Principales sistemas de energía | Tiempos de trabajo | Actividades físicas |
ATP y CP | Menos de 20 s | Lanzamiento de peso, 100 m lisos, robar una base (béisbol), golpes en golf y tenis, carreras en fútbol americano |
ATP, CP y glucólisis anaeróbica (ácido láctico) | Entre 30 y 90 s | Esprints de 200-400 m, patinaje de velocidad, 100 m (natación) |
Glucólisis anaeróbica (ácido láctico) y aeróbica | Entre 90 s y unos minutos | Carrera de 800 m, pruebas de gimnasia, boxeo (asaltos de 3 m), lucha libre (períodos de 2 min) |
Aeróbica | Más de unos minutos | Fútbol y lacrosse (excepto los porteros), esquí de fondo, maratón, jogging Nota. Adaptación de Fox (1979) |
Cuadro 2.1. Sistemas de abastecimiento de energía en términos de tiempo de rendimiento y actividades físicas
Por lo tanto, la mayor parte de las pruebas que están diseñadas para medir las características del sistema de energía dependen del tiempo. Se da por supuesto que utilizando pruebas de distinta duración se maximiza la aportación de una fuente de energía determinada minimizando el efecto de las otras. Por consiguiente, el rendimiento medido debe reflejar el potencial del sistema de energía en cuestión.
Limitaciones de las pruebas utilizadas para determinar el potencial de energía
Las pruebas que se utilizan para medir el potencial de energía están basadas en protocolos diseñados para maximizar la aportación de una vía determinada para la resintetización de ATP al mismo tiempo que minimiza la aportación de otras vías. Las pruebas de potencia aeróbica pueden estar basadas en los criterios de rendimiento o en una medición directa de la potencia aeróbica. Las pruebas de rendimiento utilizan protocolos en los que el sistema aeróbico aporta más del 90% del ATP utilizado durante la actividad. Por consiguiente, se supone que el trabajo realizado está controlado directamente por el ritmo al que el ATP puede ser regenerado a través de procesos aeróbicos. Por tanto, un individuo que sea capaz de producir una cantidad de trabajo elevada tendrá una potencia aeróbica altísima. Aunque en algunas ocasiones las pruebas de rendimiento para la medición del potencial aeróbico son útiles, no suelen utilizarse para evaluar a deportistas de élite porque existen métodos más directos y exactos. Una medición adecuada de la potencia aeróbica puede llevarse a cabo determinando el
Las pruebas de potencia aeróbica suelen depender de la actividad de grupos musculares importantes, como los que se utilizan en natación, ciclismo, carrera y esquí, debido a que estas actividades producen un importante aumento de las necesidades metabólicas globales y llevan a un cambio sustancial de las funciones de los sistemas cardiovascular y respiratorio, los cuales están implicados en el transporte de oxígeno del entorno al tejido que está trabajando. Hay un acuerdo general en cuanto a que el determinante principal del
Conceptualmente, también deberían ser posibles las mediciones de la capacidad aeróbica. Sin embargo, debido a que la capacidad aeróbica se define como la cantidad total de trabajo que puede ser llevada a cabo por el sistema aeróbico, este tipo de mediciones son muy difíciles – si no imposibles– de interpretar. Un enfoque ha sido el de utilizar una medida conocida como umbral anaeróbico para definir la intensidad de ejercicio que, supuestamente, representa el límite al que predominan los procesos aeróbicos. La respuesta de trabajo total realizado a esta intensidad hasta el agotamiento es la medida de la capacidad aeróbica. La dificultad de interpretación estriba en que no se puede determinar la causa del agotamiento.
También pueden estar implicados cada uno de los procesos de excitación y contracción de los músculos. La incapacidad de un músculo para seguir adelante en este tipo de condiciones ha sido atribuida frecuentemente a la depleción de las reservas de glucógeno muscular (Green, 1987). Es posible que la capacidad de suministrar más energía aeróbicamente pueda resultar decisiva para minimizar la dependencia de la utilización de glucógeno muscular. Si las cosas son así, cabe la posibilidad de que la capacidad aeróbica tenga una relación directa con el umbral anaeróbico. Harán falta más investigaciones en este área para desarrollar protocolos con aplicaciones rutinarias.
Las pruebas de potencial anaeróbico (lácticas y alácticas) son específicas al músculo y al tiempo. Ya que estas pruebas pretenden medir las capacidades de los sistemas metabólicos que suministran energía cuando no hay oxígeno, se puede decir que el músculo o músculos evaluados operan en un sistema cerrado, o en un sistema que no depende de las fuentes exteriores de substrato. Las pruebas de potencial anaeróbico suelen realizarse a niveles de rendimiento máximos o muy cercanos al máximo. Los criterios utilizados para aislar los diferentes sistemas de energía anaeróbica que se desea medir se basan en el tiempo. Por consiguiente, mientras que las pruebas de potencial anaeróbico aláctico se realizan en períodos breves (de menos de 20 s), las pruebas de potencial anaeróbico láctico se llevan a cabo durante períodos más prolongados (entre 30 y 60 s). Se considera que la mayor parte del ATP regenerado proviene de las fuentes de energía láctica y aláctica durante sus respectivos períodos.
Estas dos categorías de pruebas anaeróbicas están basadas en criterios de rendimiento: trabajo realizado por unidad de tiempo en las pruebas de potencia anaeróbica y trabajo total realizado en las pruebas de capacidad anaeróbica. Se da por supuesto que el rendimiento observado está limitado por el ATP generado por un sistema de energía determinado. Mientras que en el caso de la potencia aláctica se intenta calcular el ritmo al que el CP puede ser hidrolizado, en el caso de la potencia anaeróbica láctica el objetivo es calcular el ritmo al que el ATP puede ser regenerado por medio de la glucólisis anaeróbica. A pesar de que estas suposiciones resultan muy convenientes, no hay las suficientes pruebas científicas de que las cosas sean así. En el músculo tienen lugar numerosos procesos de excitación y contracción que pueden –aunque no necesariamente– estar limitados por el sistema de energía que, supuestamente, está siendo puesto a prueba (Bigland-Ritchie y Woods, 1984; Edwards, 1981). Además, estas pruebas suelen ser voluntarias y en muchos casos dependen de unos patrones de coordinación motora muy sofisticados. Se especula con la posibilidad de que el impulso neural