Con este libro pretendemos ofrecer una serie de conceptos y herramientas metodológicas en varios ámbitos para comprender la situación mundial antes de la pandemia. Cabe señalar también que ver y comprender la historia es importante para saber en qué punto estamos, pero el hecho de vivir un momento histórico también nos emplaza en el lugar de poder hacer historia, es decir, de ser actores de los siguientes momentos, del porvenir. En consecuencia, resulta evidente que, si no comprendemos ampliamente la situación de partida, difícilmente podremos responder a las preguntas clave tanto para la Argentina como para nuestros países vecinos y hermanos: ¿dónde estaremos en esos cambios mundiales?, ¿qué cosas se nos vienen encima?
CAPÍTULO 1
La estrategia y la política en el campo social
1. La teoría de la estrategia
La gran dificultad en que en la actualidad nos encontramos consiste en seleccionar los elementos que componen el mundo social, porque son infinitos y resulta necesario realizar un corte desde la teoría. Otra dificultad es la superposición que puede surgir entre un saber cotidiano basado en la experiencia y los discursos de los actores sociales, u optar por un saber disciplinario sistemático que devenga de una disciplina social o de varias.
Nos proponemos una “teoría de la estrategia” útil para los nuevos campos, dificultades y oportunidades que ofrece el sistema-mundo del siglo XXI a partir del coronavirus. Podríamos hablar, también, de una sociología del poder en esta nueva fase a partir de la crisis de la globalización en su estadio neoliberal que podemos ubicar en la emergencia de la pandemia.
El mundo social es un mundo de relaciones sociales que puede ser abordado desde distintas perspectivas. Cada una de ellas pretende, en mayor o menor medida, describir y explicar las características, la dinámica, las estructuras y los procesos de las complejas sociedades humanas. Pero no podemos desconocer que el mundo social también es una incógnita, pues el poder –que no está en un lugar preciso– muestra y oculta cosas; por lo tanto, no hay un punto de vista privilegiado para enfocar los problemas.
Evidentemente, con la pandemia ha quedado al desnudo que la globalización en su fase neoliberal consiste en una elite financiera global que no se identifica con sus Estados sino con nichos geográficos de carácter especulativo que le brindan su lealtad a través de una renta parasitaria global, pero con la paradoja de que cuando es necesario esta elite recurre a sus Estados. Ello refleja una coasociatividad entre los intereses del Estado y las elites financieras.
El coronavirus vuelve a poner en el centro a los Estados, la política y estrategia, o sea que nuevamente la persona es principio y fin de la política, y no el mercado. Ello significa la importancia de repensar la política desde una nueva estrategia en la cual el Estado sea el verdadero regulador de la vida social para el bien común. Por lo tanto, sostenemos que hemos entrado de lleno en la fase de la globalización que se ha denominado glocalización.
El concepto de glocalización es una mixtura de mutuas influencias de lo global y lo local que ya ha sido abordada por muchos autores. Nuestra perspectiva es que la glocalización debe ser asumida desde la política para establecer las estrategias de la nueva agenda.
El sociólogo Sergio Labourdette sostiene que todos los procesos, todas las corrientes, todos los sucesos y acontecimientos sociales se inscriben en la relación global-mediación-local. Lo importante de esta afirmación es que permite superar diversos recortes arbitrarios y reduccionismos empobrecedores en los análisis de la sociedad o en algunas de sus parcelas. La revalorización de lo local no es la sumatoria de sucesos puntuales ni la enumeración de sucesos triviales. En esto nos alejamos de variantes del positivismo “microsociológico”.
La mediación es “pasaje” de determinaciones sociales de un contexto a otro, de un nivel a otro, mediante procesos específicos. Es, por un lado, continuidad desde los orígenes hasta las nuevas transformaciones y, por otro, es cambio en cuanto se producen especificidades novedosas. La mediación es, finalmente, continuidad y transformación simultáneas.
Lo global constituye el conjunto de contextos mayores que funciona como marco social contenedor e interventor de los procesos parciales, locales, de mediación y pasaje. Este marco globalizador expresa los procesos macrosociales de una sociedad y da sentido a la multiplicidad de parcelas que componen la realidad social.
Aunque las producciones localizadas tienen autonomía relativa, movimiento singular y dinámica propia, siempre se encuentran incluidas en los cuadros más generales que contextualizan los procesos y hechos de la realidad social. Por un lado, se ha tendido a ver todos los acontecimientos sociales como meros subproductos del sistema general de dominación. Cualquier intento parcial está condenado al fracaso pues la dominación se extiende por todo el territorio de la red social y arrasa con la posibilidad de adversario, tanto por la intervención directa como por la intervención mediada.
Esta postura o visión de máxima entre la fuerza de la globalidad y la mediación no deja espacio excepto para la revuelta. Es una postura extrema y nos parece que no repara en el valor de los microprocesos sociales. Por ello recalcamos la importancia de la interrelación global-mediación-local, que funciona permanentemente en todo proceso y suceso por alejado y pequeño que pueda parecer. Cuando mejor situemos un acontecimiento, mejor se puede ver la secuencia de intervenciones de la mediación global-local. Este punto específico sobre la importancia de la glocalización lo tomamos de la teoría de Sergio Labourdette en su obra Pensar el mundo social.
No podemos negar que los espacios dinámicos de lo social desde lo global a lo local y desde lo local a lo global son productos de planes de acción desde lo micro a lo macro. Aquí entramos en un tema central: la teoría de la estrategia. En este punto nos tomaremos de la teoría de la estrategia de Labourdette, que intenta explicar una “clase” de hechos y procesos sociales a los que se caracteriza con la atención puesta en los problemas del poder, los objetivos y el plan-ejecución aplicado:
Este tipo de acontecimientos se distinguen por ser deliberados y buscar una meta […] Es decir, son planes de acción, ejecutados, que intentan alcanzar un resultado. Son poderes programados hacia un fin. Luego, no se trata de cualquier tipo de hecho social ni de acción social. De la infinita gama de acontecimientos y acciones sociales se destaca una clase de procesos y hechos sociales que exhiben algunas características que los convierten en estratégicos. (Labourdette, 2003: 27-28)
Las ciencias sociales en general y la sociología en particular se ocupan de los hechos y de los procesos sociales buscando recurrencias y repeticiones. Sin embargo, las leyes de la naturaleza no gobiernan la dinámica social. Esto quiere decir que, en el enorme desarrollo de las ciencias sociales, el gran desafío es incorporar la teoría de la estrategia en el campo de análisis. A partir de ello, se reconoce que uno de los mayores problemas de la política y del conocimiento político consiste en cómo instituir el orden a partir de la existencia del conflicto.
Sin orden no hay sociedad: un orden, algún orden, el que sea, pero un orden al fin:
La sociedad es un desarrollo a partir de comportamientos y actividades diferentes; también de ideas, valores, e intereses diferentes; que al cruzarse entre sí engendran conflictos. La gran cuestión está en cómo canalizarlos y regularlos. (Strasser, 1986: 42)