objetivo de una resistencia prolongada. Los combates más destacados se desarrollaron en Hanói, donde nuestras tropas lograron sostener sólidamente un vasto sector durante dos meses enteros antes de retirarse indemnes de la capital.
En esos días en que la patria estaba en peligro, todo el pueblo vietnamita permanecía indisolublemente unido en un combate a muerte. Respondiendo al llamamiento del Partido, había escogido resueltamente el camino de la libertad y la independencia. El gobierno central se había retirado a las bases de la región montañosa del Viet Bac; se crearon zonas militares —pronto unidas por interzonas— y se reforzaron los poderes de las autoridades locales para movilizar al pueblo y organizar la resistencia. Nuestro gobierno continuaba invitando al gobierno francés a no obstinarse en el error y volver a las negociaciones pacíficas. Pero, bajo el pretexto de la negociación, el gobierno francés exigió el desarme de nuestras tropas. Respondimos a esa obstinación intensificando la resistencia.
De hecho, el alto mando francés reagrupaba tropas y preparaba febrilmente una gran ofensiva relámpago con la esperanza de terminar la guerra. En octubre de 1947 lanzaba una gran campaña contra nuestra base principal, el Viet Bac, para decapitar la resistencia y aniquilar nuestras fuerzas regulares. Pero esta gran operación fracasó rotundamente. Las fuerzas del Cuerpo Expedicionario sufrieron graves pérdidas sin llegar a inquietar a nuestros órganos dirigentes ni quebrantar nuestras unidades regulares. El enemigo fracasó en su estrategia de una ofensiva relámpago para una decisión rápida. Nuestro pueblo estaba decidido a resistir prolongadamente.
A partir de 1948, habiendo comprendido que la guerra debía prolongarse, el enemigo cambió de estrategia. Empleó sus fuerzas reagrupadas en la “pacificación” y en la consolidación de las regiones ya ocupadas, sobre todo en el Nam Bo, aplicando el principio de que fuesen los vietnamitas los que combatiesen contra los vietnamitas, e intentando mantener la guerra a toda costa. Creó un gobierno central títere, organizó activamente unidades auxiliares, se dedicó al pillaje económico. Ampliando poco a poco su zona de ocupación en el norte, controló la mayor parte del delta del Río Rojo. Durante todos esos años el Cuerpo Expedicionario Francés, en un proceso de extrema dispersión, disemina sus fuerzas en millares de posiciones de importancia para la ocupación y el control. Pero las dificultades militares y financieras, cada día más numerosas, llevaban poco a poco a los franceses a dar paso a la intervención de los norteamericanos.
Ante el cambio de estrategia del enemigo, preconizamos intensificar las guerrillas, hacer de su retaguardia nuestras propias posiciones avanzadas. Nuestras unidades se dispersaban en compañías autónomas que operaban en profundidad en la zona controlada por el enemigo, para desencadenar la guerrilla, establecer bases y proteger el poder popular local. Se trataba de una guerra extremadamente dura y generalizada en todos los terrenos: militar, económico y político. El enemigo realizaba operaciones de limpieza y nosotros luchábamos dificultándolas. Organizaba tropas auxiliares vietnamitas e instalaba autoridades títeres; nosotros manteníamos firme el poder popular local, liquidábamos a los más importantes colaboracionistas, eliminábamos a los traidores y hacíamos una activa propaganda por la desintegración de las fuerzas auxiliares. Paciente y progresivamente creábamos bases guerrilleras grandes y pequeñas. En el mapa del teatro de operaciones, fuera de la zona libre, “zonas rojas”8 que se extendían y se multiplicaban incesantemente comenzaban a aparecer en el corazón mismo de las regiones ocupadas. El territorio nacional era liberado pulgada a pulgada en la retaguardia enemiga. En esta guerra no había frente definido. El frente estaba donde se encontraba el enemigo. En todas partes y en ninguna. A consecuencia de nuestra nueva estrategia, la tentativa enemiga de mantener la guerra por la guerra y que los vietnamitas combatiesen a los vietnamitas tropezó con serias dificultades y fracasó.
El centro de gravedad del frente se desplazaba progresivamente hacia la retaguardia del enemigo.