—Parecía razonable, no? —quiso saber Abe.
—No, en absoluto —replicó Matt—. Elizabeth era muy particular con los DVD que veía Henry. —Su rostro se endureció, y Pak intuyó que estaba recordando la discusión sobre la selección de discos. Elizabeth quería algo educativo, un documental de historia o de ciencia. Kitt quería Barney, el programa favorito de TJ. Elizabeth cedió, pero unos días después comentó:
—TJ ya tiene ocho años. ¿No crees que ya deberías hacerle ver algo más adecuado para su edad?
—Lo más importante es que TJ esté tranquilo, lo sabes bien —respondió Kitt—. Henry está bien, no se va a morir por ver una hora de Barney.
—TJ tampoco se va a morir por no ver una hora de Barney.
Kitt miró a Elizabeth durante unos minutos y por fin esbozó una media sonrisa:
—De acuerdo. Lo haremos a tu manera —dijo, y dejó el DVD de Barney dentro de la casilla donde dejaba sus pertenencias.
Aquella inmersión había sido un desastre. TJ comenzó a gritar en cuanto pusieron el DVD.
—Mira, TJ, es de dinosaurios, como Barney —intentó persuadirlo Elizabeth por encima de los gritos. Pero el infierno se desató cuando TJ se arrancó el casco y comenzó a golpearse la cabeza contra la pared. Henry lloraba diciendo que le dolían los oídos y Matt le gritó a Pak por el intercomunicador que pusiera el DVD de Barney inmediatamente.
Tras resumir ese incidente, Matt prosiguió:
—Después de aquella vez, Pak siempre ponía Barney y Elizabeth sentaba a Henry lejos de la pantalla. Decía que ese programa era basura y que no quería que Henry lo viera. Por lo que resultó sumamente extraño que de pronto cambiara su modo de pensar y pidiera que Henry se sentara frente a la pantalla. Kitt hasta le preguntó si estaba segura, y ella respondió que le iba a dar un gusto especial a Henry.
—Doctor Thompson —le animó Abe—, ¿el modo de colocarse sugerido por la acusada, afectó al grupo de alguna otra manera?
—Sí. Cambió el tanque de oxígeno al que cada uno estaba conectado.
—Disculpe, no comprendo bien —objetó Abe.
Matt miró a los miembros del jurado.
—Recordarán que les expliqué que el casco se conecta a una válvula de oxígeno dentro de la cámara. Hay dos válvulas, una delante y otra en la parte de atrás, y cada una de ellas se conecta a su vez con un tanque de oxígeno independiente, fuera. Dos personas se conectan a una válvula, y comparten un tanque de oxígeno —dijo y los miembros del jurado asintieron—. Debido a los cambios que realizó Elizabeth en el modo de sentarse, Henry conectó el tubo plástico de su casco a la válvula trasera, y no a la de delante, como hacía siempre.
—¿Está diciendo que la acusada se aseguró de que Henry quedara conectado al tanque de oxígeno posterior?
—Sí. Y me indicó que me asegurara de conectarme al delantero y que Henry estuviera conectado al trasero. Yo le comenté que lo haría, pero que no entendía qué importancia podía tener eso.
—¿Y entonces?
—Me dijo que yo estaba más adelante y Henry más atrás, y que si no conectábamos nuestros tubos plásticos a las válvulas correspondientes, él podía manifestar su trastorno obsesivo-compulsivo.
—¿Henry ya había “manifestado” el TOC en alguna de las más de treinta inmersiones que habían realizado hasta el momento? —preguntó Abe, haciendo comillas en el aire con los dedos.
—No.
—¿Y luego?
—Dije que sí, que me aseguraría de que no nos entrecruzáramos los tubos plásticos, pero ella no se mostró satisfecha. Entró en la cámara y conectó ella misma el tubo del casco de Henry a la válvula posterior.
Abe se acercó hasta quedar directamente delante de Matt.
—Doctor Thompson —empezó a decir y, como si fuera una señal, el aparato de aire acondicionado más cercano comenzó a chisporrotear—, ¿cuál fue el tanque de oxígeno que explotó?
Matt miró a Elizabeth y habló sin parpadear. Con lentitud y deliberación. Acentuando cada sílaba y cargándolas de veneno para que se clavaran en ella y la hicieran sangrar.
—Explotó el tanque de atrás. El que estaba conectado a la válvula posterior. El que esa mujer… —hizo una pausa, y Pak creyó que iba a levantar el brazo y señalarla con el dedo, pero en lugar de hacerlo, Matt parpadeó y desvió la mirada— se aseguró de que estuviera conectado a la cabeza de su hijo.
—¿Y qué hizo la acusada después de conseguir que todos se sentaran como ella quería?
—Le dijo a Henry: “Te quiero mucho, mi amor”.
—Te quiero mucho, mi amor —repitió Abe, volviéndose hacia la fotografía de Henry. Pak vio que los miembros del jurado miraban a Elizabeth con expresión huraña; algunos sacudían la cabeza—. ¿Y después?
—Se marchó —respondió Matt en voz baja—. Sonrió y se despidió con la mano, como si estuviéramos a punto de comenzar una vuelta en una montaña rusa, y se alejó andando.
MATT
—VEAMOS ENTONCES: LA ACUSADA SE marcha y empieza la inmersión vespertina. ¿Qué sucedió a continuación, doctor Thompson? —preguntó Abe.
Matt supo que había problemas en la inmersión desde el momento en que se cerró la escotilla. El aire estaba pesado y denso, lo que combinado con el olor corporal mezclado con desinfectante que impregnaba la cámara, hacía desagradable la respiración. Kitt le había pedido a Pak que presurizara la cámara muy despacio, para no hacer daño a TJ, que se estaba recuperando de una otitis. De modo que el proceso duró diez minutos en lugar de los cinco habituales. Durante la presurización, el aire se volvió más denso y caliente, si es que era posible. El reproductor portátil de DVD estaba desconectado del sistema de altavoces, así que el sonido filtrado de Barney cantando ¿Qué vamos a ver en el zoológico? a través del grueso ojo de buey hacía que la inmersión pareciera surrealista, como si realmente se encontraran debajo del agua.
—Hacía calor sin aire acondicionado, pero por lo demás, todo normal —respondió Matt, aunque no era del todo cierto. Creía que las mujeres se pasarían el tiempo hablando de la sorprendente amabilidad de Elizabeth y su fingida enfermedad, pero las dos permanecieron en silencio. Tal vez les resultaba incómodo hablar con Matt sentado entre ellas, o quizás era el calor. De todos modos, él se alegró de poder estar tranquilo y pensar; tenía que decidir qué iba a decirle a Mary.
—¿Cuál fue la primera señal de que algo iba mal? —inquirió Abe.
—El DVD dejó de funcionar en la mitad de una canción. —El silencio en ese momento fue total. No zumbaba el aire acondicionado, no se oía a Barney, nadie hablaba. Unos segundos después, TJ golpeó el ojo de buey, como si el reproductor de DVD fuera un animal dormido al que podía despertar.
—Tranquilo, TJ, seguramente se ha quedado sin baterías —dijo Kitt, con la calma forzada que se usa al encontrarse con un oso dormido.
De ahí en adelante, Matt solo recordaba fragmentos; era como una de esas películas antiguas que repiquetean cuando están dando vueltas y las escenas se suceden atropelladamente mientras las imágenes avanzan a los saltos. TJ dando golpes en el ojo de buey con los puños. TJ quitándose el casco de oxígeno y dándose con la cabeza contra la pared. Kitt tratando de apartarlo de la pared.
—¿Le avisaron a Pak