–Es usted muy dura, ¿verdad?
–Lo soy, cuando la situación lo requiere. ¿Hará lo que le pido?
–Claro, pero a cambio quiero saber por qué Jo Trellis no deja de darle calabazas a Will. Solo intenta conocerla.
–Está dando por hecho que tengo esa información.
–Y no me equivoco.
La alcaldesa sacudió la cabeza.
–No, no se equivoca. Hay una razón.
–¿Y va a decirme cuál es?
Ella recogió su bolso y fue hacia la puerta.
–No, no es mi secreto y no soy quien para compartirlo.
–Entonces, hay un secreto.
–Todo el mundo tiene secretos, señor Janack. Incluso usted.
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